El ‘Termitator’ del Congo es condenado por crímenes de lesa humanidad

La Corte Penal Internacional (CPI) declaró este lunes culpable de trece crímenes de guerra y cinco de lesa humanidad al exrebelde apodado «Terminator», Bosco
Ntaganda, tras una vida de violencia y extorsión en la República Democrática del Congo (RDC).

Ntaganda, un tutsi nacido en Ruanda y nacionalizado después congoleño, era acusado de permitir violaciones a menores de edad, reclutar a niños soldados y masacrar a la población civil en la provincia de Ituri (noreste de RDC).

Sin embargo, en los alegatos finales del juicio en La Haya (Holanda) se mantuvo firme en su decisión de declararse inocente de todos los cargos y afirmó: «Soy un revolucionario, no un criminal».

Soy un revolucionario, no un criminal

Nacido en 1973 en la pequeña ciudad ruandesa de Kiningi, Ntaganda se desplazó a la vecina RDC muy joven y cursó allí la escuela secundaria, aunque no llegó a graduarse.
En 1990 se unió a los 17 años al Frente Patriótico de Ruanda (FPR), grupo liderado por Paul Kagame, actual jefe de Estado ruandés, que puso fin al genocidio perpetrado en 1994 en ese país por la mayoría hutu contra la minoría tutsi.

Más tarde, el hombre conocido como «Terminator» por su implicación directa en la primera línea de fuego, se unió al Ejército Patriótico de Ruanda (Ejército surgido del FPR), con el que participó en la invasión armada de RDC en 1996.

Después de ese episodio y de navegar por diversas milicias rebeldes congoleñas, en 2002 se integró en la Unión de Patriotas Congoleños como jefe de su rama militar, las Fuerzas Patrióticas para la Liberación del Congo, donde permanecería hasta 2005.

Genocidio en Ruanda

Un niño se cubre la nariz mientras camina en medio de los cuerpos de civiles asesinados en Ruanda, durante la guerra en 1990.

Foto:

Reuters / Corinne Dufka

La fiscal jefa en la CPI, Fatou Bensouda, aseguró que, entre julio de 2002 y marzo de 2003, las tensiones étnicas causaron la muerte de unas 5.000 personas en la provincia de Ituri, donde actuaba ese grupo.

Más adelante, Ngatanda ingresó en el movimiento Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), una guerrilla fundada en 2006 por el señor de la guerra congoleño Laurent Nkunda con que tenía simpatía por los tutsis y buscaba a supuestos genocidas hutus escondidos en la selva de la RDC.

Tras derrocar a Nkunda, Ntaganda asumió su liderazgo y, junto con sus hombres, se unió a las Fuerzas Armadas de RDC después de firmar un acuerdo de paz el 23 de marzo de 2009 con el Gobierno congoleño. Ntaganda llegó a liderar a unos 50.000 hombres y tenía su base en Goma (ciudad del noreste), donde llevaba una vida acomodada y la población recuerda aún con temor su presencia en la zona.

Según informó Human Rights Watch (HRW) en 2013, Ntaganda reclutó para su grupo al menos a 149 niños y jóvenes. Así lo relató a la organización una mujer de Birambizo, en Kivu del Norte: «Nos pidió que le entregáramos a nuestros hijos, nuestros alumnos, para luchar. Vino él mismo a nuestra aldea», dijo esta congoleña».

Ntaganda caminaba con confianza por los restaurantes y canchas de tenis de Goma, haciendo alarde de su impunidad como una medalla de honor mientras se involucraba en despiadados abusos contra los derechos humanos», afirmó la entonces investigadora para África de HRW, Anneke Van Woudenberg.

La Corte Penal Internacional ya había emitido su primera orden de arresto contra el guerrillero en 2006, bajo la acusación de reclutar a niños soldado durante la Segunda Guerra de RDC (1998-2003), pero el presidente del país en aquel momento, Joseph Kabila, se negaba a detenerlo y alegaba que no quería poner en peligro la paz nacional.

Reunió una gran fortuna a partir de una amplia red de extorsión en Kivu del Norte, que incluía numerosos puestos de control ilegales e impuestos

El acuerdo de paz firmado entre el CNDP y el Gobierno congoleño incluía, además, una amnistía para los milicianos, que permitió a «Terminator» ascender hasta el rango de general en las Fuerzas Armadas.

Además, durante esa época reunió una gran fortuna a partir de una amplia red de extorsión en Kivu del Norte, que incluía numerosos puestos de control ilegales e impuestos en muchas minas de la zona controladas por sus hombres, según informes de la ONU de 2011. Llegó a tener unos ingresos de 15.000 dólares a la semana solo por controlar un puesto fronterizo.

En abril de 2012, Ntaganda lideró un motín con la participación de unos 600 soldados por supuestos incumplimientos del acuerdo de paz, que daría nombre, precisamente, a un nuevo grupo liderado por él: el Movimiento 23 de Marzo (M23). Frente a la negativa de Kinshasa a entablar diálogo con los insurgentes, el M23 desató una nueva ola de violencia y alrededor de 800.000 personas se vieron forzadas a desplazarse.

Guerra en el Congo

Soldados del ejército congolés vigilan a un grupo de guerrilleros del M23 que se rindió en la villa de Chanzo, cerca de la localidad de Goma.

Foto:

Reuters

En mayo de 2012, como resultado del juicio a su antiguo jefe Thomas Lubanga, la CPI añadió nuevos cargos contra él: de asesinato, violación, ataques deliberados contra civiles y persecución por motivos étnicos. En 2013, tras perder poder frente a sus rivales dentro del propio M23, Bosco Ntaganda se entregó en la embajada de Estados Unidos en Kigali, capital de Ruanda, y desde allí fue trasladado a La Haya.

Durante el juicio en la CPI, los abogados del acusado consideraron que el propio
Ntaganda debería ser tratado como víctima, puesto que él mismo fue un niño soldado. La fiscal Bensouda, sin embargo, definió a «Terminator» como alguien «tan peligroso como Joseph Kony», el criminal más buscado de Uganda y líder del rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA), acusado de graves violaciones de derechos humanos.

Efe y Reuters 

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