Primer año de gobierno de Boric en Chile: un balance de altibajos y desafíos

El presidente chileno, Gabriel Boric, se convirtió el 11 de marzo de 2022 en uno de los mandatarios más jóvenes del mundo. Llegó al palacio La Moneda, en Santiago, con una ambiciosa agenda social de cambios y entre grandes expectativas, pero la ‘luna de miel’ le duró poco.

(Además: Papa Francisco emite declaración sobre el régimen de Daniel Ortega)

Un año después, el ex líder estudiantil, de 37 años, si bien goza de un fortalecido prestigio internacional, se enfrenta a una escasa aprobación en Chile, aún no ha podido sacar adelante ninguna de sus reformas emblemáticas y reiteradamente se ve obligado a sortear alguna controversia o conflicto, ya sea por errores de su propio equipo o por una dura oposición que no le da tregua.

El revés más reciente lo recibió precisamente el miércoles en el Congreso. La Cámara de Diputados rechazó su reforma tributaria, un pilar de su programa de gobierno. La reforma, que tenía el espaldarazo de la OCDE, buscaba recaudar un 3,6 por ciento del PIB en cuatro años, con nuevos tributos a la minería y a las personas de mayores ingresos, y era clave para financiar su agenda de reformas sociales.

(Lea también: Chile: presidente Gabriel Boric remueve a cinco de sus ministros)

Para Leandro Lima, analista del Cono Sur de Control Risks, “esta es una derrota importante” porque “es un golpe político fuerte del Congreso y señala las difíciles condiciones de gobernabilidad que ha enfrentado el presidente”. “Es una señal de debilidad que perjudica al gobierno”, agrega. En eso coincide la profesora Julieta Suárez Cao, de la Universidad Católica de Chile, quien apunta que a Boric “se le van a poner las cosas aún más difíciles si la oposición y otros partidos siguen con la cortedad de miras que hemos visto en la votación de la reforma”.

Para los expertos, esa suerte de ‘asedio’ de la oposición se acrecentó tras el plebiscito de septiembre, justo a los seis meses de haber llegado al poder, cuando la opción de Boric perdió y el 62 por ciento de los chilenos rechazó la propuesta de una nueva Constitución para reemplazar la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1990-1973), proyecto con el que el gobierno se había comprometido. “El referendo le dejó con mucho menos poder simbólico. Después, se volvió más difícil retomar la agenda”, explica Suárez Cao.

(Puede leer: Gustavo Petro hará su primer viaje oficial a Europa el 3 de mayo)

El referendo le dejó con mucho menos poder simbólico. Después, se volvió más difícil retomar la agenda.

De cara a esa nueva Constitución, que arrancó este año con un segundo intento a través de un nuevo proceso constituyente con plazos y reglas distintas, Boric y la izquierda, en palabras de Leandro Lima, deberán demostrar que aprendieron las lecciones del rechazo de septiembre, “sobre todo en términos de la necesidad de dialogar con sector políticos de centro y de derecha para alcanzar una propuesta constitucional aceptable por la ciudadanía”.

El plebiscito y la reforma tributaria son las dos derrotas que golpearon duramente a Gabriel Boric en su primer año de gobierno. Tanto, que ambos hechos desencadenaron cambios ministeriales. El primero, a menos de 48 horas del varapalo electoral en el plebiscito, llevó al presidente a remover de sus cargos a dos figuras de su máxima confianza: la ministra de Interior, Izkia Siches, y Giorgio Jackson, secretario de la Presidencia. Ambos amigos de su época de militancia estudiantil. Y el segundo, anunciado este viernes, con la destitución de cinco de sus ministros: Antonia Urrejola (Cancillería), Juan Carlos García (Obras Públicas), Julieta Brodsky (Cultura), Alexandra Benado (Deportes) y Silvia Díaz (Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación).

