Esta semana se conocieron los primeros resultados del Gran Debate Nacional, un ejercicio inédito de democracia participativa, lanzado por el presidente Emmanuel Macron para dar respuestas a las manifestaciones y reivindicaciones de los ‘chalecos amarillos’.
“Los debates nos indicaron claramente qué camino seguir: debemos bajar los impuestos, y bajarlos más rápido”, dijo el pasado lunes el primer ministro francés, Edouard Philippe, quien no reveló ninguna medida concreta, pero sí reconoció que “hay una inmensa exasperación fiscal” entre los franceses. Precisamente, fue el aumento de los impuestos a los carburantes lo que desencadenó las manifestaciones.
La iniciativa de dos meses de duración, de enero a marzo, expuso una hoja de ruta de cuatro grandes temas: transición ecológica, fiscalidad y gasto público, organización de los servicios públicos y democracia y ciudadanía. Miles de contribuciones en línea fueron recogidas, así como debates organizados en asambleas, universidades y alcaldías. El diario Le Monde constataba que un primer corpus de textos contaba con 68 millones de palabras, es decir, 45 veces los siete volúmenes de la novela En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, o 132 veces Los Miserables de Víctor Hugo.
De manera casi maratónica en 80 días, el presidente realizó 14 debates, se encontró con 2.310 representantes de gobiernos locales, 60 intelectuales, 350 líderes mujeres, se reunió con universitarios, bachilleres y niños de colegio. Como suele ser la cultura académica francesa, se preparó con gran diligencia.
En el marco del debate se constituyó un colegio de cinco garantes para asegurar la transparencia, acompañar a la ciudadanía y realizar la veeduría del ejercicio. En ese contexto entrevistamos a Pascal Perrineau, uno de los cinco miembros, reconocido politólogo y profesor emérito del prestigioso centro académico de Sciences Po, quien asegura que este cuerpo colegiado facilitó mayor independencia, neutralidad e inclusión en el proceso.
Genera un choque ver los actos vandálicos de los ‘chalecos amarillos’, y esto empaña reivindicaciones legítimas de una parte de la sociedad que ha sido excluida. ¿Cómo definir la raíz del problema?
En primer lugar, este proceso no se habría dado sin este movimiento social nuevo, los chalecos amarillos. Ellos nacen en octubre pasado alrededor de dos temas concretos y de actos simbólicos definidos: su rechazo contra el cambio de la velocidad de circulación de los 90 km hora a 80 km hora y el aumento de los impuestos en los carburantes. Estas dos acciones dificultan la movilidad de los que viven lejos de las ciudades, lejos de los lugares de trabajo, lejos de los lugares de ocio, lejos de los equipamientos de servicios públicos. Para ellos, su carro es un imperativo todos los días. Estas medidas iban en detrimento de su capacidad adquisitiva. Estos son verdaderos problemas que no fueron evaluados oportunamente por las élites políticas y administrativas. En particular, por el presidente de la república. Creyeron que esto iba a pasar y no escucharon las primeras reivindicaciones. Si el movimiento no hubiera persistido, no les habrían dado nada.
¿Cuáles son los actos simbólicos?
El simbolismo del chaleco amarillo es fundamental. Es un elemento que usted tiene en su carro y lo utiliza cuando tiene algún problema. El chaleco es para que sea visto y es un instrumento asociado a la movilidad. Otro punto, el de encontrarse simbólicamente en los ronds points. Francia es el país que más ronds points tiene en sus carreteras para organizar la movilidad. Así acapararon todas las miradas.
Adicionalmente, el gobierno no tomó en serio la contestación. Por último, la movilización hacia las grandes ciudades para demostrarle al centro, a las ciudades ricas, su rabia. Es un sublevamiento popular contra los ricos, las élites.
Podríamos decir que es un problema estructural, más que coyuntural…
Es el síntoma de una crisis que sentíamos venir, pero no imaginábamos que iba a tener este desenlace. Es una crisis con tres fracturas que se superponen y generan la violencia del choque. La primera fractura es social. Francia puede ser un país menos desigual que otros, pero históricamente los franceses son un pueblo con una cultura igualitaria. Acá le cortamos la cabeza a los reyes con la Revolución francesa, y, luego, con las revueltas populares del siglo XIX y las posteriores, se creó un temperamento igualitario. En otros países se hablará de equidad o de solidaridad, pero no de igualdad. El nuestro es un concepto fuerte de igualdad que pertenece a una cultura revolucionaria.
Francia puede ser un país menos desigual que otros, pero históricamente los franceses son un pueblo con una cultura igualitaria
¿Cuáles son las otras fracturas?
En segundo lugar, la fractura territorial. Hay ciudades ricas pero con cinturones de pobreza en donde la gente pasa dificultades económicas, de salud, no pueden ir a un espectáculo. Esta fractura territorial se endureció. Estas personas se dan cuenta de que tienen una injusticia social y territorial. Y la tercera fractura es política. Desde hace más de 20 años, la distancia entre los franceses y su sistema de representación política no ha dejado de crecer. Se elige un presidente, y dos semanas después no se tiene confianza. Esto es válido para cualquiera: François Hollande, Nicolas Sarkozy, Emmanuel Macron.
