La tormenta tropical Barry seguía azotando en la noche del domingo el estado de Luisiana, en Estados Unidos, y a pesar de estar debilitándose no cesan las alertas por fuertes lluvias y la posibilidad de tornados e inundaciones.
El paso de Barry no ha provocado muertes en Luisiana ni en los estados vecinos, luego de ser por un breve periodo el primer huracán de la temporada del Atlántico, para luego degradarse a tormenta tropical al tocar costa el sábado.
Sin embargo, en su paso por tierra en dirección al norte, la tormenta ha tenido un gran impacto. Aunque son pocos los indicios de que puedan ocurrir inundaciones generalizadas, Luisiana mantiene un ojo atento sobre varios ríos y canales que están prácticamente al límite de su capacidad por las torrenciales lluvias e inundaciones río arriba.
Esta es «la temporada más húmeda que hemos tenido desde 1895», dijo a Fox News el general de división Richard Kaiser, quien encabeza la Comisión del Río Misisipi. Dijo que el crecimiento del río es «el más alto desde hace mucho tiempo», sólo por debajo del nivel de inundación.
Las fuertes lluvias continúan azotando a Nueva Orleans, la mayor ciudad del estado, pero el aeropuerto normalizó sus servicios después de la cancelación el sábado de todos los vuelos.
Los temores de que el sistema de diques en Nueva Orleans pudiera verse afectado por las lluvias disminuyeron. «Logramos pasar la tormenta, somos afortunados, estamos a salvo», dijo el domingo en conferencia de prensa la alcaldesa, LaToya Cantrell, quien había llamado el sábado a no confiarse.
El peligro continúa
Al final del domingo los vientos sostenidos de la tormenta habían disminuido a 55 kilómetros por hora; se localizaba al noreste de Shreveport, en el oeste de Luisiana, y se dirigía hacia Arkansas, indicó el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés). «Se espera un mayor debilitamiento a medida que el centro se mueva más hacia el interior, y se pronostica que Barry se degradará a un sistema de baja presión remanente para el lunes por la noche», dijo el NHC.
Las órdenes de evacuación se levantaron en varias localidades incluido Plaquemines Parish, en el sur de Nueva Orleans, donde unas 10.000 personas fueron obligadas a salir de su hogares.
Miembros de la Guardia Civil colocaron el domingo barreras con sacos de arena para tratar de contener las inundaciones después de que el nivel «severamente alto del agua» sobrepasara los diques en el pueblo de Myrtle Grove, según el vocero de la parroquia Jade Duplessis.
Pete Gaynor, administrador actuante de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), dijo a Fox News que «todavía existen condiciones de riesgo de vida».»La amenaza está en la lluvia», agregó. Muchas zonas costeras seguían en alerta.
El gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, dijo en conferencia de prensa que habló con el presidente Donald Trump sobre el impacto de la tormenta y le agradeció su apoyo y haber aprobado un pedido de ayuda para el estado.
El pronóstico de posibles tornados se mantiene en partes de Luisiana, Misisipi, el oeste de Alabama y el este de Arkansas, dijo el NHC. Los niveles de lluvia esperados bajaron a estimaciones de entre 15 y 30 cm en el centro-sur de Luisiana, pero los ríos y canales de la región sur del estado ya están al límite.
Recuerdos de Katrina
El ojo de la tormenta tocó tierra al mediodía del sábado en Intracoastal City, al oeste de Nueva Orleans.
Los ríos se desbordaron en varias localidades como la costera Terrebonne Parish. El río Atchafalaya había llegado al área peatonal de la costa en Morgan City.
Mientras miles de habitantes de Luisiana huían en busca de seguridad cuando la tormenta se acercaba, otros decidieron aguantarla, a veces desafiando las órdenes de evacuación.
En la zona norte de Nueva Orleans, Mike Pisciotta, un trabajador postal retirado de 72 años, restó importancia a los efectos de Barry. «No ha sido nada realmente» en Nueva Orleans, dijo, aunque reconoció que otras zonas del estado sí fueron afectadas. «Supongo que tenemos suerte».
No muy lejos, Michael Forbes, un fiscal de 61 años, dijo que el lago estaba en un nivel mucho más alto de lo normal debido a que el viento trajo agua del golfo y del río Misisipi que se va hacia el lago para aliviar la presión de las inundaciones. «La gente está acostumbrada y también le tiene miedo», dijo. «Cada año es una preocupación.» En Luisiana aún permanece fresco el recuerdo del devastador huracán Katrina (categoría 5), en agosto de 2005. Los diques que protegían Nueva Orleáns sucumbieron entonces a la presión del agua, que inundó el 80% de la ciudad y causó unas 1.800 muertes.