«Lo intenté tres veces, pero no fui capaz de lograr que el Parlamento aprobara el acuerdo de divorcio». «Creo que era correcto perseverar incluso cuando las posibilidades de fracasar parecían altas, pero ahora me parece claro que en el interés del país es mejor que un nuevo primer ministro lidere ese esfuerzo», fueron las palabras de la primera ministra británica Theresa May al anunciar que dejará su cargo.
Visiblemente emocionada y con la voz quebrada, la primera ministra británica dimitió reconociendo su incapacidad para hacer aceptar el acuerdo negociado con Bruselas y dejando al Reino Unido bajo la amenaza de un ‘brexit’ brutal.
Al borde de las lágrimas, frente a la puerta del número 10 de Downing Street, su residencia oficial en Londres, May fijó la fecha de salida para el próximo 7 de junio, después de recibir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien visitará Reino Unido del 3 al 5.
La semana siguiente comenzará el proceso para designar a su sucesor, que será nombrado antes del descanso parlamentario, el 20 de julio. Numerosos aspirantes deberían lanzarse en los próximos días a esa carrera.
Pero de momento el único que anunció oficialmente sus ambiciones es el controvertido exministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, defensor de cortar claramente los puentes con la Unión Europea y que inmediatamente llamó al país y al Partido Conservador a «unirse y cumplir con el ‘brexit'».
Rebeldes enfurecidos
La jefa de gobierno conservadora, que llegó al poder en julio de 2016 a raíz de la renuncia de su predecesor David Cameron tras el sorprendente resultado del referéndum, quería a toda costa sacar a su país de la UE, pero desde hacía meses estaba cada vez más sola y debilitada políticamente.
Tras año y medio de arduas negociaciones con la UE, el 25 de noviembre había logrado firmar con sus 27 socios europeos un Tratado de Retirada que en 585 páginas recoge las condiciones de la salida británica, desde la factura de 39.000 millones de libras que tendrá que pagar Reino Unido hasta los derechos de los europeos que residen en el país.
Pero este acuerdo decepcionó tanto a los proeuropeos como a los euroescépticos: para los primeros aleja demasiado a Reino Unido de la UE, para los segundos lo mantiene demasiado cerca.
La Cámara de los Comunes rechazó estrepitosamente el texto en tres ocasiones entre enero y marzo. En la primera, May tuvo que soportar la peor derrota jamás sufrida por un gobierno británico en el Parlamento: 432 diputados votaron en contra y solo 202 a favor.
Fiel a su reputación de perseverante, la líder conservadora había anunciado el martes un cuarto voto desesperado para principios de junio en el que incluyó algunas reivindicaciones de la oposición laborista, con la que negoció sin éxito durante seis semanas.
Pero esto no bastó para convencer a la izquierda y enfureció aún más a unos rebeldes conservadores que, tras presionarla para que anulase dicha votación, decidieron no esperar más para exigir su dimisión inmediata en una reunión a primera hora del viernes que selló su suerte.
‘No cambiara en nada’
Tras el referéndum de junio de 2016 en que 52 por ciento de británicos votó a favor de poner fin a 45 años de integración europea, Reino Unido debía haber abandonado el bloque el 29 de marzo.
Pero ante el tozudo rechazo del Parlamento al acuerdo negociado por May, el ‘brexit’ fue pospuesto dos veces, la segunda hasta el 31 de octubre a más tardar. Los Tories deben «aprender la lección o morirán», afirmó el eurófobo Nigel Farage, líder del Partido del Brexit, considerando que May «juzgó mal» los deseos de los británicos y de sus compañeros de formación al insistir en mantener una estrecha relación con la UE.
La anunciada victoria de Farage en las elecciones europeas que Reino Unido celebró este jueves, pero cuyos resultados no se conocerán hasta el domingo, y la posibilidad de que un euroescéptico duro reemplace a May vuelven a poner sobre la mesa la posibilidad de un brutal ‘brexit’ sin acuerdo.
El ‘brexit’ duro parece en estas circunstancias una realidad casi imposible de frenar
«El ‘brexit’ duro parece en estas circunstancias una realidad casi imposible de frenar», estimó la portavoz del gobierno español Isabel Celaá. Sobre todo, habida cuenta que la UE no está dispuesta a renegociar el texto que May no logró hacer aceptar a euroescépticos ni proeuropeos.
Su dimisión «no cambiará en nada la posición adoptada por el Consejo Europeo para el acuerdo de salida», advirtió desde Bruselas una portavoz de la Comisión Europea, Mina Andreeva.
Está también por ver si la UE aceptaría, llegado el caso, un tercer aplazamiento del ‘brexit’. Preocupado por la amenaza de que un ‘brexit’ sin acuerdo conlleve la reinstauración de la conflictiva frontera entre su país y la provincia británica de Irlanda del Norte, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, advirtió que la situación puede ser «muy peligrosa» para Irlanda.
AFP