¿Cómo podría calificar el liderazgo del presidente Macron, quien no está muy bien en las encuestas?
El presidente lleva dos años en ejercicio. Los primeros de la fila están muy bien, hacen su trabajo, como por ejemplo las empresas. El mismo presidente es inteligente y se desenvuelve bien. ¿Pero qué pasa con los de abajo? ¿Están siendo jalonados? Por el momento, no.
Sin embargo, había mucha esperanza en el presidente…
El estilo del presidente pudo ser otro factor adicional de malestar. Porque no tiene un trabajo político histórico. Sarkozy lo tuvo, aun siendo impopular tenía un recorrido político; Hollande también tenía más experiencia, eran presidentes astutos. Macron no tiene raíces locales. No fue jamás un presidente de región, no fue alcalde, no tiene tierra en sus zapatos. Esto es coyuntural, pero agravó las cosas.
La historiadora Mona Ouzef asegura que el problema de este movimiento es que no tiene un pensamiento detrás como lo fueron los pensadores del Siglo de las Luces para la Revolución francesa. El movimiento está atrapado en la inmediatez, sin una visión de sociedad.
La crisis de las ideas data de tiempo atrás. Pero Macron contribuyó a esto en gran medida cuando aseguró en la campaña no ser de izquierda ni de derecha. O al afirmar que llevaría consigo un programa con ideas de izquierda y de derecha. ¿Cuál es el proyecto que está detrás? Es un eslogan que genera confusión.
El Gran Debate es un éxito frente al mecanismo de democracia participativa que en general se estima en un 1 por ciento de la población
¿Tiene alguna incidencia su juventud?
Su juventud fue al inicio un punto importante, pues todos pensaron que esto iba a cambiar. En particular, por la renovación. Pero su juventud se transformó rápidamente en una limitante porque Macron no es una figura que proteja. Un líder político debe proteger, así como también emancipar, mostrar el camino, dar una dirección. Debe dar confianza, tranquilizar. Él es muy radical, no tiene alianzas y su nuevo partido creado de la nada no tiene raíces territoriales.
¿Cómo evalúa el ejercicio del Gran debate?
Se creó una página en internet donde se enviaron miles de propuestas, se completaron con miles de mensajes en los llamados cuadernos ciudadanos dispuestos en las alcaldías y miles de ciudadanos enviaron cartas. Los resultados muestran que es una experiencia de democracia participativa que funcionó.
¿Se podría decir que es representativa de la sociedad?
El resultado es que 2 millones de franceses participaron. Existen 47 millones de ciudadanos registrados en las listas electorales. Y 37 millones fueron los que votaron en la primera vuelta presidencial. El Gran Debate es un éxito frente al mecanismo de democracia participativa que en general se estima en un 1 por ciento de la población en cuestión. Acá se movilizaron alrededor de 4 o 5 por ciento. Pero no podemos hablar de todos los franceses. Sería un grave error.
¿Qué conclusiones podría adelantarnos del ejercicio?
Tenemos observaciones positivas y negativas. Fue un buen ejercicio en la medida en que mucha gente participó. Hubo pocos excesos, no hubo desorden público, tampoco derivas xenófobas o racistas. El gobierno hizo un buen papel en el tema de la transparencia. Los dos miembros del gobierno fueron muy abiertos y nos escucharon.
No nos habían escuchado cuando les solicitamos que el presidente dejara desarrollar libremente el debate. El presidente y el gobierno mantuvieron una activa comunicación en el ejercicio. Esto genera confusión. Viene probablemente de los temperamentos presidenciales en Francia, que consideran que deben ocuparse de todo.
¿Cuáles son los resultados?
El próximo lunes entregan el primer análisis. Luego entregarán otro a finales de abril.
¿Podría adelantarnos algunos temas?
Los análisis nos van a decir algunas cosas de los temas planteados por el presidente y su gobierno. Pero sabemos que los franceses incluyeron otros puntos: poder adquisitivo, salud, educación y empleo y condiciones de la reactivación económica. Y se darán a conocer propuestas concretas a cada eje y una guía con el contenido de los análisis.
¿Este ejercicio da cuenta de las fracturas de la sociedad francesa?
Es posible ver en los mecanismos de participación diferentes clases sociales. El sitio web interesó sobre todo a la gente de las ciudades, con diplomas altos, clase media y con recursos. Más cercanos al partido de gobierno La República en Marcha o la derecha clásica. En las reuniones locales se encuentra un auditorio más heterogéneo. Los cuadernos ciudadanos sí son muy populares. Porque es gente que no quiere ir a reuniones. Son tímidos para participar en un debate y posiblemente no tengan computador.
Hay mucha expectativa, ¿cuáles serán las salidas?
No es solo una respuesta del presidente sino de todos los representantes. La Asamblea Nacional y el Senado, las asambleas territoriales, las regiones y las comunas fueron interrogadas. Es el conjunto del mundo de la representación que estará obligada a contestar. Claro, fue lanzada por el presidente, y él estará en el primer plano.
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ
PhD Universidad de la Sorbona
Profesora Sciences Po