El general renegado que tiene a Libia al borde de la guerra

Ha sido una pieza clave de la política y la historia de Libia durante más de cuatro décadas.

Estuvo detrás del ascenso de Muamar Gadafi y, después, de su caída.

Y, desde hace casi cinco años, ha sido la ficha incómoda en la larga crisis que vive el rico país petrolero en el norte de África.

Pero ahora Jalifa Haftar es también el hombre que ha vuelto a poner a Libia al borde una guerra.

El general, de 75 años, quien lleva el mando militar de un gobierno paralelo en el este del país desde 2014, decidió el pasado jueves reunir sus tropas e ir a la conquista de Trípoli.

Desde entonces, la capital libia se encuentra bajo asedio y ya se reporta una veintena de muertos, decenas de heridos y varios pueblos tomados, algunos a solo 40 kilómetros del centro.

En la noche del domingo, Estados Unidos hizo un llamado a un «alto inmediato» de la ofensiva.

Varios organismos y países que tienen tropas o negocios en Libia han ordenado la salida de su personal no imprescindible y muchos temen que el asedio de Haftar provoque un derramamiento de sangre.

Entre tanto, las fuerzas progubernamentales, respaldadas por Naciones Unidas y con sede en Trípoli, anunciaron una contraofensiva para frenarlo, a la que denominaron Operación Volcán de la Ira.

Mientras Haftar, que ha sido apoyado por Emiratos Árabes y Egipto, consideró que la toma de la capital por sus fuerzas era imprescindible para el fin de la crisis en el país, que se extiende desde 2011, cuando Gadafi fue derrocado.

Tres años después, tras unas controvertidas elecciones auspiciadas por la ONU, el general se levantó de nuevo con sus tropas, tomó el control de las principales instalaciones petroleras de Libia y se sumó a un gobierno paralelo en la ciudad oriental de Tobruk.

Desde entonces, se comprendió que la estabilidad del país norteafricano pasaba por sus manos.

Mohammed Hijazi, un excomandate que fue su portavoz, lo describió como «la principal causa de la crisis que está paralizando el país».

Pero ¿quién este general libio, con nacionalidad estadounidense, que ha puesto otra vez a Libia al borde de una guerra?

De aliado a enemigo de Gadafi

Nacido en 1943 en la ciudad oriental de Ajdabiya, Haftar recibió entrenamiento militar en la antigua Unión Soviética antes de pasar a ser uno de los militares al servicio del coronel Gadafi, a quien ayudó a derrocar al rey Idris en 1969.

Desde entonces, se convirtió en uno de los hombres de confianza del nuevo líder libio, quien lo nombró Jefe del Estado Mayor del Ejército.

Se dice que el nuevo gobernante lo veía como «un hijo».

Para 1986 ya había obtenido en rango de coronel y Gadafi lo nombró comandante de las fuerzas militares libias involucradas en el conflicto con Chad.

Pero ahí llegó su caída.

Libia fue derrotada por las fuerzas de Chad apoyadas por los franceses y Haftar y 300 de sus hombres fueron capturados en 1987.

Gadafi, que había firmado antes un acuerdo por el que se comprometía a retirar sus tropas, quedó en evidencia y renegó de él.

Haftar fue acusado de traición por haber abandonado el Ejército y haber permitido que sus soldados cayeran prisioneros.

Pasó varios años en las cárceles de Libia y luego, tras una negociación con la CIA en 1990, fue liberado y se exilió en Estados Unidos.

Algunos historiadores aseguran que desde entonces y por los próximas dos décadas se dedicó a pensar estrategias para a derrocar al líder libio.

Se mudó al estado de Virginia, en EE.UU., y su proximidad allí con la sede CIA llevó a muchos a comentar sobre una supuesta relación con los servicios de inteligencia estadounidenses, que apoyaron, según documentos desclasificados después, varios intentos de asesinar a Gadafi.

Regreso del exilio

Tras el inicio de la revuelta contra Gadafi en 2011, Haftar regresó a Libia.

Cruzó desde Egipto y se convirtió en un comandante clave de las fuerzas rebeldes en el este.

Pero después de la caída de Gadafi en octubre, se perdió su rastro por más de dos años.

Hasta febrero de 2014, cuando, después de las elecciones respaldadas por la ONU, apareció en la televisión con un mensaje en el que anunciaba su plan para «salvar a la nación».

Pidió a los libios que se alzaran contra el parlamento electo, el Congreso Nacional General (GNC), que debía dirigir el curso del país después de la transición.

Su dramático anuncio se hizo en un momento en que la segunda ciudad más importante de Libia, Bengasi, y otras más pequeñas del este, habían sido ocupadas por Ansar al-Sharia (una especie de filiar local de al-Qaeda) y otros grupos islamistas.

Aunque Haftar no tenía medios para poner en práctica su plan, su anuncio fue visto como un reflejo del sentimiento popular, especialmente en Bengasi, que se había desencantado con el fracaso del GNC y su gobierno para enfrentar a los islamistas.

Su popularidad se hizo creciente en el oriente, aunque no así en el resto del país, donde se le recuerda más por su asociación con Gadafi y sus conexiones posteriores con EE.UU.

Pero su mensaje en televisión fue solo el inicio de una estrategia militar mayor.

Operación Dignidad

En 2014, Haftar lanzó la llamada Operación Dignidad contra militantes islamistas en Bengasi y en el resto de la región oriental.

En marzo de 2015, el parlamento electo de Libia, la Cámara de Representantes (HoR), que había reemplazado al GNC, lo nombró comandante del Ejército Nacional de Libia (LNA).

Después de un año de poco progreso, en febrero de 2016, el LNA expulsó a los militantes islamistas de gran parte de Bengasi y, a mediados de abril, otra acción militar los desalojó de otros importantes bastiones.

Aunque varios expertos coinciden en que su conexión con la CIA para entonces ya no existía, se ha dicho que recibió apoyo secreto de Occidente, principalmente de Francia.

Y si bien París mantuvo silencio sobre estas acusaciones, en 2016, tres suboficiales franceses murieron a bordo de un helicóptero perteneciente a las fuerzas de Hafter.

Operación Trueno Veloz

En septiembre de 2016, el LNA lanzó la operación «Trueno Veloz», con la que confiscó a la Guardia de Instalaciones Petroleras (un grupo armado alineado con el GNC), las enclaves petroleros de Zueitina, Brega, Ras Lanuf y Sidrah.

Todos ubicados en una región rica en hidrocarburos llamada la «media luna petrolera».

En reconocimiento, el comandante supremo de las fuerzas rebeldes, Agilah Saleh, ascendió a Haftar de teniente general a mariscal de campo.

En 2017, tras la recaptura de la ciudad de Derna, fue acusado de crímenes de guerra, por supuestamente ordenar asesinatos extrajudiciales de prisioneros, secuestros, destrucción de comunidades y desapariciones forzadas.

Desde entonces, mantuvo sus acciones contra grupos islamistas, hasta que el 4 de abril de 2019, instó a sus fuerzas a avanzar hacia Trípoli.

Fuerzas del gobierno llegaron desde Misrata, en el norte del país, hasta la capital, para defender a la ciudad de las tropas rebeldes.

Los bombardeos ya comenzaron y nadie se atreve a pronosticar qué pueda pasar a partir de ahora.

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