El 7 de abril de 1989 el K-278 Komsomolets, un submarino nuclear soviético, quedó hundido para siempre en el Mar de Noruega.
Un incendio a bordo del sumergible causó que sus motores dejaran de funcionar. Cuarenta y dos de sus tripulantes murieron y otros 26 lograron escapar en botes de emergencia.
Ahora, 30 años después, por primera vez las autoridades noruegas utilizaron vehículos robóticos para explorar los restos de la nave.
De esa manera hallaron que el submarino está liberando niveles de radiación 800.000 veces más altos de lo normal.
Los vehículos tomaron muestras que revelan que hay cesio filtrándose desde los tubos de ventilación de la nave, que yace a 1.680 metros de profundidad.
En el momento del accidente, el K-278 cargaba dos torpedos con cabezas nucleares.
Su sección frontal tenía seis tubos lanzatorpedos. La nave también podía lanzar misiles de crucero.
No hay riesgo
La Autoridad Noruega para la Seguridad Nuclear y de Radiación (DSA) informó que las muestras de agua que se tomaron dentro y junto al tubo de ventilación del Komsomolets mostraron niveles de cesio radioactivo «mucho más altos de los normales encontrados en el Mar de Noruega».
La fuga que reportó la DSA es de 800 becquerelios por litro, cuando lo normal en el Mar de Noruega es de unos 0,001 becquerelios por litro.
La DSA, sin embargo, advirtió que esta fuga «no tendrá ningún impacto en los peces y la comida marina de Noruega».
Los niveles de radioactividad en el Mar de Noruega son bastante bajos y estas filtraciones del Komsomolets se disuelven rápidamente en el agua.
En 1990 y 2007 Rusia ya había explorado el submarino con sumergibles tripulados y había constatado las filtraciones.
Desde el día del accidente, Rusia y Noruega han estado monitoreando los niveles de radiación en el área.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.