Benjamín Netanyahu, que con el 97 % de los votos escrutados acaba de ganar por la mínima en las elecciones israelíes de este martes, se encamina hacia su quinto mandato como primer ministro, un récord que le llevaría en los próximos meses a superar al histórico David Ben Gurión como líder con más tiempo en el cargo.
En la que parecía una de las elecciones más difíciles que le tocó afrontar,
Netanyahu y su partido, el Likud, se han impuesto nuevamente, aunque por los pelos y sacando el mismo número de escaños que su principal contrincante, Beni Gantz. Según los analistas, todo parece indicar que formará una coalición de derechas que le permitirá encabezar en nuevo gobierno israelí.
Así, el apodado «Bibi» demostró una vez más la astucia política que lo caracteriza y logró sobreponerse a los obstáculos que se le presentaron en una de las campañas más reñidas en mucho tiempo.
A fines de febrero, cuando el fiscal general del Estado anunció que le imputaría por tres causas distintas de corrupción, incluyendo cargos de fraude y soborno, su continuidad en el poder parecía tambalearse.
Sin embargo, y confirmando la inquebrantable lealtad de sus seguidores, esta decisión terminó siendo un traspié que no tuvo un gran impacto en su popularidad. Podría, sin embargo, dificultar su tarea de formar coalición para un nuevo Ejecutivo.
Está además por ver las consecuencias que tendría sobre esa coalición si finalmente hay una imputación, que está aun pendiente de una vista.
Tras lograr cinco escaños más que los que tenía en la anterior Knéset, el «Rey Bibi», como se lo llama en las calles israelíes, aparenta estar más fuerte que nunca. Después de haberse convertido recientemente en el primer ministro de mayor duración consecutiva en el cargo, este nuevo triunfo le encamina a aventajar a Ben Gurión como el gobernante que más tiempo ha ejercido el puesto.
En un país que se caracteriza por sus vaivenes políticos, Netanyahu ha logrado perpetuarse en el poder de manera ininterrumpida desde 2009, sumado a los tres años en que había servido ya como primer ministro entre 1996 y 1999.
Nacido hace 69 años en el seno de una familia sionista y secular en Tel Aviv, Netanyahu pasó mucho tiempo de su infancia y adolescencia en EE.UU. por el trabajo de su padre historiador. Allí cursó luego sus estudios universitarios en el prestigioso MIT y luego en Harvard.
Durante esos años intercaló sus estudios con su servicio militar en Israel, donde llegó a ser oficial de la famosa «Sayeret Matcal», la unidad de élite del Estado Mayor del Ejército, y sirvió en múltiples operaciones, incluida la Guerra de Yom Kipur, en 1973. Su carrera política sólo comenzaría en 1982, como número dos de la delegación diplomática de Israel en EE.UU., de donde pasó a ser embajador en las Naciones Unidas.
En 1988 regresó a Israel y, en un meteórico ascenso, se convirtió a los 46 años en el primer ministro más joven de la historia política nacional, tras haber sido acusado de incitar indirectamente al asesinato de Isaac Rabin en las virulentas manifestaciones de la derecha contra los acuerdos de paz de Oslo.
Truncado su primer mandato, se apartó de la política para dedicarse a los negocios, regresando a finales de 2002 como ministro de Asuntos Exteriores y luego de Finanzas. En las elecciones de 2009, ya como líder del Likud, partido que aún encabeza, Netanyahu fue el segundo candidato más votado detrás de la centrista Tzipi Livni, que le superó en un escaño.
La fortaleza de su bloque derechista, sin embargo, le permitió ser quien formó gobierno, comenzando así su segundo mandato como primer ministro, cargo que retendría luego en las elecciones de 2013 y 2015, con coaliciones cada vez más inclinadas hacia la derecha. Su ideología política incluye una férrea defensa del libre mercado, de la identidad y mayoría judías del estado y el mantenimiento del statu quo en relación a Jerusalén y la ocupación de los territorios palestinos. Parte de su campaña giró también en torno a su alianza con el presidente estadounidense, Donald Trump.
Ese vínculo logrado por Netanyahu incluyó logros diplomáticos como el reconocimiento de Jerusalén como capital el 6 de diciembre de 2017, el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén el 14 de mayo de 2018 y el reconocimiento de la soberanía israelí sobre los sirios Altos del Golán el pasado 25 de marzo, en tanto que líderes de países árabes paulatinamente comienzan a mostrarse abiertos a la posibilidad de normalizar relaciones con Israel.
Analistas han caracterizado su campaña de sucia debido a sus ataques contra Beni Gantz, su rival electoral, la Corte Suprema, el presidente Reuvén Rivlin, los partidos árabes y gran parte de los candidatos que no lo apoyaban.
Tal como sucedió en campañas anteriores, en los días previos a las elecciones fue empleando una retórica cada vez más fuerte, alertando sobre la amenaza que representaban los árabes y la izquierda israelí, y con la promesa de anexión de asentamientos en Cisjordania como el último gran regalo preelectoral a sus votantes.
EFE