El difícil camino para la nueva presidenta de la Comisión Europea

La presidencia de la Comisión Europea que asumirá el primero de noviembre Ursula von der Leyen es el mascarón de proa del navío europeo, el equivalente a un gobierno del bloque, maneja un presupuesto anual de cerca de 150.000 millones de euros y tiene una exposición mediática y una influencia que la convierte en la llave maestra de las instituciones de la Unión Europea.

La fuerza de quien se sienta en el despacho de la planta 13 del Berlaymont (el edifico que engloba la mayor parte de sus servicios) depende de la independencia que pueda lograr frente a los gobiernos, a la vez que de su capacidad para hacer alianzas con un Parlamento Europeo que ya decide sobre la mayoría de las políticas que afectan a los europeos.

El cargo impone y por eso en los pasillos de Bruselas también se dice que el hábito hace al monje pero que el papel de la Comisión Europea depende en gran parte de la personalidad, la capacidad y la fuerza política de quien la presida.
Entre un Durao Barroso, apenas un secretario de los gobiernos, a un Jacques Delors, el hombre que impulsó la creación del euro, va un abismo.

La alemana Von der Leyen arrancará su mandato el primero de noviembre tras haber sido ratificada por apenas 383 (el 50,9%) de los 751 eurodiputados. Lejos de los 444 votos que deberían haber sumado al menos conservadores, socialdemócratas y liberales. Un respaldo escuálido.

Fabian Zuleeg, director del European Policy Centre, explicó a EL TIEMPO QUE Von der Leyen “tendrá obstáculos difíciles, incluyendo la nominación y ratificaciones parlamentarias de los miembros de la Comisión. Pero también tiene la oportunidad de marcar su agenda y ahí tendrá la oportunidad de dejar clara su dirección”.

Zuleeg considera que, de todas maneras, “todo presidente de la comisión necesita una buena relación con los Estados miembros y las demás instituciones, así que es siempre cuestión de actuar de forma balanceada”.

La alemana sí contó con los votos de nacionalistas y xenófobos que apenas la ayudarán, como los polacos del PIS o los húngaros de Fidesz. Y casi con seguridad ni un voto de los ecologistas, que sí prometieron a Von der Leyen que trabajarán con ella si su agenda de los primeros meses muestra señales claras de compromiso con la lucha contra la crisis climática.

El nombramiento de Von der Leyen, quien nunca dirigió un gobierno como sí habían hecho sus antecesores de las últimas décadas, se recibió con bronca en el Parlamento Europeo porque se cargaba a los candidatos que habían hecho la campaña electoral.

Esa desconfianza será una losa desde el principio y sin apoyo de los eurodiputados le será más difícil imponerse a los gobiernos, celosos de sus competencias y de su protagonismo.

Tendrá obstáculos difíciles, incluyendo la nominación y ratificaciones parlamentarias de los miembros de la Comisión. Pero también, la oportunidad de marcar su agenda.

Luuk Van Middelaar, autor de varios de los libros más influyentes de los últimos años sobre la Unión Europea y asesor del ex presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, explicó a EL TIEMPO que “es demasiado pronto para decir si Von der Leyen tendrá la independencia suficiente de los gobiernos”. Este analista ve “demasiada especulación, pero me parece que tendremos que ir haciéndonos a una señora independiente que saca conclusiones relativamente rápido y que sabrá reaccionar cuando sea necesario”.

Von der Leyen prometió un ‘green deal’, una revolución ecologista en Europa para convertir al viejo continente en el primero neutro en emisiones contaminantes para 2050.

Prometió “una Europa más justa y más unida”, recordó a la francesa Simone Veil (superviviente del Holocausto, primera presidenta del Parlamento Europeo, venerada entre los eurodiputados como un profeta, una de las mujeres más valiosas que dio nunca la política europea) y valoró el hecho de ser la primera mujer que tendrá entre sus manos las riendas de la institución clave de la Unión Europea.

Von der Leyen presentó un programa completo: clima, economía mundial, digitalización, crisis demográfica en Europa. Medidas “audaces”, sobre todo frente a la crisis climática con una reforma del Banco Europeo de Inversiones para que pueda movilizar hasta un billón de euros en siete años.

Propuestas que deben pasar por el Parlamento Europeo, donde la alemana deberá buscar nuevas mayorías para sacarlas adelante porque muchos de los que la eligieron son totalmente contrarios a cualquier aceleración de la lucha contra la crisis climática.

La nueva jefa del ejecutivo europeo también prometió cambios que están fuera del alcance por ser competencia de los gobiernos nacionales, como la inmensa mayoría de la política fiscal, las políticas de empleo, o la activación de un salario mínimo europeo y de un complemento europeo al seguro de desempleo.

Von der Leyen tendrá que acoplar en su nuevo ejecutivo a comisarios (cada gobierno envía uno) surgidos de ejecutivos controlados por partidos xenófobos y populistas.

La Liga italiana podría enviarle un ultraderechista. Hercúlea tarea si se le añade que deberá imponerse a los gobiernos y contar con la complicidad de unos eurodiputados que por ahora la ven con poca confianza y muchas dudas. Su nombramiento tiene muchos padres que ahora volverán para cobrar su pieza.

Idafe Martín Pérez
Para EL TIEMPO
Bruselas

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