El ex alcalde de Londres y líder del Brexit Boris Johnson será el próximo primer ministro británico en sustitución de Theresa May al imponerse este martes en las elecciones primarias conservadoras a Jeremy Hunt.
Johnson, de 55 años, logró 92.000 de los 150.000 votos de los militantes conservadores y el miércoles por la tarde recibirá el encargo de la reina Isabel II de formar un gobierno cuya tarea más acuciante será culminar la salida británica de la Unión Europea.
May renunció al cargo hace poco más de un mes, al fracasar en su intento de convencer al Parlamento de aprobar un plan de salida del Reino Unido de la Unión Europea, con lo que se desató la crisis política más grave desde la Segunda Guerra Mundial.
Se trata de un proceso de selección interno dentro del gobernante partido, en el cual solo 160 mil miembros registrados son los que deciden quién será el nuevo líder tory, y quien, automáticamente, será designado primer ministro.
Los candidatos opcionados este martes eran Boris Johnson, el polémico y más popular político del estamento, y Jeremy Hunt, el multimillonario secretario de Relaciones Exteriores.
La promesa de Johnson es lograr la salida británica del bloque europeo para el 31 de octubre próximo, con o sin acuerdo con las autoridades de Bruselas, que han advertido que no están dispuestas a modificar el pacto suscrito en noviembre del año pasado con May y que ya fue rechazado varias veces por los parlamentarios británicos.
Johnson juega a ser el ‘Trump británico’
Es desaliñado, desgarbado y con una mirada de niño travieso. Boris Johnson es el político británico más famoso de los últimos tiempos. Pero también uno de los más polémicos.
Por sus formas poco convencionales de hacer política, ha sido comparado con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Todos los pronósticos lo dan como ficha segura para ganar la contienda interna del partido conservador para ser declarado líder y remplazar a la saliente primera ministra Theresa May. Se ha autoproclamado como el único que puede lograr la salida del Reino Unido de la UE por las buenas o por las malas.
Se le recuerda como el alcalde de Londres que quedó colgado de un cable aéreo y por andar en bicicleta por la ciudad sin protocolos ni escolta. Fue uno de los artífices de la campaña por el brexit en el 2016 y se le acusa de haber mentido para ganar adeptos a la causa, asegurando que si el país salía del bloque europeo se ahorraría por semana 350 millones de libras esterlinas (alrededor de 1,4 billones de pesos colombianos).
A sus casi 55 años, Alexander Boris de Pfeffel Johnson viene de una de las familias más ricas y tradicionales. Estudió en el famoso colegio de Eton y en la Universidad de Oxford.
Su padre, como él mismo, fue un respetado político conservador. Se precia de tener un linaje extraordinario: es descendiente del Imperio Otomano, donde su bisabuelo paterno fue el famoso periodista circasiano-turco Ali Kemal; mientras que en su lado materno, es una mezcla anglofrancesa.
Incluso uno de sus ancestros fue el rey Jorge II de Gran Bretaña. Sin embargo, pocos dirían que es un aristócrata típico.
Emerge de su registro biográfico como incompetente, perezoso, disoluto y mentiroso, pero la respuesta del público es que él es ‘nuestro tipo de mentiroso’.
Nació en Nueva York y detentó la ciudadanía estadounidense hasta hace poco. Su primera educación fue en Bruselas.Nada acerca de Johnson es tan sencillo como parece, según analistas consultados por EL TIEMPO. Sus registros académicos demuestran que tiene un intelecto brillante, y colegas y amigos dan fe de un sentido de ambición igualmente poderoso.
Se ha granjeado enemigos por su tono sarcástico e incluso ofensivo. Llegó a comparar a las mujeres musulmanas vestidas de burka con buzones de correo. Fue exsecretario de Relaciones Exteriores de May, a quien le renunció con una dura carta en la que la señalaba de incapaz y débil y le auguraba un estruendoso fracaso.
Al referirse a Johnson, el analista y columnista del diario The Guardian, Simon Jenkins, asegura que “emerge de su registro biográfico como incompetente, perezoso, disoluto y mentiroso, pero la respuesta del público es que él es ‘nuestro tipo de mentiroso’».
Fue despedido por el periódico londinense The Times por la fabricación de una historia y fue un reportero muy sesgado mientras estaba en Bruselas. Su modo predeterminado siempre ha sido el de comediante: divertido, impredecible, ligeramente peligroso. El éxito de su campaña parece cimentarse en la pura fuerza de personalidad”.
En cambio, el experto económico y veterano periodista Christopher Field dijo a EL TIEMPO que “Boris es decidido y sabe que tiene que lograr el brexit, porque de lo contrario su carrera política estará perdida”.
Field, quien compartió escritorio con el político en la influyente revista semanal, Spectactor, donde Johnson fungió como editor entre 1999 y el 2005, admite que el político “siempre ha sido muy desordenado y depende de otros para completar las más simples tareas”.
4 nations, 8000 miles, 16 regional hustings and hundreds of members’ events! Thank you everyone for your support throughout this contest!
With less than 100 hours until polls close, please vote for me to deliver Brexit by 31st October, unite our country and defeat Corbyn pic.twitter.com/YYkczINjBv
— Boris Johnson (@BorisJohnson) 18 de julio de 2019
Asegura que la mente de Johnson funciona en dos niveles: es brillante, pero desenfadado y capaz de sacarle chiste a todo, algo que a sus copartidarios tories no siempre les cae en gracia.
A la inquietud de si Johnson es el ‘Trump británico’, Field dice que “el paralelismo se limita al tono desenfadado que ambos tienen. Ambos comparten un discurso directo y un patriotismo profundo en sus países, que los lleva a tomar decisiones y ver los problemas desde una perspectiva nacionalista que genera inquietud en algunos”.
El profesor universitario y analista, Stephen Bellas, tiene una visión menos amable de Johnson al que considera como “un político populista de poco fiar”, al que ve como “un Trump británico”, por sus pocas habilidades diplomáticas, su discurso antinmigrante y su autoritarismo.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
Para EL TIEMPO
Londres