Uno de cada tres argentinos es pobre debido a la crisis económica

Uno de cada tres argentinos es pobre y casi la mitad de los niños no puede satisfacer sus necesidades básicas, una de las consecuencias más duras de la crisis que estalló el año pasado en el país suramericano y que amenaza con no mejorar en el corto plazo.

Las cifras oficiales dadas a conocer el pasado jueves son lapidarias: entre el segundo semestre de 2017 y el mismo período de 2018 la tasa de pobreza urbana en
Argentina trepó 6,3 puntos porcentuales, hasta el 32 por ciento.

Se trata del segundo avance consecutivo en el nivel de pobreza y coincide con un período de fuerte deterioro de todas las variables económicas. 

Más allá del fuerte crecimiento en el nivel general de  pobreza, el informe contiene otros datos aún más alarmantes: el 46,8 por ciento de los menores de 14 años es pobre y uno de cada diez niños en Argentina es indigente, es decir, ni siquiera puede satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. La región noreste del país es la más golpeada: allí el 40,4 por ciento de los habitantes es pobre, con un pico del 49,3 por ciento en la ciudad de Corrientes.

El mapa de la pobreza desnuda también una cruda realidad en los mayores conglomerados urbanos del país, como la populosa periferia de Buenos Aires, donde la tasa asciende al 35,9 por ciento, o Córdoba, con 36,5 por ciento.

El presidente argentino, Mauricio Macri, quien podría buscar la reelección este año, llegó a la Casa Rosada a finales de 2015 con promesas de lograr la «pobreza cero» y pidió varias veces que su gestión fuera juzgada por si pudo o no reducir estos índices. Cuando accedió a la Presidencia no había datos oficiales de pobreza, pero las mediciones privadas la situaban entonces en el 29 por ciento.

Mauricio Macri

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, había prometido llevar a la pobreza a ‘cero’ en su país. 

Foto:

Agustin Marcarian / Reuters

El primer dato oficial de su gestión, correspondiente al segundo trimestre de 2016, fue del 32,2 por ciento, tras lo cual la tasa fue bajando progresivamente. Pero la crisis cambiaria que estalló en abril de 2018 y se contagió a toda la economía fue una verdadera catástrofe para las condiciones de vida de millones de argentinos, con un derrumbe del 2,5 por ciento en el PIB, una inflación del 47,6 por ciento y un alza anual del 53 por ciento en el coste de la cesta básica de alimentos y servicios.

Con los datos del pasado semestre en mano, el Gobierno de Macri dijo que la pobreza es «alta» y «duele», admitió que la respuesta «integral» que ha querido darle a la problemática «no alcanza», pero ratificó el «rumbo» de su programa económico.

Para el director del Centro de Economía Política Argentina, Hernán Letcher, «preocupa sensiblemente que no hay a la vista ninguna política que pueda modificar  positivamente la evolución de la pobreza».

Preocupa sensiblemente que no hay a la vista ninguna política que pueda modificar positivamente la evolución de la pobreza».

Según el experto, el aumento de la pobreza es resultado de la política económica aplicada por el Ejecutivo, que, por ejemplo, «habilitó aumentos de precios» en bienes de consumo básico y «no tuvo vocación de pagar un bono a los jubilados a finales del año pasado».

«En términos macroeconómicos, también creo que es responsabilidad del Gobierno porque la inflación deriva de un esquema de desregulación absoluta no solo en lo que tiene que ver con los precios sino, además, con el tipo de cambio», dijo Letcher. 

Para la consultora Ecolatina, el crecimiento de la pobreza «no sorprende», pues el año pasado la caída del salario real fue la mayor desde 2002 y, si bien la destrucción de empleo no fue masiva, «aumentó considerablemente la precarización laboral».

Lo peor es que las perspectivas para este año en materia de indicadores socio-económicos no son buenas. Según indicó este jueves Ecolatina en un informe, el nivel de actividad se contraerá en 2019, no se espera que haya creación de empleo ni un aumento de salario real significativos y las jubilaciones mejorarán en términos reales mayormente en el segundo semestre.

«A comienzos de 2016 el actual presidente manifestó el deseo de que su gobierno sea juzgado por si pudo o no reducir el flagelo de la pobreza y la indigencia. Más allá de las causas, el resultado no fue positivo», aseveró la consultora.

Efe

Entradas relacionadas

Deja tu comentario