(Lea también: Pedro Castillo: juez dicta 36 meses de prisión preventiva en caso de corrupción)

Los expertos coinciden en que este primer año, ante todo, fue un gran desafío para Boric. No solo porque su arranque estuvo marcado por la alta expectativa, al tratarse de una nueva generación política surgida de las marchas estudiantiles de la década pasada y de la llegada del primer presidente más cercano a la izquierda en gobernar Chile desde el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende (1970-1973) e instaló la dictadura militar de Pinochet. También, porque varios problemas como la inflación y la inseguridad pública, que aumentaban desde antes de la toma de posesión, continuaron y rápidamente generaron frustración en la ciudadanía. Y el gobierno de Boric no consiguió reaccionar efectivamente a eso.

Otro fracaso de su gestión que evidenció esa inexperiencia, señala Leandro Lima, de Control Risks, fue la estrategia para atender la emergencia en el sur de Chile por cuenta de sectores indígenas mapuches que exigen la devolución de territorios ancestrales. Boric inicialmente suspendió el estado de emergencia, pues durante años fue detractor de esa medida, pero los hechos violentos aumentaron, obligándolo a retroceder e imponerlo de nueva cuenta a solo dos meses de haber llegado al poder. Ese estado de excepción se ha extendido hasta la fecha.

(Lea también: Violencia en Haití lleva a Médicos Sin Fronteras a cerrar hospital)

Sin embargo, no todo ha sido números rojos para el gobierno en sus primeros 12 meses de gestión.

Pese a la resistencia tradicional de la izquierda, Boric ordenó el despliegue de las Fuerzas Armadas en algunas zonas del norte y el sur para encarar la migración irregular, así como hacerle frente a la delincuencia. También logró la aprobación de las medidas sociales en el Congreso y avances en su política ambiental como la aprobación del Acuerdo de Escazú. Y quizás la más significativa: ha conseguido alentadoras cifras económicas.

“Contrariamente a lo que se esperaba, con Boric se ha recuperado la majestad del Estado. Se observa en el manejo de la economía. Se ha logrado establecer una disciplina fiscal que no se recuerda desde hace 12 años y por lo tanto los resultados son muy positivos”, destaca el sociólogo y analista político Eugenio Tironi en declaraciones a la AFP.

(Le recomendamos: El sueño aún inalcanzable de construir un rascacielos de 1.609 metros de altura)

Se ha logrado establecer una disciplina fiscal que no se recuerda desde hace 12 años y por lo tanto los resultados son muy positivos.

Recientemente, además, se hizo con dos aciertos que oxigenaron su golpeada imagen.

Ante la crisis de los incendios forestales, que consumieron 439.000 hectáreas y dejaron 26 muertos, Boric optó por una rápida declaración de estado de catástrofe, el despliegue permanente de los ministros en la zona afectada, la suspensión de sus vacaciones y su presencia en terreno. Y por esos días también dejó que el Congreso ratificara el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTTP), al que se opuso cuando era diputado.

(Además: Puerto Rico: polémica por proyecto de ley que impondría cárcel por abortar)

Como resultado, logró aumentar su popularidad. Dos encuestas muestran una leve mejoría en la aprobación presidencial: 35 por ciento, según Cadem, la mejor cifra desde septiembre pasado, y 39 por ciento, según Criteria, el mejor nivel desde que asumió la Presidencia.

En contraste con el complicado escenario interno, el presidente chileno sigue atesorando capital político en el exterior, sobre todo gracias a su defensa de los derechos humanos en foros multilaterales y su contundente condena a Venezuela o Nicaragua. Boric no ha temido que lo tilden de “izquierda cobarde”, como le dijo el presidente venezolano Nicolás Maduro, tras acusar directamente al nicaragüense Daniel Ortega de “dictador”. Y esa posición, según analistas, lo ha distanciado de la izquierda latinoamericana más tradicional, como Lula da Silva en Brasil y Alberto Fernández en Argentina, que son más tímidos en sus críticas.

“El tema generacional puede ser pertinente para explicar las distintas posturas entre Boric y sus contrapartes en la izquierda latinoamericana. En general, los ‘millienials’ no portan el bagaje ideológico de líderes más tradicionales de la izquierda”, señala en conversación con la AFP Michael Shifter, ex presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, con sede en Washington.

(Siga leyendo: Video: presos de la cárcel de El Salvador salen a barrer las calles custodiados)

Pero para Leandro Lima la posición del jefe de Estado chileno también resulta novedosa en la región, en un momento en el que las cinco potencias (Colombia, Brasil, México, Chile y Argentina) están gobernadas por líderes de izquierda. “La victoria de Boric generó un poco de ansiedad entre los inversionistas por su inexperiencia política y posiciones de izquierda. Sin embargo, el presidente ha dado señales positivas de moderación”, afirma el analista.

Otra arista a considerar en el primer año de Boric es su promesa de conformar, en sus palabras, «un gobierno feminista». Un año después, el enfoque de género ha logrado permear en el discurso público pese a que aún queda por avanzar en igualdad entre hombres y mujeres. 

En este primer año de gobierno, el presidente chileno, por ejemplo, puso en marcha la ley de Responsabilidad Parental y Pago Efectivo de las Deudas de Pensión de Alimentos, algo que anhelaban las mujeres de Chile, donde sólo el 16 por ciento de los hombres demandados está al día con la manutención de sus hijos.

(Siga leyendo: Prisión y destierro: así es ser opositor en el régimen de Ortega en Nicaragua)

El presidente  de Chile, Gabriel Boric e Irina Karamanos.

Foto:

Twitter: @i_krmns

Esta semana, además, durante la conmemoración del primer Día Internacional de la Mujer de su gobierno, anunció una ley de guardería universal. La legislación actual solo obliga a las empresas en las que trabajan 19 mujeres o más a tenerlas o financiarlas. Boric anunció también la rebaja del precio de 27 tipos de anticonceptivos, en farmacias con convenio con el Estado, y la ampliación a 1.000 en el número de cirugías de incontinencia urinaria para mujeres.

Para Mariana Gaba, directora del Departamento de Género de la Universidad Diego Portales, hay «un cambio contundente en el discurso, en el clima, en cómo se van poniendo en la agenda temas que quienes estamos en el movimiento feminista venimos trabajando hace mucho tiempo».  Sin embargo, Mónica Zalaquett, exministra de la Mujer del segundo gobierno del expresidente Sebastián Piñera (2018-2022), considera que no se han cumplido las expectativas en esa agenda. «Siento que no se ha traducido en cambios sustanciales», asegura en conversación con la AFP.

(De interés: Las pruebas que tiene la justicia de Argentina contra Cristina Fernández)

En este tiempo, también se destacó el papel de la cientista social Irina Karamanos, pareja del presidente, quien aceptó ocupar el cargo de primera dama para reformularlo desde dentro. En nueve meses, ejecutó un plan para desvincular la Presidencia de las seis fundaciones sociales bajo su administración. Cerró el despacho en el palacio de gobierno y volvió a sus labores políticas y académicas.

Por lo pronto, no son pocos los retos que deberá enfrentar el mandatario chileno en su segundo año de gobierno. Además de recuperarse del rechazo a su reforma tributaria y de impulsar el proceso de la constituyente, la reforma pensional, la recuperación económica y la seguridad pública serán temas clave este año.

(Lea también: Día de la mujer: la brecha salarial entre mujeres y hombres en Latinoamérica)

Los sectores de centroizquierda probablemente continuarán fuertes en el gobierno, lo que significa la persistencia de una tendencia hacia la moderación política. Sin embargo, la dificultad de aprobar medidas en el Congreso será un obstáculo importante para que los planes del gobierno puedan avanzar”, vaticina Lima.

Por eso, los expertos consideran que, si bien no todo está perdido, los resultado en este segundo año dependerán de cuánto ha aprendido Boric de sus errores y de su capacidad para enmendarlos.

WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO

Entradas relacionadas

Deja tu comentario