Así se fraguó la revolución que terminó en dictadura

‘A esta revolución no la para nadie’. Ese fue el titular con el que Barricada, el diario oficial del entonces Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), de Nicaragua, describió en 1979 la inminente victoria del sandinismo sobre la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, quien el 18 de julio de ese año huyó del país para refugiarse en Miami.

Eran días de caos y movimiento. El país venía de años de cansancio frente a una dinastía somocista que había propiciado el asesinato del más querido revolucionario, Augusto César Sandino, en los años 30, por lo que no solo los miembros guerrilleros del FSLN salieron a las calles en 1979, sino cientos de miles de personas armadas con cuanto objeto encontraron en sus hogares, para combatir a la Guardia Nacional y honrar la memoria del líder de la resistencia contra el ejército de ocupación estadounidense.

La música, como en toda revolución, jugó un papel importante, y el Himno a la Unidad Sandinista, compuesto  por Carlos Mejía Godoy a petición de la dirección del FSLN, avivó cada paso, impulsando la lucha del pueblo nicaragüense por su libertad. La primera vez que se entonó en público fue en un acto de la asociación de estudiantes de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

«Adelante marchemos compañeros
Avancemos a la revolución
Nuestro pueblo es el dueño de su historia,
arquitecto de su liberación»,
decía la primera estrofa.

Nicaragua

Un mural de del líder sandinista Augusto Cesar Sandino en una pared de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), con agujeros de bala.

Foto:

Reuters

Cabe aclarar que esta fue una revolución que no se fraguó de un día para otro. El sandinismo venía tomando fuerza por años, pero no lograba unificarse y fue hasta ese 19 de julio de 1979 que vio la oportunidad de consolidarse y, junto al pueblo, derrocar un gobierno autoritarista.

Pese a ello, casi que al día siguiente en las calles de Managua, Masaya y otros bastiones de lucha, la gente se preguntaba qué era lo que iba a suceder de ahí en adelante. Nadie sabía cuál era el rumbo del país. Más bien todos se encontraban en un momento bastante emocional: de cánticos, de poetas, de figuras y sueños, pero nadie parecía haber aterrizado en la realidad de para dónde iba Nicaragua.

Es por eso que la revolución empezó casi que fracturada. Desde el principio, la dirigencia no pudo ponerse de acuerdo. Tal fue el caso de Violeta Chamorro y Alfonso Romero, dos personajes ajenos al sandinismo original quienes terminaron alejándose cada uno en su momento del gobierno.

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«La dictadura de la familia Somoza en Nicaragua fue menos cruel, perversa y criminal que la de Daniel Ortega», afirmó la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.

Un punto de giro estadounidense

Otro elemento clave en la revolución fue la llegada al poder del estadounidense Jimmy Carter, quién se posicionó en enero de 1977 con un enfático mensaje de derechos humanos que estimuló la lucha en contra de las dictaduras de ese entonces en América Latina, en cuyos pueblos había calado su mensaje.

«El mensaje de Carter, a diferencia del expresidente Richard Nixon, quien ya había intervenido militarmente a Nicaragua,
fue claro en asegurar que no iba a entrometerse para salvar a Anastasio Somoza. Eso fue casi que una luz verde, no solo para los grupos armados, sino también para los demás actores que antes temían ser atacados por Estados Unidos en caso de levantamiento», explicó hace unos días a France24 el excorresponsal para Latinoamércica de The New York Times, Alan Riding, un veterano del periodismo que tuvo la oportunidad de cubrir todo lo que sucedió en Nicaragua por esa época.

«En otro punto estaba la presión de Fidel Castro para que se unificaran las tres tendencias del frente sandinista
y se tomara el modelo cubano para aplicarlo a Nicaragua. Pero ni él ni los mismos revolucionarios dimensionaron las marcadas diferencias políticas, sociales, geográficas y económicas que existían entre Cuba y Nicaragua, lo que desembocó en que el país generara resistencia al modelo desde un principio», añadió al medio Riding.

Los presidentes de EE. UU. Con los que Fidel Castro convivió

Jimmy Carter (1977-1981) suavizó el embargo, se abrieron oficinas de intereses en Washington y La Habana.

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Archivo EL TIEMPO

Un fracaso sin modelo social

Es por lo anterior que muchos analistas consideran que lo que se celebra este 19 de julio no puede ser el éxito de una revolución, ni de una segunda etapa de esta, que en papel se describe que empezó en el año 2007. Ello porque al día de hoy no existe un proyecto de transformación social, como sí se presentó en el 79, sino más bien un gobierno autoritario enteramente aferrado al poder, que además hace uso del discurso que en su momento prometió un cambio al pueblo para seguir moviendo una parte de esa masa y obligarla a vivir en una estructura que ya tiende hacia el neoliberalismo.

Esa puede ser tal vez la razón por la que el pueblo de Nicaragua continúa mostrando resistencia, en lugar de sumisión. Cada día hay más muertes en enfrentamientos con las autoridades, ciudades como Masaya siguen levantándose en armas continúa en aumento la cifra de presos políticos, han resurgido los grupos paramilitares a favor del gobierno y la comunidad internacional continúa denunciando una crisis sociopolítica y económica en aumento.

Las fotos de la violenta represión del gobierno de Ortega en Masaya, en Nicaragua

Militares y paramilitares entrando a Masaya, ciudad de la resistencia.

Foto:

Reuters

El plan a corto plazo de Daniel Ortega, el actual presidente de Nicaragua, es presentarse ante miles de simpatizantes en la Plaza de la Fe este viernes para celebrar los 40 años del «triunfo de la revolución», pero con un exagerado contingente de seguridad que, más que hacer parte del festejo, deberá garantizar la seguridad de un hombre que junto con su esposa, Rosario Murillo, ya no pueden salir libremente a las calles de Managua. Toda una contradicción…

«La aspiración del pueblo de Nicaragua para encontrar una pronta salida al deterioro de las condiciones sociales y económicas y un futuro mejor, nos mueve a emplazar al gobierno a participar en dicha negociación (…) Las acciones unilaterales del régimen no han podido ni podrán resolver el origen del conflicto», destacó esta semana  la organización opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, una de las tantas que se han levantado en contra del gobierno de Ortega y Murillo, y que cada tanto recuerdan los cientos de muertos que ha dejado el conflicto desde abril del 2018,  cuando la gente se lanzó en contra de la ‘revolución de Ortega’.

Redacción APP

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