*Nota publicada originalmente el 27 de mayo de 2023 con motivo del centenario de Henry Kissinger.
A sus 100 años, Henry Kissinger aún conserva la atención de la diplomacia mundial y comparte sus consejos de geopolítica, generando fascinación y controversia por igual.
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El veterano diplomático estadounidense sigue dando entrevistas, escribiendo libros y asistiendo a eventos sociales. Justo el martes pasado aterrizó en el muy selecto Club Económico de Nueva York para apagar –por adelantado– las velas sobre una torta de chocolate por cuenta de su cumpleaños número 100, celebrado oficialmente este sàbado.
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Llegamos a un punto en el que logramos nuestro objetivo estratégico. La tentativa militar de Rusia de absorber a Ucrania fracasó”
Quien fue asesor de Seguridad Nacional del expresidente Richard Nixon y secretario de Estado de Estados Unidos entre 1973 y 1976 sigue siendo para unos un visionario y para otros un “criminal de guerra”. De ahí, que a sus 100 años es considerado un mito, aunque cada vez más cuestionado.
Esta semana, frente a sus invitados, estimó que aboga por un alto al fuego en Ucrania, pero que no cree “que toda la culpa sea de Putin”.
“Llegamos a un punto en el que logramos nuestro objetivo estratégico. La tentativa militar de Rusia de absorber a Ucrania fracasó”, agregó el ‘sabio’ de silueta encorvada que marcó con su huella la política exterior del EE. UU. de la segunda mitad del siglo XX.
“Kissinger dio el salto de la Universidad de Harvard a la política activa como asesor de seguridad nacional de Richard Nixon y más tarde como su secretario de Estado. Desde entonces, no ha dejado de influir en la política internacional”, dice en su columna del diario El País el periodista y escritor español Juan Luis Cebrián.
No es para menos. Con su particular acento heredado de sus orígenes judío-alemanes, Kissinger fue un actor esencial de la diplomacia mundial durante la Guerra Fría e inició los acercamientos con la Unión Soviética y China en los años 70, con una visión pragmática del mundo, una especie de Realpolitik al estilo estadounidense con la que logró consolidar relaciones pacíficas.
Fue este hombre quien gestionó la crisis de la guerra de Yom Kippur (Israel-países árabes, 1973), concibiendo una nueva visión de cómo llevar la política exterior estadounidense, al colocar como último recurso la intervención militar, siendo este nuevo proceder el que lo llevó a obtener el Nobel de la Paz en 1973, gracias al alto el fuego en Vietnam.
Aun así, su imagen no se desliga de las páginas negras de la historia estadounidense como el bombardeo de Camboya, el genocidio de Timor Oriental y, en lo personal, su respaldo a dictaduras como las de Chile y Argentina o su papel en la Operación Cóndor para reprimir a opositores latinoamericanos de izquierda. Actualmente, existen numerosas iniciativas que buscan su procesamiento ante instancias judiciales internacionales, así como la retirada de su Premio Nobel.
Su imagen no se desliga de las páginas negras de la historia como el bombardeo de Camboya y, en lo personal, su respaldo a dictaduras como las de Chile y Argentina o su papel en la Operación Cóndor.
“Para mí, no hay ninguna duda de que su política causó cientos de miles de muertes y destruyó la democracia en varios países”, destacó el abogado de derechos humanos Reed Kalman Brody.
Por su parte, Cebrián destaca que si bien Kissinger sigue siendo uno de los intelectuales “más respetados en el terreno de la geopolítica mundial, la izquierda latinoamericana y europea no han dejado de reprocharle su apoyo al golpe de Estado de Pinochet”. Y es que lo persigue la fama de haber impulsado una política exterior que de ser tan pragmática resultó insensible a las consideraciones morales.
