Las últimas caravanas aún presentes en el Everest intentaban este lunes alcanzar la cumbre, al término de una temporada mortal (8 muertos en la montaña más alta del mundo y 18 en el Himalaya nepalí) marcada a la debilidad, el agotamiento, los retrasos en la abarrotada ruta y los llamamientos a regular los ascensos a la cumbre de 8.850 metros de altura.
«Sólo quedan algunos montañistas del lado de Nepal, que subirán este lunes. Podemos decir que la temporada está casi terminada», expresó Gyanendra Shrestha, el encargado gubernamental de la montaña de 8.848 metros.
Los peligros propios de la extrema altura, así como a los «atascos» de escaladores causados por el gran flujo cobraron la vida de diez personas este año. Se trata de la temporada más cruenta en el Everest desde 2015.
Un escalador británico que estaba demasiado débil como para descender del Monte
Everest falleció el sábado, dijeron las autoridades, convirtiéndose en el octavo muerto en la montaña más alta del mundo y el número 18 en el Himalaya nepalí durante la actual temporada.
El año pasado cinco personas murieron. Al menos cuatro de los fallecimientos esta temporada se atribuyen al «trancón» que hay en la llamada «zona de la muerte». Estos atascos hacen perder un tiempo valioso y aumentan los riesgos de congelación, agotamiento y mal de altura.
A finales de mayo finalizaba la llamada «ventana de oportunidad», el periodo de escasas semanas en el que las condiciones son menos extremas. La consecuencia es que la cantidad de personas que coinciden en ese lapso y en la misma ruta para intentar llegar a la cima aumenta a diario.
La montañista india Anuja Vaidya, de 21 años, que alcanzó la cumbre el miércoles pasado, manifestó que su equipo tuvo que esperar más de una hora en el descenso porque había una hilera de escaladores en el camino.
Debido a estos atascos, «las botellas de oxígeno de muchos montañistas se agotan» explicó Ameesha Chauhan, otra alpinita india, que recibe tratamientos en Katmandú (capital de Nepal) tras congelarse la mano izquierda.
No puedo creer lo que he visto allá arriba. Muerte. Colas. Caos. Cadáveres en el camino y en las tiendas del campamento 4
«Algunos alpinistas murieron debido a su propia negligencia. Insistían en llegar a la cima cuando su oxígeno se reducía, lo que ponía en peligro sus vidas», aseguró Chauhan.
«Tenía la impresión de que el Everest estaba repleto. Solamente los alpinistas con algunas aptitudes y una cierta experiencia deberían tener un permiso para escalar», dijo la joven de 29 años.
Lam Babu Sherpa, quien coronó siete veces el Everest, advirtió que esta afluencia puede ser fatal, sobre todo si los equipos no llevan oxígeno extra.
«Había más de 200 personas en una hilera, y uno no puede adelantarlos. Era muy difícil, vimos equipos esperando durante dos o tres horas» el miércoles pasado, señaló Sherpa.El número total de personas que llegaron esta temporada a la cumbre se desconoce, pero podría superar el récord de 807 alpinistas, establecido el año pasado.
Este año, Nepal avaló para la temporada de primavera un récord de 381 permisos, al precio de 11.000 dólares cada uno. China otorgó unos 140. Cada titular de un permiso va acompañado por al menos un guía, lo que explica los atascos en las alturas.
La semana pasada dio la vuelta al mundo una foto del montañista Nirmal Puja que muestra una fila india de alpinistas muy abrigados arrastrando sus botas de escalada.
«No puedo creer lo que he visto allá arriba. Muerte. Colas. Caos. Cadáveres en el camino y en las tiendas del campamento 4.Gente a la que intenté convencer de volver, pero que acabó muriendo» narró por su parte en Instagram el alpinista Elia Saikaly.
Desde que las autoridades nepalesas liberalizaron el ascenso a esta montaña en los años 1990, las expediciones comerciales crecieron y en ese mismo orden también el número de escaladores.
La cima del Everest fue alcanzada por primera vez en 1953 por el neozelandés Edmund Hillary y el nepalés Tenzing Norgay.
AFP