¿Quiere saber qué está sucediendo en la política británica hoy en el gran debate sobre el divorcio del Reino Unido de la Unión Europea?
Únase al club. Con el ‘brexit’ a la vuelta de la esquina (la salida abrupta, es decir sin acuerdo, técnicamente se produciría este viernes 12 de abril), la mayoría de los votantes británicos están en la oscuridad.
Lo mismo sucede con los miembros del Parlamento. Y con el millón de personas, incluidas tres de mis hijas y tres de mis nietos mayores, que recientemente marcharon en Londres para protestar contra el ‘brexit’. Y también con los seis millones de personas que han firmado una petición para exigirle al gobierno quedarse en la Unión Europea.
No es sorprendente, por lo tanto, que durante mis viajes este mes a Estados Unidos, Irlanda, el sureste asiático y, después, a Tokio, todo el mundo parecía perplejo por cómo Gran Bretaña se había hundido sola en semejante crisis nefasta.
Gran Bretaña siempre ha tenido una relación conflictiva con la Unión Europea. Nos unimos con reticencia, pero prosperamos como miembro. Nos mantuvimos fuera de las cosas que no nos gustaban, como el euro y la zona Schengen, de viajes sin controles fronterizos. Defendimos el mercado único, así como la ampliación de la UE a Europa central y del Este después del colapso del Pacto de Varsovia. Por lo general fuimos uno de los mayores defensores de políticas económicas y comerciales más liberales, además de tener un mercado laboral más flexible que cualquier otro Estado miembro, con excepción de Holanda.
No obstante estos éxitos, la oposición a la UE creció y se agudizó en la derecha de la política británica. David Cameron, el anterior primer ministro conservador de la Gran Bretaña, pensaba que podía manejar a los nacionalistas ingleses de derecha en su partido ofreciendo un referendo sobre la pertenencia a la UE. Fue una jugada irresponsable.
Cameron perdió por un pequeño margen, en parte por las preocupaciones de los votantes sobre la inmigración –aunque la mayoría de los inmigrantes de larga data en el Reino Unido provienen de fuera de Europa–. La campaña por el referendo se caracterizó por el engaño y la mentira: el engaño de que sería fácil desvincularnos de la UE sin ningún perjuicio y la mentira sobre los supuestos beneficios que se derramarían en cascada una vez que nos retirásemos.
Tres razones del caos
Existen tres razones principales para el caos actual, todas las cuales se pueden explicar de manera sencilla.
Primero, grandes segmentos del Partido Conservador han abrazado el nacionalismo inglés. Los activistas conservadores son cada vez menos y más viejos, como los republicanos en Estados Unidos, y también se han vuelto más extremos. Como expresidente del partido, veo con horror cómo fanáticos vengativos persiguen a los miembros del Parlamento que son conservadores moderados, al estilo de los ideólogos del Tea Party republicano. Si el partido Conservador pierde a sus moderados, perderá las elecciones.
Segundo, los referendos son un desafío directo al sistema democrático tradicional de Gran Bretaña. Son una desviación binaria y divisiva de una constitución que descansa en el concepto de que los miembros del Parlamento les deben a sus electores su mejor criterio a favor del interés nacional. Sus conciencias informadas no les pertenecen en su totalidad a quienes votan por ellos. La democracia plebiscitaria es diferente de la democracia parlamentaria. Sin embargo, un voto estrecho a favor de “irse” hace casi tres años supera lo que hoy piensa el Parlamento, aunque las encuestas recientes demuestren que una mayoría creciente de los votantes quieren quedarse en la UE.
Tercero, el gobierno de la primera ministra Theresa May fijó la fecha de alejamiento del Reino Unido de la UE antes de haber intentado desarrollar un consenso sobre cómo debería ser una futura relación con Europa. Vale la pena recordar el dato de que mientras que el Reino Unido envía casi la mitad de sus exportaciones a la UE, menos del 10 % de las exportaciones de los 27 miembros de la UE van al Reino Unido.
May intentó entonces dos veces que el Parlamento aprobara su acuerdo de retiro defectuoso y recibió un rechazo contundente en ambas ocasiones. Con poco tiempo por delante, el Parlamento ahora está intentando encontrar un acuerdo consensuado que satisfaga a una mayoría de los miembros del Parlamento y a los otros 27 miembros de la UE, cuya paciencia no es infinita. Y May pidió esta semana un aplazamiento de la fecha del ‘brexit’ hasta el 30 de junio.
El tiempo apremia
May está cada día más debilitada y su autoridad se ha diluido. El 27 de marzo, en un intento final por ganar respaldo para su acuerdo de retiro, May prometió renunciar si el Parlamento lo aprobaba. Pero ni esto pareció persuadir a los críticos conservadores de derecha de May de que debían acudir en su ayuda, mientras que el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, del que depende su gobierno para su mayoría parlamentaria, sigue oponiéndose a su acuerdo.
El interés nacional ha pasado a ocupar un segundo plano detrás de la obsesión ideológica y las ambiciones de liderazgo de algunos de los colegas del gabinete de May.
El tiempo es escaso. Gran Bretaña necesita una conducción con principios y valentía. Hay un antiguo proverbio inglés que dice “Llega la hora, llega el hombre” –o, por supuesto, la mujer–. Esperemos que eso siga siendo hoy válido.
CHRIS PATTEN*
Project Syndicate
Londres
* Chris Patten, el último gobernador británico de Hong Kong y excomisionado de la UE para Asuntos Externos, es decano de la Universidad de Oxford.
Europa se lo piensa
La primera ministra británica, Theresa May, anunció esta semana que solicitará una nueva prórroga para el ‘brexit’, más allá de este viernes 12 de abril, cuando la Unión Europea debería tomar una decisión final.
May pedirá plazo hasta el 30 de junio, para tratar de acordar con la oposición de su país una vía de salida de la UE que cuente con un respaldo mayoritario. Pero la Unión Europea está dividida sobre este tiempo adicional para el Reino Unido por el ‘brexit’, y en ese contexto se han formado dos bandos.
Varios gobiernos de la UE quieren un aplazamiento más prolongado, porque la fecha límite del 30 de junio que propone May no daría suficiente tiempo para que el Parlamento británico llegue a un acuerdo acerca del tipo de relación posterior al ‘brexit’ que desean mantener con la UE.
El presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, es partidario de plantear a los veintisiete una prórroga de unos doce meses al Reino Unido.
“La idea es un año y se presentará a los Estados miembros”, informaron a Europa Press fuentes europeas, que confirman que Tusk ha optado por un modelo de transición pausada, con calma, para evitar descalabros.
Sin embargo, a varios países de la UE les preocupa que el Reino Unido esté buscando obtener un mejor trato y eso hace que varios gobiernos consideren que un periodo más corto podría ser la mejor opción para resolver este asunto.
Si bien May prometió “cooperacíón sincera” en su carta al presidente del Consejo Europeo (Tusk), un grupo de países liderado por Francia no cree demasiado en tal compromiso, según funcionarios consultados en Bruselas. De hecho, algunos quieren dejar claro que la UE pondrá fin a cualquier extensión si el Reino Unido pretende interferir en los asuntos de la comunidad.
Diplomáticos de la UE trabajan para encontrar antes de la cumbre de esta semana un equilibrio entre duración y condiciones del Reino Unido que satisfaga a Londres y a los 27 líderes restantes del bloque, todos los cuales deben aceptar la oferta de prorroga.
Con información de AFP y Blooomberg.