En una coyuntura adversa para la izquierda latinoamericana, el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), surge como un político alternativo que genera expectativa en la comunidad internacional.
Desde este sábado, llega al Palacio Nacional con un amplio respaldo de los votantes y con las mayorías en las dos Cámaras del legislativo. Sin embargo, en los próximos seis años deberá probar que puede enfrentar los mayores problemas que agobian al país, entre ellos: inseguridad, narcotráfico, corrupción, crisis migratoria y falta de inversión extranjera.
En su discurso de investidura, López Obrador prometió resolver de un plumazo todos los males del país comenzando por la corrupción y la impunidad, además de hacer inversiones millonarias en proyectos de infraestructuras y aplicar programas sociales para los jóvenes y las clases más desfavorecidas.
Todo ello, además, con la promesa de no aumentar la deuda pública del país, que se ha multiplicado de manera exponencial en los últimos 18 años.
López Obrador arremetió en su discurso contra las políticas neoliberales de las ultimas décadas que han provocado, aseguró, «un desastre y una calamidad» para el país que ocasionó una «inmunda corrupción pública y privada».
Las recetas del nuevo presidente para tamaña empresa se basan en una mezcla de medidas populistas, la austeridad y la apuesta de imponer la decencia en la toma de decisiones para acabar con la corrupción.
La austeridad es parte de la marca política de López Obrador: desde vender el avión presidencial para viajar en vuelos regulares a la rebaja de un 40 % en su sueldo o garantizar que será castigado de inmediato cualquiera de su Gobierno, comenzando por su familia, que cometa la mínima felonía.
El entusiasmo y la fe ciega de sus seguidores es absoluta. Frente a ello el escepticismo es palpable entre gran parte de la mitad de la población que no votó por su partido, Morena, que propugna políticas de izquierdas y de beneficio a los más desfavorecidos.
Desde el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, la hija del presidente Donald Trump, Ivanka, al rey Felipe VI de España y los presidentes de Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba y otros representantes de más de 50 países le dieron a
López Obrador un respaldo inusitado.
También acudió a la ceremonia el poderoso e influyente empresario mexicano Carlos Slim, considerado uno de los hombres más ricos del mundo. «No tengo derecho a fallar», afirmó el nuevo presidente en su discurso, en el que prometió además trabajar 16 horas, reunirse con su gabinete a partir de las seis de la mañana y trabajar sin descanso.
Es más, López Obrador prometió también someterse a una consulta de revocación dentro de dos años y medio para que el pueblo decida si prosigue su mandato o se vuelve a casa.
Entre las promesas se incluyen, por ejemplo, bajar el precio de los combustibles, construir una nueva refinería de petróleo, otorgar diez millones de becas a estudiantes y crear cien universidades públicas.
También contratar 2,3 millones de jóvenes como aprendices remunerados en empresas, aumentar la pensión de adultos mayores al doble y con carácter universal, dar un millón de pensiones por discapacidad y ayudas sociales a las clases más necesitadas y sin intermediarios.
El nuevo presidente no ha hecho una estimación del coste de todos estos programas ni de dónde sacará el dinero, teniendo en cuenta que ha prometido no subir los impuestos ni aumentar la deuda del país.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, no estaba en el recinto del Congreso en el momento de la posesión, pero recibió abucheos de los asistentes, quienes también lo llamaron dictador. Parlamentarios mostraron una pancarta que decía: “Maduro, no eres bienvenido”.
Estos son los cinco principales retos de su gobierno:
1. Seguridad, violencia y derechos humanos
AMLO asume la presidencia de México en el momento de más altos índices de violencia en el país. Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, en 2017 murieron 31.174 personas, es decir un promedio de 85 muertes diarias.
Para afrontar el reto de garantizar la seguridad y combatir el secuestro, la extorsión, el robo de combustible y el crimen organizado en general, el nuevo presidente propone una estrategia de pacificación que consiste en segmentar el país en 265 cuadrantes que estarán a cargo del Ejército, la Marina y la Policía, para que el gobierno federal tenga más control donde la seguridad ha dependido de los gobiernos de cada estado. Algo parecido a lo que hizo con éxito entre 2000 y 2015 cuando gobernó la capital de México.
Los cuadrantes tendrán recursos y un número de agentes proporcional (entre 300 y 600 uniformados) a sus dificultades.
Esto requerirá un incremento de policías y militares, por lo que López Obrador ya anunció que abrirá 50.000 cupos tan pronto empiece su mandato.
AMLO se ha referido públicamente a la “descomposición en los cuerpos policiales” y ha garantizado que en su gobierno se respetarán los derechos humanos. También ha dicho que el 80% del éxito de una estrategia de seguridad es atacar las causas de la violencia y por tanto destinará USD 5.000 millones para fomentar empleo y becas juveniles.
Narcotráfico y corrupción
El problema de violencia y seguridad está íntimamente relacionado con el problema de narcotráfico y la corrupción que vive el país azteca.
