Mohamed VI cumple veinte años de reinado en Marruecos. Subió al trono el 30 de julio de 1999, cuando tenía 35 años, y el comienzo de su era se vivió con ilusión y optimismo. Llegaba un hombre joven, preparado, dispuesto a borrar errores de su padre, Hassan II, y a luchar por los desfavorecidos. Se le llamó el rey de los pobres.
Una mirada atrás, dos décadas después, muestra un camino con altibajos. Aunque Marruecos ha avanzado notoriamente en algunas materias, sigue con grandes retos en cuestiones fundamentales.
En su primer discurso, el rey comentó los mayores problemas del país: la pobreza, el desempleo y la desigualdad social. Los tres continúan. El rey de los pobres no ha logrado que su pueblo mantenga un nivel de vida medianamente acomodado.
Aunque ha mejorado, aún hay cuatro millones de pobres (de un total de 35,6 millones). La pobreza ha disminuido en las ciudades, pero no así en el campo. Según la ONG Oxfam, “Marruecos continúa siendo el país más desigual de África del Norte”.
La pobreza se sitúa en el 5 por ciento, un tercio menos que a principios de siglo, y castiga en particular a los jóvenes, que constituyen un tercio de la población. Según el Barómetro Árabe, siete de cada diez de ellos quieren emigrar.
En materia educativa hay grandes retos, pues un tercio de la población es analfabeta. Se pretende luchar contra este problema con un proyecto de ley que fue aprobado en julio, con el apoyo del rey.
El rey manejó la Primavera Árabe, cuyos aires alborotadores alcanzaron a llegar a Marruecos, mediante la promulgación de una constitución en 2011.
En ella se ampliaron los poderes del primer ministro y del Parlamento, pero el rey siguió como jefe de Estado, jefe militar y mayor autoridad islámica. Fue, sin embargo, un paso adelante.
El desencanto de la población frente a sus gobernantes se refleja en la abstención de los votantes, que supera la mitad de la población. Durante los 20 años de Mohamed VI, Marruecos solo ha subido dos puestos en el índice de Transparencia Internacional: del 45 al 43, entre 180 países.
Aunque queda camino por andar, el país de hoy es muy diferente al que dejó Hassan II, un monarca de mano dura.
En 2003, Mohamed VI impulsó un nuevo código de familia que ampliaba los derechos de las mujeres. Hasta ese momento, necesitaban un tutor para casarse y debían obediencia a su marido.
La poligamia continúa, pero si la primera esposa la acepta. La mujer ahora puede solicitar el divorcio. La edad mínima para acceder al matrimonio pasó de 15 a 18 años, aunque en la realidad muchas menores siguen casándose, sobre todo en el campo, gracias a un recurso que permite a los jueces autorizarlas. La mujer, además, sufre discriminación al heredar.
La homosexualidad paga condenas de cárcel y los hijos de madres solteras no tienen los mismos derechos que el resto.
Pese a que la Constitución de 2011 prohíbe la tortura, algunas ONG denuncian que sigue existiendo. El Gobierno niega, además, que haya prisioneros políticos.
Precisamente con motivo de este vigésimo aniversario, el rey Mohamed perdonó –parcial o totalmente– a 4.764 presos. Entre ellos, algunos de los detenidos por la revuelta que tuvo lugar en Rif entre 2016 y 2017.
En Rif, al norte del país, la muerte de un vendedor de pescado en 2016, cuando intentaba que no le decomisaran el producto, encendió un fuego que fue creciendo como protesta contra la corrupción y el desempleo, y como exigencia de mayor desarrollo. Varios centenares de personas fueron detenidas (casi todas jóvenes).
El Gobierno asegura que no son presos políticos sino agitadores. No existen cifras oficiales, pero algunos medios hablan de más de cuatrocientos.
Otra región conflictiva que no ha encontrado solución es el Sahara Occidental. El territorio está administrado en su mayoría por Marruecos. El Frente Polisario proclamó su independencia en 1976 y creó la República Árabe Saharaui Democrática. En el terreno, un muro separa la zona y Marruecos explota los recursos de la parte occidental.
Importantes avances
A pesar de los problemas, Mohamed VI se puede anotar grandes avances en algunas áreas. El puerto Tanger Med, inaugurado en 2007, ha significado un progreso importante. En 2016 puso en funcionamiento la enorme planta solar Noor. En 2018 arrancó el primer tren de alta velocidad en el norte de África. Y se han multiplicado las autopistas.
Por otro lado, la luz eléctrica y el agua potable ya llegan a casi todo el país. El turismo es otro segmento que ha crecido notoriamente y constituye la segunda fuente de ingresos (luego de la agricultura): el 11 por ciento del PIB.
Estos avances dan luz sobre el reinado de Mohamed VI, que en varios aspectos ha roto con la tradición monárquica.
En 2002 se casó con Lalla Salma, una ingeniera informática que se convirtió en referente de las mujeres. Tuvieron dos hijos y se separaron en 2018. Aunque Mohamed VI alimenta las redes sociales y no rechaza las peticiones de tomarse fotos con la gente, no se inclina a mostrar su vida privada.
Las cortinas en Marruecos se han desplegado, pero falta abrir las ventanas.
JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal de EL TIEMPO
Madrid