¿Para qué sirve reunir firmas en plataformas como Change.org?

Internet ha sido un escenario en los últimos años donde la ciudadanía acude a expresar sus inconformidades sociales y políticas. Mediante simples comentarios en redes como Facebook o Twitter, los usuarios suelen tener cientos (y hasta millones) de simpatizantes con comentarios o ‘Me gusta’.

La consolidación de las redes ha permitido que plataformas más estructuradas como Change.org utilice esos movimientos que se gestan en páginas web para crear campañas que recogen firmas a través de internet. Estos espacios tienen gran afluencia de internautas que expresan con un clic peticiones a favor o en contra de alguna medida, política o personaje.

Recientemente, la más sonada en Colombia ha sido la que ha promovido Daniel Samper para pedirle al senador Álvaro Uribe que se retire de la vida política. Hasta el momento en que se escribió este artículo, la petición había alcanzado 394.351 firmas de 500.000 que se establecieron como meta.

Pero este no ha sido el único caso. ‘Dejusticia’, por ejemplo, un centro de estudios jurídicos y sociales colombiano, también creó una ‘firmatón online’ para promover la deforestación cero en la Amazonía.

En casos internacionales, cientos de personas firmaron para que el gobierno de Rusia liberara al periodista Iván Golunov, quien había sido detenido en medio de evidencias controversiales que desataron una oleada de críticas.

Protestas en Rusia

Gobierno ruso cedió este martes a las presiones y puso en libertad sin cargos al periodista de investigación Iván Golunov; miles de moscovitas salieron a la calle para protestar contra su detención.

Foto:

Yuri Kochetkov / Efe

Otro caso viral y curioso fue en el que más de un millón de usuarios firmó para rehacer la última temporada de la serie Juego de Tronos que a juicio de muchos no llenó las expectativas de la fanaticada.

Las dudas que surgen con estas propuestas y peticiones variopintas y diversas es si tienen alguna repercusión en los lugares que se promueven.

En primer lugar, el abogado David Lizarazo, quien trabaja en la firma Lizarazo & Álvarez, explica que en el caso colombiano los únicos mecanismos de participación ciudadana que son vinculantes están consagrados en la Constitución. En ese sentido, las peticiones a través de estas plataformas no tendrían ningún tipo de repercusión jurídica. Sin embargo, estas campañas e iniciativas suelen tener un gran impacto en la opinión pública que terminan ejerciendo algún tipo de presión.

La campaña que promovió ‘Dejusticia’ fue el inicio de un punto de partida para entregar una carta firmada por más de 80.000 personas que pedían cambiar la meta de deforestación que el Presidente Duque propuso en el Plan Nacional de Desarrollo. El documento fue entregado al Congreso de la República como un clamor ciudadano que estuvo respaldado a través de Change.org.

En el caso del periodista ruso, este fue liberado luego de las críticas que llovieron desde muchos lugares, incluyendo la plataforma de firmas que ayudó a visibilizar la situación. Pero verificar qué tanto impacto tuvo en la decisión del gobierno no es sencillo de establecer.

Deforestación

En la Amazonia colombiana se concentra el 65 por ciento de la deforestación nacional, según cifras de 2017.

Foto:

Tatiana Pardo Ibarra

Angélica Rodríguez, profesora e investigadora del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, explica que las firmas a través de estas plataformas sirven para tomarle el pulso a las sociedades sobre temáticas que son de interés público.

“Algunas son superficiales, pero también hay temas de gran relevancia: como el amazonas, cuestiones de género, etc. De alguna manera, (las firmas online) sirven para ejercer presión y para llegar a otros escenarios. Estas campañas (en internet) facilitan la comunicación entre la sociedad y, algunas veces, permiten la unidad en torno a una causa en la que, de alguna forma, no se gestaría si no fuera a través de este medio”, agrega Rodríguez.

La investigadora reconoce que este tipo de iniciativas actualmente son tenidas en cuenta en la academia que estudia este tipo de movimientos activistas que se están dando a través de estas plataformas. Y aunque no tienen una repercusión jurídica o vinculante, algunas suelen tener un eco hasta que logran un cambio.

En España, por ejemplo, protestaron porque los almacenes de ropa usaban maniquíes delgados que promovían un estereotipo de belleza que a juicio de muchos eran un aliciente para la anorexia. La ‘firmatón’ llevó a que puntos de ventas incluyeran maniquíes más cercanos a la realidad y al cuerpo de las personas.

“Muchas veces estas campañas llevan a la trivialización y a la ‘ultrasimplifación’ de temáticas que la gente piensa que con una simple firma, o con un clic, se está haciendo activismo, y ese es un compromiso que se puede poner en duda”, comenta Angélica Rodrígez y agrega: “no todas las campañas tienen un fin exitoso”.

Mario Morales, analista de la ‘cibercultura’ de la Universidad Javeriana, explica que la plataforma Change fue una de las primeras que incursionó en este tipo de activismo por internet. “A lo largo de los últimos 12 años ha demostrado su fortaleza para influir la opinión pública desde lo simbólico. Este es un activismo de firmas no tiene un valor jurídico o legal”, dice Morales.

En ese sentido, Mario Morales explica que las ‘firmatones en línea’ tienen dos propósitos: darle espacio a la opinión ciudadana en grupos que no se han podido manifestar y generar cambios sociales simbólicos de orden político e ideológico donde han tenido una repercusión trascendental.

“En el fondo, el gran valor de Change es sentar las bases para que otros construyen y generen un sustrato emocional para que líderes creen medidas, decretos y movimientos que redunden en beneficios para determinadas poblaciones”, puntualiza.

REDACCIÓN APP

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