Turquía, el soldado oriental de la Otan que se acerca a Rusia

Turquía, miembro de la Otan desde 1952 y país clave en el flanco suroriental de la Alianza Atlántica, está dando pasos que la acercan a Moscú.

 El giro empezó tras el fallido golpe de Estado del 15 de julio de 2016 contra el presidente Recep Tayyip Erdogan. Y se aceleró cuando Turquía recibió, esta semana, los primeros envíos del sistema ruso de misiles tierra-aire S400, uno de los antiaéreos más potentes del planeta.

Washington y la Otan habían advertido contra la compra, y el Gobierno estadounidense ya empezó a castigar al turco. En Bruselas no hizo ninguna gracia, máxime cuando las relaciones con Moscú son muy tensas desde la anexión rusa de la provincia ucraniana de Crimea, en 2014, y su apoyo a los separatistas armados prorrusos del sureste ucraniano.

Washington cumplió sus amenazas y esta semana el Pentágono suspendió la participación de pilotos turcos en los entrenamientos del F35 y de empresas turcas en su desarrollo.

En Bruselas se especula que una Turquía que se aproxima a Moscú mientras se aleja de la Otan hace insostenible su membresía a la alianza militar occidental, porque se considera que no puede ser miembro de la Alianza Atlántica un país que tenga, confía una fuente militar europea, “una dependencia económica y estratégica demasiado grande hacia Rusia”.

Asli Aydintasbas, analista de política turca en el European Council on Foreign Relations, explica que “el Gobierno turco parece tener la determinación de tener una cierta equidistancia entre Rusia y Estados Unidos, a pesar de que la economía turca y sus instituciones están ancladas desde hace un siglo a Occidente”.En la Otan también temen por el futuro de las relaciones militares con Turquía. Su secretario general, Jens Stoltenberg, decía que “la interoperabilidad de nuestras Fuerzas Armadas es esencial en la conducción de nuestras operaciones y misiones”.

Aviones Cazas F-35

Estados Unidos excluyó a Turquía del programa de desarrollo de los modernos cazas F-35. Ankara quería comprar 100 de estas aeronaves.

Foto:

Eric Baradat, AFP

El Pentágono advirtió a Turquía que poner a miembros de las Fuerzas Armadas rusas a operar esos sistemas de misiles mientras en las mismas bases militares iban a establecerse los F35 era un riesgo. Si Turquía quería el F35, como indicó al encargar 100 unidades, no podía, según Washington, comprar el sistema de misiles ruso.

La presión y las advertencias no sirvieron de nada, y militares rusos ya preparan en suelo turco el despliegue del sistema de misiles.

El S400 es capaz de derribar aviones de combate, drones y misiles de crucero, y es el mismo modelo que el que derribó en 2014 al avión de pasajeros de Malaysia Airlines sobre territorio ucraniano ocupado por los separatistas prorrusos. Murieron casi 300 personas.

(…) desde el fallido golpe de Estado, ganaron peso los altos cargos militares más nacionalistas.

La apuesta de Ankara por Moscú puede explicarse también, según fuentes diplomáticas, porque en Ankara, desde el fallido golpe de Estado, “ganaron peso los altos cargos militares más nacionalistas”, es decir, menos favorables a la alianza con Europa y Estados Unidos.

Aydintasbas cree que Turquía empieza a verse, “aunque le falte capacidad, como un poder regional que quiere ser un poder global emergente con sus propios diseños de Oriente Próximo y África, no un leal aliado de Occidente”.

Las relaciones turco-estadounidenses llevan años deteriorándose. EE. UU. apoya en el conflicto sirio a las milicias kurdas, enemigas tradicionales de Turquía y responsables principales de las fuerzas terrestres que, con apoyo aéreo de Washington, entre otros, acabaron con las bastiones del Estado Islámico en Siria.

Para Ankara son simplemente grupos terroristas y su principal fuerza política, el PKK, está prohibido en Turquía.Las relaciones con la UE viven en un carrusel.

Turquía ve continuamente frustrada su intención de que avance la negociación para llegar a ser un día miembro del bloque europeo. Hasta el punto de que, aún abiertas oficialmente desde 1999, las negociaciones llevan años en punto muerto.

Los turcos saben que necesitan conservar su acceso sin aranceles al mercado europeo, y de ahí también su colaboración con Bruselas en política migratoria, que permitió cumplir el objetivo europeo de frenar la llegada masiva de refugiados en la segunda mitad de 2015.

Turquía pertenece a la unión aduanera europea desde 1995. El país es el quinto socio comercial de la UE, pero los europeos son, con mucha diferencia, el primer socio comercial de Turquía. En 2018 importó de la UE mercancías por valor de 77.300 millones de euros y exportó a los europeos por valor de 76.100 millones.

Turquía envía al mercado de Europa el 50 por ciento de sus exportaciones. Sus otros grandes mercados, aún mucho menores que el europeo, son Irak, Estados Unidos, Israel y Rusia.

Idafe Martín Pérez
Para EL TIEMPO
Bruselas

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