Guam: la isla que intenta preservar sus tradiciones indígenas en medio de tensiones

TAMUNING, Guam — “¡Balutan! ¡Tienen que balutan!”

Anthony Mantanona —el panadero nativo favorito de Guam— señaló a las bandejas de pan de coco fresco, recordando a los invitados que partían de la parrillada que siguieran uno de los principios de la cultura chamorro: balutan, o tome un plato para llevar, sea generoso, sea agradecido, comparta.

“¡Si no necesitas mucho, dáselo a otra persona!”, gritó.

Los chamorros fueron los primeros habitantes de Guam y, a lo largo de 500 años de colonización por parte de España, Japón y, más recientemente, Estados Unidos, han sobrevivido compartiendo su tierra, mar y cielo mientras retienen sus valores culturales fundamentales.

Ahora, la ideología chamorro está siendo nuevamente puesta a prueba, al darse una nueva intrusión del Ejército de EU justo cuando se realizan nuevos esfuerzos para fortalecer los lazos indígenas de Guam.

La parrillada se llevaba a cabo en el patio trasero de una casa de la década de 1950 que también funciona como centro cultural. Aviones de combate estadounidenses F-15 pasaban rugiendo constantemente, un recordatorio del mundo peligroso que continúa haciendo exigencias a la gente de Guam.

Aproximadamente un tercio de la isla tiene décadas de estar bajo control militar estadounidense. Pero con China y EU enfrascados en una amarga competencia por ventaja estratégica, Guam —un afloramiento volcánico con 168 mil habitantes— se ha convertido en una plataforma de lanzamiento militar aún más vital.

Además de los 22 mil soldados estadounidenses aquí, 5 mil marines más se mudarán pronto a una nueva base que lleva el nombre del General de Brigada Vicente T. Blaz, el primer chamorro en convertirse en oficial general del Cuerpo de Infantería de los Marines. Se está reacondicionando un muelle para submarinos de propulsión nuclear. También se han identificado alrededor de una docena de sitios como ubicaciones para sistemas de defensa antimisiles.

Quizás sorprendentemente, todo ello no ha propiciado mucho temor. Los habitantes de Guam saben desde hace años que su hogar podría ser un blanco. Está mucho más cerca de China y Corea del Norte que de Honolulú.

Guam nada en un charco turbio de americanismo. Sigue siendo más una guarnición que un Estado; la isla fue entregada a la Armada de EU después de la Guerra Hispanoestadounidense de 1898.

En una playa cerca de la Base Naval de Guam, Ron Acfalle, de 64 años, un constructor de viviendas, pasó la mano por una estrecha canoa de madera. Una vez en el agua, la canoa tendrá una vela triangular —un espectáculo visto por primera vez y elogiado por los exploradores españoles que llegaron a Guam en 1521.

Los colonizadores las llamaron “proas voladoras” y luego destruyeron los botes para evitar que la gente huyera, comerciara con otras islas o planeara una revuelta. Fue el comienzo del papel de Guam como puesto internacional estratégico.

Hoy los estudiantes de ciencias indígenas están aprendiendo a navegar y guiarse con las estrellas.

“La idea era recuperar lo que dejaron nuestros antepasados”, dijo Acfalle.

La historia de Guam está ahora en el plan de estudios escolar. Un nuevo museo, con palabras chamorro talladas en la fachada, abrió hace unos años.

Pero el riesgo flota en el aire. En la parrillada sonaron tres ráfagas de caracol.

A un niño de 9 años en uniforme de beisbol le preguntó su madre que explicara por qué había disparado las tres ráfagas.

“Cielo, mar y tierra”, dijo, en chamorro e inglés.

Era un llamado a los ancestros, pidiendo protección.

Por: DAMIEN CAVE

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