De hecho, Kissinger nunca se ha preocupado por la justicia. En 2004 una demanda en su contra fue desestimada, aunque varias investigaciones, como la del sitio web The Intercept afirman, con base en documentos de archivo del Pentágono y testimonios de sobrevivientes, que la campaña de bombardeos estadounidenses en Camboya (1969- 1973), de la que Kissinger fue artífice, fue ampliamente subestimada, habiendo causado muchas más muertes civiles de lo que se admitió.
El historiador Muntassir Mamoon, de la universidad de Daca, en Bangladés, subrayó que Kissinger “apoyó activamente el genocidio” en ese país en 1971. “No veo ninguna razón para elogiarlo”, afirmó al agregar que su punto de vista era compartido en varios países. “La ironía es que se recuerda que hizo la paz pero se olvida todo lo que hizo para prolongar la guerra no solo en Vietnam sino en Camboya y Laos”, añade a la AFP la historiadora Carolyn Eisenberg, de la universidad Hofstra en EE. UU.
Un arquitecto político
Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth (Alemania) en el seno de una familia judía que llegó a Nueva York huyendo del nazismo cuando todavía era un adolescente. Este graduado en Harvard siempre ha negado que su infancia traumática lo marcó de por vida, pero muchos discrepan.
El profesor de la Universidad de Texas Jeremi Suri, autor de Henry Kissinger and the American Century, considera que “al ser un refugiado judío ha estado siempre muy preocupado por el caos y ha querido poner orden en el mundo”. “También cree que EE. UU. es una nación superior que tiene que jugar un rol especial”, agrega Suri.
Kissinger, quien según sus conocidos no practica la humildad, quiere ser recordado como el arquitecto de la política de distensión hacia la Unión Soviética que cambió el rumbo de la Guerra Fría, como el artífice de la normalización de las relaciones con China y como el intelectual que frenó la proliferación nuclear. Obviando todo lo demás.
“A Kissinger no le molestaban las dictaduras. De hecho, le gustaban si estaban del lado de Estados Unidos y mantenían el comunismo fuera de América Latina”, explica Mario Del Pero, historiador de Sciences Po en París y autor de la biografía The Eccentric Realist.
“En un país que había perdido su norte político y moral por la guerra de Vietnam, Kissinger ofreció un mensaje claro e inequívoco: la moral no está hecha para las relaciones internacionales”, agrega el analista.
Las críticas son un reflejo de la ignorancia.
Incluso un best seller del periodista Christopher Hitchens lo acusó en 2001 de crímenes de guerra por sus actuaciones en Camboya, Timor Oriental y Chile; críticas impensables en los 70 cuando Kissinger era el hombre más popular del país. Aparecía en portadas caracterizado como Supermán, salía con estrellas de Hollywood y eclipsaba al mismísimo presidente.
“¿Qué pasaría si Kissinger se muriera? Que Richard Nixon se convertiría en presidente”, se bromeaba en Washington.
El profesor Thomas Schwartz, autor de la biografía Henry Kissinger and American Power, le explicó a Efe que “su historia personal lo convirtió en una figura muy fascinante”. “Sobrevivió al escándalo del Watergate y tras su paso por la política, Kissinger ha seguido omnipresente en editoriales, libros, charlas y entrevistas para ensanchar un mito con el que muchos se han querido fotografiar, desde Hillary Clinton a Donald Trump, pasando por Vladimir Putin o Xi Jinping”.
Pero también ha invertido mucho tiempo en refutar las duras críticas en su contra, algo que no tolera. Así lo demostró en una reciente entrevista con CBS en la que, profundamente molesto, respondió que las acusaciones de criminal de guerra “son un reflejo de la ignorancia”.
A pesar de su imagen terca, sus biógrafos aseguran que puede ser encantador y que una buena forma de romper el hielo es hablarle de fútbol o de ópera. De ahí que el lúcido y activo Kissinger, a sus 100 años no duda en seguir lanzando advertencias, en especial a sus coetáneos más jóvenes a los que les insistió que la Inteligencia Artificial se equipara al peligro de las armas nucleares. “Se trata de un problema totalmente nuevo”, aseguró.Stephanie Echavarría
Editora de Internacional