La plenaria del Senado estadounidense confirmó este jueves a Philip Goldberg como el nuevo embajador de Estados Unidos para Colombia.
Goldberg fue confirmado en un paquete que incluía a 66 diplomáticos y otros funcionarios que también esperaban la ratificación de la Cámara alta.
Seleccionado para el cargo a comienzos de este año por el presidente Donald Trump, Goldberg reemplazará a Kevin Whitaker como máximo representante de EE.UU. ante la Casa de Nariño.
El funcionario estadounidense es un viejo conocedor de Colombia pues estuvo en el país hace mas de dos décadas como asistente para asuntos legislativos en la embajada en Bogotá y también como coordinador del Plan Colombia, la estrategia antinarcóticos que EE.UU. financió desde el año 2001 hasta el 2015.
Hace un mes, durante su audiencia de confirmación ante esta misma comisión, Goldberg dijo que sería un «honor» regresar a un país con el que «compartimos un compromiso con la democracia, la seguridad y la prosperidad».
Sostuvo, a su vez, que si bien Colombia estaba nuevamente amenazada por el incremento de los cultivos ilícitos, las estrategias que viene implementado el gobierno de Iván Duque estaban dando resultados y que trabajarían mancomunadamente para reversar la tendencia.
Aunque destacó el acuerdo de paz alcanzado con las Farc y lo llamó «la mejor oportunidad para progresar en áreas que son claves como el imperio de la ley y el control territorial», dijo que su implementación estaba resultando «difícil y dispareja».
Si bien Goldberg es un diplomático de carrera, dentro del Departamento de Estado es considerado un funcionario con perfil conservador con un pasado un tanto polémico.
Especialmente durante su tiempo como embajador de EE.UU. en Bolivia, de donde salió expulsado al ser declarado persona no grata por el presidente Evo Morales en el 2008.
Morales lo acusó de incitar el desorden público y de estar tras las violentas marchas que se organizaron en su contra ese año. Así mismo por una serie de reuniones que habría sostenido con la derecha en ese país.
Ese periodo también coincide con las fuertes tensiones entre Washington y La Paz por la decisión de Morales de no erradicar coca en zonas campesinas y que culminó con la descertificación de Bolivia por no cooperar con la lucha contra las drogas.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington