Los estadounidenses amanecieron conmocionados este domingo, divididos entre el dolor y la ira, después de que en menos de 13 horas, dos tiroteos masivos diferentes tuvieron lugar en las ciudades de El Paso (Texas) y Dayton (Ohio), dejando un total de 29 víctimas fatales y al menos 52 heridos.
Las dos tragedias se suman a otros 251 tiroteos registrados este año (más de uno al día) y reviven el debate por la regulación de las armas de fuego en el país, un derecho que hasta ahora protege la segunda enmienda de la Constitución.
A las 10:50 de la mañana del 3 de agosto, un hombre armado con un rifle de asalto entró a una tienda de la cadena Walmart, cerca del centro comercial Cielo Vista de El Paso, asesinó a 20 personas e hirió a otras 26.
El atacante, Patrick Crusius, de 21 años, fue arrestado en la escena del crimen y este domingo fue inculpado con cargos de homicidio en primer grado, que en Texas pueden ser penados con la muerte.
Patrick Crusius, un joven blanco de 21 años, fue identificado como el responsable del tiroteo en El Paso (Texas).
En la madrugada del domingo, al otro lado del país, en un bar de Dayton (Ohio), Connor Betts, de 24 años, abrió fuego con su rifle de asalto en un bar, causó la muerte de nueve personas –entre ellas su propia hermana– y lesionó a otras 27 en menos de un minuto, antes de ser abatido por la policía.
Las autoridades investigan delitos de odio y racismo como móviles de los crímenes de los dos jóvenes blancos, después de conocerse que Crusius sería el autor de un manifiesto racista que habla de “una invasión hispana de Texas” y que fue publicado en internet poco después del tiroteo.
Connor Betts, identificado como el tirador en Ohio, abrió fuego con un rifle en un bar en la madrugada del 4 de agosto matando a 9 personas, incluida su hermana.
REUTERS
El presidente Donald Trump ordenó este domingo izar la bandera estadounidense a media asta en la Casa Blanca y todos los edificios y espacios públicos durante cuatro días y condenó “estos actos de odio y cobardía”.
Sin embargo, fue cuestionado por varias figuras públicas, entre ellos el candidato demócrata Beto O’Rourke, por “atizar el racismo en el país” con una retórica antiinmigrante y negarse a reglamentar la venta de armas.
En EE. UU. se pueden adquirir armas de fuego, incluso en supermercados, con solo presentar una identificación.
Betts usó un rifle AM-15 con una ronda doble de 100 municiones para perpetrar el tiroteo en un bar de Dayton (Ohio).
Policía de Dayton / EFE
“(El de Dayton) es el tiroteo masivo número 251 en nuestro país este año (…). Era algo completamente prevenible. Y solo pregunto, ¿cuándo es suficiente?”. Con estas duras palabras, Nan Whaley, alcaldesa de Dayton, resumió el sentimiento de muchos ciudadanos que le piden al Gobierno una respuesta radical para frenar la violencia armada en el país, que viene en aumento desde hace décadas y parece no dar tregua.
La solución nunca ha sido un misterio: en el país con más armas por habitantes del mundo – entre 270 y 310 millones de armas entre 327 millones de ciudadanos–, los legisladores y expertos coinciden en que es urgente restringir el acceso y la posesión de pistolas y rifles, de la misma manera en que se hace en la mayoría del mundo occidental, donde los tiroteos masivos no son comunes.
(El de Dayton) es el tiroteo masivo número 251 en nuestro país este año (…). Era algo completamente prevenible. Y solo pregunto, ¿cuándo es suficiente?
Pese a la evidencia, el Partido Republicano –que está actualmente en el poder– ha bloqueado una posible reglamentación en múltiples ocasiones, pues perjudicaría la producción de armas, que le deja ganancias billonarias al país.
Especialmente, sería un duro golpe para la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés), una poderosa organización, cercana a Trump, que anualmente invierte millones de dólares en financiar a políticos republicanos y evitar a toda costa una reglamentación en el Congreso.
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