Para ella no es fácil ser chavista ahora en Venezuela.
Sin embargo, Ángela Villarreal, de 24 años, se mantiene firme en sus ideas a pesar de la crisis económica que vive el país y de las acusaciones de corrupción y de violación de derechos humanos contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Vive en Guatire, una ciudad a 45 minutos de Caracas, con sus padres, de clase media profesional. Su mamá es chavista; su papá no. Está a punto de terminar Sociología, es miembro del partido gobernante PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y trabaja en una institución pública.
En un momento de intensa crisis política e institucional en el país desde que Juan Guaidó se proclamara «presidente encargado» el 23 de enero, Villarreal expone sus razones, incomprendidas por muchos ahora en Venezuela.
Esto es lo que piensa sobre la crisis, el descontento, la oposición, la emigración masiva y los errores cometidos por el chavismo.
La crisis actual
«Siento que el verdadero enemigo del chavismo es el propio chavismo. No tenemos a alguien que se pueda organizar electoralmente para contrarrestarnos. Siento que si la salida al problema que hay ahorita es electoral, saldríamos airosos, incluso si ellos ponen las normas y cambian las autoridades del CNE (Consejo Nacional Electoral). Yo lo aceptaría.
Sí creo que ganaríamos incluso en una elección abierta con todos los candidatos y partidos. Internacionalmente muchos no entienden eso.
Les costaría organizar el descontento de su gente y capitalizarlo. Y los chavistas somos más cuadrito cerrado, vamos todos en fila. Escogemos un candidato y ese es. Las elecciones se ganan con organización y yo te garantizo que llamo a una chama (chica) como yo en cada municipio del país. Eso no sé si lo tiene la oposición.
El chavismo transformó culturalmente la sociedad venezolana. No estoy para debatir si fue para bien o para mal. Estos señores (de la oposición) no entienden los códigos del país. Con el problema de inflación que tenemos, con el problema para adquirir alimentos, medicinas, no se justifica que llames a una marcha y a desconocer al presidente y que tú puedas salir a la calle porque el país está tranquilo y que a la mayoría de la gente no le llegue (el mensaje).
El gobierno de Maduro tiene una desconexión, pero la oposición también.
El deterioro económico y el descontento
Hay mucha frustración. Mucha gente le ha dado la espalda al chavismo. Más que adeptos, el chavismo ha perdido emoción. Hay gente que dice: «Soy chavista, pero me da pena decirlo».
El fenómeno migratorio, el montón de gente que se está yendo, puede ser una respuesta a eso. Gente que ya no cree en el chavismo y se siente defraudada, pero más que en contra, decide que ya no le importa nada y se va del país triste. Lo dejo todo y lo pierdo todo.
La declaración de desacato de la Asamblea Nacional (controlada por la oposición), la anulación del proceso del referendo revocatorio en 2016, las elecciones presidenciales en las que la mayoría de la oposición no participó
Hugo Chávez lo que hace es llevar a la política la polarización social que ya existía. Las diferencias son necesarias en cualquier democracia. Para mí el problema es que la oposición abandonó la política, y hoy Nicolás Maduro no cuenta con una oposición.
Tenemos miles de problemas, estamos discutiendo cosas arcaicas y ni siquiera llegamos a debatir asuntos democráticos. La sociedad en el primer mundo está discutiendo sobre el aborto, sobre los derechos de la mujer.
Nosotros no llegamos a eso porque unos señores se olvidaron de la política. En 2015 unos señores dijeron «vamos a sacar al loco éste que está en Miraflores». Maduro les propuso en 2017 una Asamblea Nacional Constituyente y no participaron.
Ellos decidieron dejar un espacio vacío y en política no hay espacios vacíos.
Las acusaciones al gobierno de violaciones de derechos humanos, de torturas y de asesinatos extrajudiciales
Hay procedimientos abiertos a la Guardia Nacional, pero siento que estos procesos se quedan enmarañados en el retraso procesal histórico del sistema judicial venezolano.
No creo que la tortura sea algo sistemático ni una política de Estado.
¿Los asesinatos de chamos en los barrios pobres por las fuerzas de seguridad? Yo las noticias que están saliendo este año no las creo. Pasó en Siria, en Irak. El problema de este año siento que existe en la prensa, porque yo no lo veo en la calle. Me muevo en Caracas de un lado a otro y siento que no es real.
En algunos barrios el gobierno desde hace años ha tenido un lío tremendo con temas como el narcotráfico, corrupción, etcétera.
En todo este ambiente de zozobra siento que es el hampa la que gana. Y eso es un problema no resuelto por el chavismo, que pensó que con generar más acceso social iba a disminuir la violencia. Y no pasó, incluso creció. Hay espacios en los que es como si el Estado no gobernara.
