Las imágenes son perturbadoras. Los cuerpos de los salvadoreños Óscar Martínez y Valeria, su hija de 23 meses, ahogados en el intento de atravesar las caudalosas aguas del río Bravo, en la frontera de México con Estados Unidos; o la de Fabiola, la haitiana encerrada en un centro migratorio que se arroja al suelo para suplicar bajo el portón ayuda para su hijo enfermo. Dos dramáticas postales de esta semana que desnudan el infierno mexicano y estadounidense de la inmigración en busca del ‘sueño americano’.
Óscar y Valeria murieron abrazados ante la vista desesperada de su madre, de 21 años, que no alcanzó a pasar. Se cansaron de esperar que les dieran respuesta a sus solicitudes de asilo y se lanzaron a cruzar el río cerca de la ciudad mexicana de Matamoros.
Mientras que Fabiola, en un español precario y en medio del llanto, se desgañitaba en Tapachula rogando por su hijo: “¡Está enfermo, muchos días, está sufriendo mucho, poquita comida, no hay agua potable. Ayúdame, por favor, ayúdame!”.
Pero también están las serias denuncias sobre pésimas condiciones de salubridad en centros de acogida de niños en la ciudad texana de Clint, que ya le costaron la cabeza a John Sanders, el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Todas señales inquietantes del cada vez más drástico deterioro de la situación de los inmigrantes luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, en busca de su reelección, adoptó la criminalización de la migración como estrategia de campaña y conminó al gobierno del mexicano Andrés Manuel López Obrador a frenar la llegada de centroamericanos y caribeños so pena de duros aranceles a su muy dependiente economía.
Con lo cual López Obrador, que al principio se había declarado de puertas abiertas, tuvo que dar la orden de desplegar 21.000 soldados y policías en sus fronteras para frenar a los indocumentados.
Durante los primeros cinco meses de 2019 se triplicó la cantidad de migrantes que México detuvo mensualmente hasta alcanzar los 23.679 en mayo. Eso ha tensado su red de centros, con financiación insuficiente, lo que ha hecho que abunden las denuncias sobre las extremas condiciones que deben soportar los indocumentados. Inmigrantes en el centro de detención Siglo XXI, el más grande del país, ubicado en el sureño estado de Chiapas, hablan de hacinamiento extremo, escasez de agua, alimentos y atención médica limitada.
También, de que los niños mayores de 13 años fueron separados de sus padres, y de brotes masivos de diarrea. Esto ha provocado disturbios en los que cientos han escapado.
Hay fotos de inodoros tapados y desbordados de basura; así mismo, de decenas de hombres semidesnudos tendidos sobre colchones en un pasillo o durmiendo, incluso, en los baños.
Para Dolores París, investigadora del Colegio de la Frontera Norte, “hay una emergencia humanitaria, y en vez de atenderla se está gastando una enorme cantidad de dinero en militarizar el país (…). Están deportando a toda velocidad, sin el debido proceso (…). Los niños son “encerrados con adultos en hacinamiento, sin atención médica, sin higiene”. Según la experta, un centro de detención de la cercana Tuxtla Gutiérrez presenta una sobrepoblación de 400 por ciento.
Hay una emergencia humanitaria, y en vez de atenderla se está gastando una enorme cantidad de dinero en militarizar el país
Entre tanto, las superadas autoridades estadounidenses reportan un pico en la llegada de migrantes: solo en mayo se contabilizaron 144.000 detenciones.
Las imágenes “son indignantes”, dice, por su parte, Javier Urbano, profesor investigador en estudios internacionales de la Universidad Iberoamericana.
“México es un laboratorio de ensayo” de Trump (…). Es una “torpeza monumental pensar que al poner militares la migración parará”, pues los centroamericanos buscarán caminos alternos pero más peligrosos, que los pueden poner en la mira de las mafias de trata de personas o de narcotraficantes.
A su turno, López Obrador dijo tener la “conciencia tranquila”, pues considera “necesario mantener buenas relaciones” con EE. UU.
Los indocumentados pueden ser retenidos mientras esperan las visas de tránsito o la regularización de su situación. Pero algunos documentan meses en la misma situación, y sin definición cercana.
Édgar Corzo, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), dijo que el proceso no debe durar más de 15 días, pero que Siglo XXI ha estado al doble de su capacidad de 970 personas durante meses.
Para París, los migrantes viven una “revictimización”. “Huyen de la persecución o violencia generalizada y llegan a México para que les arranquen a los niños, los encierren y los deporten al lugar peligroso” que querían evitar.
La injerencia en migración de la Guardia Nacional de México, creada recientemente y cuyo propósito era combatir el crimen organizado, también ha sido criticada por estar conformada por militares a los que solo se les ha colocado una insignia de GN, sin haber recibido la preparación que legalmente deben tener en asuntos migratorios. Esto “es el síntoma de la urgencia de personal con el perfil adecuado. Evidentemente, las consecuencias son devastadoras”, concluyó Urbano.
Y para remate, la imagen de Óscar y Valeria que conmovió al mundo y que según Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, “puede llegarle incluso a alguien como Trump”, no es algo precisamente nuevo.
Desde octubre del año pasado se han encontrado 21 ahogados en el sector de Del Río, Texas: un incremento del 57 por ciento en comparación con periodos anteriores. Y en ese mismo sector han sido rescatados unos 400 inmigrantes.
REDACCIÓN INTERNACIONAL*
Con Reuters y AFP