“Señor Guzmán, como pido perdón, yo lo perdono, y espero que usted pueda perdonarme”.
La colombiana Andrea Vélez trabajó para Joaquín el ‘Chapo’ Guzmán, lo traicionó al cooperar con el FBI y él la quiso matar.
En la sesión de sentencia del más famoso capo del narcotráfico después del colombiano Pablo Escobar, el pasado 17 de julio, Vélez contó llorando su inverosímil historia.
Aunque es considerada por los fiscales figura clave en la condena del narcotraficante, ella no testificó como tal en el juicio, pero hizo presencia en la lectura de la sentencia como parte de lo que en la justicia estadounidense se denomina una ‘declaración de impacto de la víctima’, que es un testimonio de cómo un delito pudo haber afectado a la víctima directa o a su familia.
El ‘Chapo’ Guzmán, que minutos después del testimonio de Vélez fue sentenciado a pasar el resto de su vida tras las rejas –y a 30 años más–, por traficar cientos de toneladas de drogas a Estados Unidos a lo largo de 25 años, la miró serio unos segundos, antes de concentrarse en su esposa, la joven Emma Coronel, a quien prácticamente no le quitó la vista de encima durante la sesión de 50 minutos en la que le dictaron sentencia.
El narcotraficante era consciente de que ese miércoles probablemente sería el último día que iba a ver a su esposa, exreina de belleza de 30 años y madre de sus pequeñas hijas mellizas.
El estricto régimen penitenciario estadounidense no le ha permitido ni que esta lo visite en la cárcel ni que le hable por teléfono.
Alta, delgada, con el cabello castaño largo hasta la cintura y recogido en una cola de caballo, Vélez se paró a unos cuatro metros del ‘Chapo’ y contó en una intervención de unos 15 minutos y entre lágrimas que “surgió una empatía” entre ambos cuando trabajaron juntos en un proyecto para una película sobre la vida del famoso capo.
Vélez se había convertido en la asistente del narcotraficante colombiano Álex Cifuentes, que trabajaba con el ‘Chapo’, y allí surgió el contacto.
“Yo admiraba profundamente al señor Guzmán (…). Lo llegué a ver como una persona buena, educada, que se preocupaba por mí, amable y con carisma. En un momento sentí que era de mi familia”, contó.
(…) Soy un milagro de Dios, porque el señor Guzmán intentó matarme (…). Ofreció un millón de dólares a los Hells Angels para acabar con mi vida.
Pero “soy un milagro de Dios, porque el señor Guzmán intentó matarme (…). Ofreció un millón de dólares a los Hells Angels para acabar con mi vida”, sostuvo Vélez en referencia a la pandilla de motociclistas.
La policía federal y la fiscalía de Brooklyn “me rescataron literalmente del infierno”, aseguró esta mujer de edad desconocida, vestida con un sobrio traje de falda y chaqueta negra, y tacones altos.
Vélez fue inculpada de delitos de narcotráfico en mayo de 2012 en una corte de Nueva York, pero al parecer no estuvo nunca en la cárcel. El agente del FBI Steven Marston contó en el juicio que Vélez fue abordada en Colombia en septiembre de 2012 para que trabajara como informante en las investigaciones contra el ‘Chapo’ y Cifuentes.
Vélez aceptó para no ir a la cárcel. El FBI le pagó 290.000 dólares, y cuando su vida estuvo en riesgo en 2013, la trasladaron a EE. UU. y le dieron una visa especial para testigos cooperantes.
La mujer dio a entender que hoy es parte del programa de protección de testigos del Gobierno estadounidense y tiene una nueva identidad. Afirmó que deseaba contar su historia para “dejar de ser un nombre sin rostro”.
Así empezó
Todo empezó con la amistad entre Vélez y el narco Cifuentes. El colombiano, testigo de la fiscalía en el juicio, relató que Andrea era la persona de su mayor confianza. La conoció a través de una actriz colombiana, y como no tenía dónde vivir, le ofreció su apartamento en Cancún.
Andrea se convirtió rápidamente en su secretaria, vocera y mano derecha. Manejaba toda su caja chica, le compraba su ropa, sus relojes y todas sus cosas personales. Hasta “sábanas de 500 dólares”, según el abogado del ‘Chapo’, Jeffrey Lichtman.
Coordinaba su agenda y sus contactos, y como su vocera, se reunía con integrantes de la guerrilla colombiana de las Farc, con narcos de Canadá o Ecuador o con militares corruptos.
Tenía también una agencia de modelos en Ciudad de México, una empresa de fachada para suministrar prostitutas a militares mexicanos, todo pagado por el ‘Chapo’.
“Confieso que pequé, pero por eso pagué un alto precio”, dijo Vélez en la sesión de lectura de la sentencia. Por “mi sueño de grandeza perdí mi familia, mis amigos, me convertí en una sombra sin nombre. Tuve todo y perdí todo, hasta mi identidad”.
En una ocasión, y sin contarle la verdad, el ‘Chapo’ la usó en 2013 como carnada, al hacerla pasar como prostituta, para secuestrar al capitán del ejército ecuatoriano Telmo Castro en un restaurante. De pronto llegó “un escuadrón de hombres armados con AK47”, un incidente que a Vélez aún le produce “pesadillas”.
Por mi sueño de grandeza perdí mi familia, mis amigos, me convertí en una sombra sin nombre. Tuve todo y perdí todo, hasta mi identidad.
Por esa época, a pedido del capo, Vélez ofreció a un general mexicano no identificado 10 millones de dólares para que dejara de perseguir al ‘Chapo’, pero este rechazó la oferta.
El ‘Chapo’, furioso, dijo que Vélez mentía y decidió matarla, contó Cifuentes.
Todo indica no obstante que Vélez colaboró con el FBI durante más de siete años, y el ‘Chapo’ pudo haberse enterado de que era una informante.
“Ella traicionó a mi patrón”, dijo Cifuentes.
El narco colombiano contó que con el ‘Chapo’ decidieron contratar a los Hells Angels para matar a Vélez cuando esta estuviese en Canadá. Su cabeza tuvo precio: un millón de dólares.
Pero en noviembre de 2013, el día en que debía reunirse con un jefe de la pandilla para ajustar los detalles, Cifuentes fue detenido por la policía mexicana y encarcelado.
En la audiencia, Vélez dijo que padecía de cierta manera del síndrome de Estocolmo, y que sus amigos se transformaron en “sus captores”. “Me recordaron que si me iba solo podía hacerlo en una bolsa de plástico y con los pies para delante”.
La colombiana sigue siendo un enigma. No se han divulgado mayores detalles de su vida en Colombia y gran parte de su trabajo encubierto como espía para el FBI es secreto.
Sin embargo, los fiscales del caso revelaron que Vélez había hecho grabaciones de uno de los socios del ‘Chapo’, que no han sido aún divulgadas. Y también que, cuando ella se reunía con el capo, suministró importantes informaciones que a la final fueron importantes en su arresto.
Incluso los fiscales aseguraron, según ‘The New York Times’, que ella había sellado un acuerdo con un escritor fantasma para que relatara la historia del narco con miras al rodaje de una película de cine.
*Con AFP, Efe, Reuters