Los grupos de civiles armados, llamados colectivos, en defensa del chavismo
No voy a negar que existen. Internacionalmente no entienden de dónde nacen. No los estoy justificando, no creo que para hacer política necesites armas. Esta gente usó armas desde el 27 de febrero (de 1989, el «Caracazo», como se conoce a la represión del Estado contra una protesta popular). Es la forma venezolana de hacer la política. Caracas entera tiene parroquias combatientes. Es un proceso de defensa.
No acepto que vengan a decirme a mí cómo tengo que organizarme. Por eso no me atrevo a meterme en el (barrio) 23 de enero (bastión de colectivos chavistas) a decirle a fulanito de tal nada, porque quizás sin fulanito de tal, esa parroquia no tiene orden. Hay que comprender Venezuela.
A pesar de que nos vendieron que somos una democracia perfecta y a que en la bonanza petrolera llegamos a una estabilidad económica tremenda, tenemos deudas históricas que saldar. El contrabando en la frontera, la sobrevaloración de la moneda no son asuntos nuevos. Tenemos un montón de atrasos históricos.
Pero si me preguntan por qué soy chavista es porque siento que es lo único que hay políticamente.
La corrupción en el Estado y las denuncias contra altos cargos que rompen con el chavismo
Uno no puede esperar a que se voltee alguien para decir lo que es o lo que no es. Debemos ir hacia mayor transparencia en nuestros procesos porque esa falta resta legitimidad.
La corrupción nos molesta ahorita porque hay menos dinero. Pero si antes había más dinero, había más corrupción. Ahorita la vemos porque no tenemos dinero.
En estos 20 años en PDVSA (la petrolera estatal) hubo corrupción, pero también hubo educación pública y gratuita.
Por qué soy chavista
Siento que es gente como yo, gente que me respeta. Puedo colgar en mi blog cualquier cosa y no me atacan por eso. Más allá de los conflictos y problemas nosotros tenemos un sueño, una idea clara de país.
Siempre me gustó el ejercicio de la política y fueron los primeros que me ofrecieron participar en política en mi liceo. En la Universidad me encontré gente muy intolerante. Creo que si me hubiera encontrado opositores más abiertos, yo no estaría en el chavismo.
Y me considero de izquierdas. No de una izquierda marxista, socialista. Creo en lo público. Soy de una izquierda muy distinta al chavismo, pero siento que el chavismo es lo que más se parece a mí.
La crítica al chavismo
Siento que el chavismo es monolítico, no acepta lo heterogéneo. Es ahí donde se ha quedado agotado. El chavismo, por ejemplo, sólo concibe una forma de ser joven. Cuando escuchas las alocuciones presidenciales, el joven es el chamo (chico) que trabaja por la patria. La gente joven no tiene necesariamente que trabajar por la patria.
Va a ser un dilema muy grande para Nicolás Maduro y todos los chavistas lo que va a sentir mi generación de aquí a tres años.
A mi generación Chávez le decía que era una generación de oro. Creó muchas universidades y hay mucha gente que estudió y se preparó y va a llegar a los 25 años, como yo, y va a querer tener un carro, porque, como en cualquier país del mundo, si soy profesional y soy buena en lo que hago, mi salario me da para tener un carro.
Y ahora los salarios no dan ni para comprar la cesta básica.
El chavismo es muy conservador en lo familiar. Eso lo detesto. No hay otra forma de ser mujer que no sea siendo madre.
Si eres progresista o de izquierda tienes que luchar por transformar eso. Es la fuerza política con mayor participación política de la mujer, pero al mismo tiempo te inventa planes de atención sólo para ser madre.
El futuro del chavismo
En la oposición hay gente muy intolerante. No se trata de que nosotros seamos los buenos y ellos los malos. El chavismo es una reinterpretación de lo popular. Les ha costado comprenderlo (a la oposición). Chávez sólo pudo batir a los adecos (el partido AD, que dominó la política en Venezuela antes de Chávez) el día que los entendió como una manifestación.
Los conflictos personales por ser chavista
He tenido miembros de mi familia que me han deseado la muerte porque dicen que apoyo a una dictadura. Yo no soy marginal, bruta, fea ni enchufada, como dicen de los chavistas.
En la universidad fue muy duro. No tengo problema con alguien que me adversa con ideas, pero me molesta la violencia. ¿Por qué no nos podemos entender?
Cómo termina el actual conflicto político
No sé si soy soberbia, pero creo que nada grave va a pasar. La izquierda latinoamericana tiene un fetiche con la invasión norteamericana. Todo el mundo cree que lo van a invadir.
Creo que los gringos tienen intereses acá, están jugando una carta muy importante, presionando mucho, pero en Venezuela no hay odios profundos como en Siria, en Libia, los sunitas y los chiitas.
No nos estamos matando. Hay mucha intolerancia. Antes no había tanta, pero no nos estamos matando ni va a pasar en un futuro próximo. La salida debe ser electoral.
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