Según informes de secretarías de gobernación, Defensa Nacional, Policía Federal y Procuraduría General de la República, a los que tuvo acceso el periódico ‘Excélsior’, dos grandes organizaciones criminales hacen presencia en gran parte del país: El Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), que opera ilegalmente en 25 de los 32 estados; y el Cártel del Pacífico, que dirigía Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, que delinque en 17 estados.
Pero estas dos no son las únicas: existen en total seis cárteles y más de 80 células delincuenciales repartidas por todo el país.
La mencionada estrategia de pacificación será complementada con una atención a las causas de la inseguridad y se ha planteado una legalización de las drogas ligeras para golpear el negocio del narcotráfico, dejar de criminalizar a sus consumidores y así aligerar las cárceles.
La corrupción hace que los funcionarios y policías sean fácilmente cooptados por las mafias, entre otras cosas porque sus sueldos son muy bajos. AMLO tendrá que encontrar una solución a esto sin desequilibrar las finanzas públicas.
Existen en total seis cárteles y más de 80 células delincuenciales repartidas por todo el país
Crisis migratoria
López Obrador, como presidente de México, tiene el reto de controlar, en el marco de los derechos humanos, el tema de los migrantes que transitan por su país para pasar hacia los Estados Unidos, que con el presidente Trump a la cabeza pretende construir un muro fronterizo que paguen los mexicanos.
La apuesta de AMLO, ante la inviabilidad de una política de contención, es que Estados Unidos fomente inversión privada en el sur de su país para que México pueda acoger a los migrantes mientras solicitan asilo en EE. UU.
La idea del futuro presidente es que se generen tres “cortinas de desarrollo”, donde se focalice la inversión (en Chiapas, en un proyecto de reforestación; en el sureste de México con el tren maya y una línea férrea que conecte Oaxaca con Veracruz) y se creen puestos de trabajo a los que puedan acceder mexicanos y migrantes centroamericanos por igual, con permisos especiales como los otorgados a los haitianos en Brasil.
La propuesta también incluye que se aumenten las ayudas a Centroamérica de una manera significativa, al estilo de un ‘Plan Marshall’, después de la Segunda Guerra Mundial.
Mantener la gobernabilidad y la estabilidad
Aparentemente la gobernabilidad de AMLO está garantizada. Ganó la presidencia con el 53% de los votos y el bloque que lo apoya es mayoría en ambas Cámaras del poder legislativo del país.
Pero la gobernabilidad de un mandatario no solo depende de la correlación de fuerzas en el Congreso; depende también de si el apoyo popular se mantiene a medida que avanza el gobierno y de cómo sortee los posibles ataques de los sectores opositores.
En el caso de López Obrador, su discurso genera demasiadas expectativas positivas entre sus seguidores y es posible que el apoyo a su gobierno baje en el mediano plazo si no responde a ellas. De otro lado, la oposición (PAN y PRI) tendrá críticas que serán ampliamente difundidas por los medios de comunicación que no sean afines al gobierno y eso podrá generar alguna mella en la gobernabilidad.
En cuanto a la estabilidad, puede haber factores internos y externos que la afecten y de paso perjudiquen la gobernabilidad: el papel de las calificadoras de riesgo puede llevar a la disminución de la inversión y al aumento del desempleo, por ejemplo.
Estabilidad económica
Para poder cumplir con su ambiciosa agenda social y hacerla sostenible, AMLO deberá garantizar el crecimiento económico en el tiempo y mantener en equilibrio las finanzas públicas.
La agenda social implicará la necesidad de un aumento en el gasto público y esto tendrá efectos sobre la inflación y el déficit, de ahí la importancia del equilibrio, sobre todo porque ha anunciado que no subirá impuestos.
A esto debe sumarse una dificultad extra que tiene por ser un hombre de izquierda: la desconfianza de los mercados, que se agudizó con la cancelación de la millonaria construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, en Texcoco, luego de una consulta pública que fue polémica.
La agenda social implicará la necesidad de un aumento en el gasto público y esto tendrá efectos sobre la inflación y el déficit
AMLO lo entiende y por eso ha llamado a la calma: “Empezamos a cambiar las cosas y eso produce nerviosismo, pero no hay nada que temer; el cambio va a ser ordenado, profundo, pero pacífico”. También ha asegurado que no hará expropiaciones y que dará garantías a los inversionistas.
Sin embargo, desde su victoria, la bolsa ha caído un 14%, el peso mexicano se ha devaluado casi un 2% y su promesa de crecimiento de un 4% anual tiene poca credibilidad luego de que este miércoles el banco central rebajara las expectativas de expansión.
AMLO tendrá prácticamente que estrenar el nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, por lo que tendrá que lidiar con los primeros resultados positivos y/o negativos del tratado.
Del éxito o fracaso del gobierno de Andrés Manuel López Obradordepen de la izquierda latinoamericana, golpeada por la victoria de Mauricio Macri en Argentina, Iván Duque en Colombia, el encarcelamiento de Lula y la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, el cambio de paradigma de Lenín Moreno en Ecuador y la crisis venezolana.
SANTIAGO PEÑA ARANZA
Agencia Anadolu, con información de Efe