Galán y Colosio, dos políticos solitarios frente al mal

Luis Carlos Galán Sarmiento y Luis Donaldo Colosio Murrieta no llegaron a los 50 años de edad ni pudieron coronar una carrera política en lo más alto de la administración pública en Colombia y México. Las balas no los dejaron.

Ambos representaban la esperanza de cambio para sus países y eran economistas y políticos. Galán también era abogado y periodista.

Los dos eran candidatos presidenciales en el momento en que cayeron asesinados ante el pueblo en la plaza pública. Galán, el 18 de agosto de 1989, en Soacha; el mismo día —un viernes— en que el cartel de Medellín mató a Waldemar Franklin Quintero, comandante de policía de Antioquia. Colosio, el miércoles 23 de marzo de 1994, en Tijuana, Baja California.

Sus asesinatos también tienen el elemento común de haber sido filmados por las cámaras de noticieros o de sus propias campañas, dado que su popularidad y los miles de seguidores que tenían atraían a los medios de comunicación.

Y, para hacer más comparable la vida y muerte de esos personajes, hoy convertidos en leyendas, los legados de los dos políticos fueron entregados a sus respectivos jefes de campaña, que meses más tarde llegaron a la presidencia, impulsados por la indignación que generó entre los millones de seguidores su trágica muerte, pero también por sus ideas.

Entre otros elementos comunes se puede mencionar que cuando Galán fue asesinado, los grupos guerrilleros colombianos (M-19, Farc, Eln, Epl) tenían una importante presencia con atentados, secuestros y extorsiones, mientras que en México, en 1994, cuando mataron a Colosio, acababa de surgir la guerrilla del llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Adicionalmente, el narcotráfico, aunque con algunos matices entre los dos países, ya era —y lo continúa siendo— un dolor de cabeza para las autoridades.

A eso hay que sumarle también, como un factor paralelo entre los dos países, y que viene prácticamente desde el nacimiento como naciones,

Similitudes entre los sucesores

En el caso de Galán, el elegido fue César Gaviria Trujillo, economista y político, que había sido representante a la Cámara, ministro de Hacienda y de Gobierno y a quien Juan Manuel Galán, el hijo mayor que el líder inmolado tuvo con Gloria Pachón, le entregó esa responsabilidad en pleno sepelio del líder.

Quien tomó las banderas de Colosio fue Ernesto Zedillo, que era el coordinador de campaña (también economista y político como Gaviria) y tuvo la fortuna de ser elegido pues, ante la proximidad de las elecciones, todos los miembros del gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari estaban inhabilitados para aspirar al primer cargo de la nación, por el hecho de que ningún candidato podía haber sido funcionario público seis meses antes de la elección.

Hay que recordar la costumbre en México —con la larga hegemonía en el poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fundado en marzo de 1929— de que el candidato del partido salía del gobierno (usualmente del gabinete), pero ante el asesinato de Colosio se tuvo que acudir a la fórmula de escoger a alguien que en ese momento no tuviera un cargo público, y el mejor candidato era Zedillo.

Para abundar en algunas de las similitudes entre Galán y Colosio, también hay que mencionar que sus sucesores desarrollaron o continuaron políticas de apertura y liberalización económica con una agenda neoliberal.

Diferencias

Sin embargo, al hacer una comparación entre las figuras de Galán y Colosio también hay diferencias.

Galán, a pesar de su juventud, tuvo una larga carrera, inicialmente como periodista, miembro de la delegación colombiana en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo, en Nueva Delhi, en 1969, ministro de Educación, embajador en Italia, concejal, senador y fundador del movimiento Nuevo Liberalismo, disidencia interna del Partido Liberal.

Pero lo que encumbró al líder fue su transparencia, su forma directa y enérgica de decir las cosas, y en este sentido, la denuncia del creciente fenómeno del narcotráfico y el daño que les estaba causando con su poder de corrupción a muchas actividades y a la sociedad en general.

Y su posición frentera ante el narcotráfico y sus cabecillas fue la que a la postre hizo que los barones de la droga lo pusieran en la mira, pues no querían que Galán como presidente los combatiera ni los extraditara a Estados Unidos dado que nunca pudieron corromperlo. Él era el hombre más custodiado de Colombia y varias veces se descubrieron planes para matarlo, pero el poder del narcotráfico al final pudo más.

Las figuras de Galán y Colosio tienen un paralelo lógico y terrible pues fueron políticos que al final quedaron solos ante el poder del mal

A igual que Galán, Luis Donaldo Colosio era un hombre al que le gustaba el contacto con la gente, a pesar de sus riesgos de seguridad, y el político mexicano podía darse el gusto de mezclarse con el pueblo pues en su país las campañas políticas no representaban grandes riesgos para los candidatos.

Colosio fue un candidato con amplia popularidad pues había manejado hasta algunos meses antes de su asesinato el programa Solidaridad del gobierno, con el que se buscaba suavizar las reformas emprendidas por Salinas de Gortari. Era casi como la cara amable de un gobierno neoliberal. Además, tenía un gran dominio del discurso público. Una frase que sus biógrafos recuerdan es “en los últimos años saneamos la economía. Ahora tenemos que pasar de la economía sana del país a la economía sana de la familia”.

Estaba convencido de asignar subsidios a las clases pobres con el fin de disminuir la pobreza y la desigualdad y había dado muestras de que se debería realizar una profunda reforma política que incluía cambios en el funcionamiento de los partidos, y eso incluía el suyo.

Este último factor, de acuerdo con algunos analistas, puede ser una posible pista de su asesinato. Aunque Mario Aburto Martínez apretó el gatillo a quemarropa contra la cabeza de Colosio y siempre se ha dicho que actuó solo por un deseo personal de alguien desequilibrado mentalmente, muchos consideran que detrás de todo pudo haber un complot de políticos o del gobierno. Sin embargo, esta teoría no se ha podido comprobar.

En diálogo con EL TIEMPO, el historiador colombiano Alberto Abello considera que “las figuras de Galán y Colosio tienen un paralelo lógico y terrible pues fueron políticos que al final quedaron solos ante el poder del mal”, especialmente Galán, ya que tenía “un edificio con una catadura moral muy alta” pues como periodista, en caso de haber llegado al poder, “tenía que cumplir lo que hablaba”.

Holman Rodríguez Martínez
Redacción Internacional
@holmanrodriguez

Entradas relacionadas

Deja tu comentario