EE. UU. prohíbe viajes grupales, cruceros y venta de carros a Cuba

El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump endureció este martes las sanciones a Cuba, prohibiendo los viajes educativos grupales de estadounidenses a la isla caribeña, los cruceros, así como la exportación de vehículos desde Estados Unidos.

«Cuba continúa desempeñando un papel desestabilizador en el Hemisferio Occidental, proporcionando una plataforma comunista en la región y apoyando a adversarios estadounidenses en lugares como Venezuela y Nicaragua al fomentar la inestabilidad, socavar el Estado de derecho y suprimir los procesos democráticos», dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, al anunciar las medidas.

El anuncio se hace una semana después de la activación del Título III de la Ley Helms-Burton por parte del Gobierno del presidente Donald Trump, que representa «un paso más en la agresiva aplicación excesiva de leyes norteamericanas contra terceros países y una gruesa violación de la soberanía de todos los Estados y del derecho internacional», según declaró entonces el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

Tras esto, los jefes de la diplomacia rusa y cubana firmaron un plan de consultas políticas ministeriales para el periodo 2020-2022 y abordaron la profundización de los lazos en las esferas económica, de inversión y cultural y humanitaria, escenificaron así la unión de dos «aliados estratégicos» frente a EE. UU.

Las medidas anunciadas este martes endurecen el embargo comercial a la isla y buscan presionar a La Habana para que retire su apoyo al presidente venezolano, Nicolás Maduro.

El Departamento de Estado aseguró que el objetivo es acabar con el «turismo velado» que, a su juicio, «ha servido para llenar los bolsillos de los militares cubanos, que son la misma gente que apoya a Nicolás Maduro en Venezuela y que reprime al pueblo cubano en la isla».

A partir de este miércoles estarán prohibidos los viajes culturales y educativos de contacto con el pueblo cubano, conocidos en inglés como «people to people» y que permitieron a miles de estadounidenses visitar la isla tras el deshielo iniciado en 2014 por el presidente de EE. UU. Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro.

Por regla general, los estadounidenses tienen prohibido hacer turismo en Cuba, pero hasta ahora podían viajar si cumplían con algunas de las doce categorías existentes: visitas gubernamentales, actividades de medios de comunicación o centros de investigación, proyectos educativos, religiosos y médicos, entre otros.

Ahora, esas categorías quedarán reducidas a once debido a la eliminación de la clasificación «people to people».

No obstante, las normas incluyen una excepción: se permitirán aquellos viajes educativos en esa categoría siempre que los viajeros ya hayan completado una transacción (como la compra de un vuelo o la reserva de un hotel) antes del 5 de junio, cuando entran en vigor las medidas.

Los grandes perjudicados por esa medida serán instituciones como la National Geographic, el grupo de museos Smithsonian o el Museo Metropolitano de Nueva York (MET), que organizaban viajes culturales a Cuba, explicó Christopher Sabatini, experto en Latinoamérica en la Universidad de Columbia.

La Habana

Un crucero de la empresa estadounidense Carnival entrando a la bahía de la Habana, Cuba.

Foto:

Reuters

La organización Cuba Educational Travel, dedicada a organizar viajes culturales a la isla y una de las afectadas por estas medidas, las calificó de «desafortunadas» y aseguró que tienen una finalidad electoralista dirigida a los votantes de Florida.

Esta prohibición «es terrible para las compañías estadounidenses que están proporcionando empleo y pagando impuestos en los EE. UU. y al tiempo imprimen un impacto económico en la isla», aseguró en un comunicado Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel.

Sin embargo, las medidas de EE. UU. no se quedan ahí y, a partir de este miércoles estarán prohibidas las visitas de cruceros, yates y botes privados, así como de aviones privados y corporativos a Cuba.

En este caso, algunos de los mayores perjudicados serán las grandes cadenas de
cruceros, como Carnival, con sede en Doral (Florida) y que en su web sigue ofreciendo viajes para el año 2020.

Dentro de Cuba, las medidas impactarán a los «cuentapropistas» o trabajadores autónomos y a los restaurantes privados o «paladares», que habían florecido tras flexibilizarse las restricciones de viajes tras el acercamiento en 2014 entre los dos países.

La lista de damnificados también incluye a los artistas cubanos que vendían arte a los turistas y aquellos particulares que ofrecían recuerdos y artesanías, explicó el abogado Robert Muse, experto en la legislación estadounidense sobre la isla.

A pesar de las nuevas restricciones, los vuelos comerciales regulares, que se reanudaron en 2016 tras más de medio siglo, podrán seguir operando entre los dos países.

Según explicó una portavoz del Departamento de Estado, el Ejecutivo ha decidido mantener los vuelos comerciales porque suelen ser usados por los cubano-estadounidenses para visitar a sus familias en la isla, mientras que los
cruceros se usan para hacer turismo, algo prohibido por la ley.

Fracasarán otra vez

En la práctica, las medidas asestan un golpe al sector turístico de la isla, que es la segunda fuente de ingresos de divisas del Estado cubano, solo precedido por la exportación de servicios profesionales.

Según cifras del Ministerio cubano de Turismo, en el primer cuatrimestre de este año, EE. UU. era el segundo mercado emisor de visitantes a Cuba con 257.500 personas hasta abril para un crecimiento interanual de 93,5 %, pese a que legalmente los estadounidenses no tienen permitido viajar a la isla como turistas.

De esos viajeros, el 55 % llegó al país caribeño en crucero, una modalidad que creció el 48 % respecto al año anterior.

En Twitter, el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, rechazó las medidas de EE. UU. y vaticinó su fracaso: «Fracasarán otra vez». Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, Trump ha endurecido la política hacia Cuba con sanciones a los hoteles de la isla, reducciones del personal diplomático y la activación de una ley que permite demandas en tribunales estadounidenses por bienes expropiados tras la Revolución de 1959.

AFP

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