El francés Vincent Lambert, en estado vegetativo desde casi 11 años, falleció este jueves, una semana después de la suspensión del tratamiento que lo mantenía vivo y al cabo de una batalla judicial que lo convirtió en un símbolo del debate en Francia por la muerte digna.
«Vincent murió esta mañana» en el hospital de Reims (nordeste de Francia), indicó François Lambert, sobrino del exenfermero de 42 años que quedó tetrapléjico en un accidente de tráfico en 2008. «Estábamos preparados para dejar que se fuera», añadió.
Jean Paillot, uno de los abogados de los padres, Viviane y Pierre Lambert, confirmó la información añadiendo que había llegado la hora del «recogimiento».
En 2008 Vincent Lambert acababa de cumplir 32 años y acababa de convertirse en padre por primera vez cuando su vida cambió para siempre a causa de un accidente de coche cerca de su casa, en la ciudad de Chalons-en-Champagne, en
el noreste de Francia.
Lambert era el mayor de nueve hermanos, fruto de tres uniones diferentes. Su padre, ginecólogo anti aborto, y su madre, una católica devota, se casaron años después de su nacimiento. De joven empezó a trabajar en un centro psiquiátrico como enfermero, donde conoció a otra enfermera, Rachel, quien años más tarde se convertiría en su esposa y en la madre de su única hija en julio 2008.
Con una hija de tan solo dos meses de nacida, en septiembre, Vincent sufrió el trágico accidente que acabó con la mayoría de su movilidad.
Tras años de procedimientos y permanecer constantemente en centros médicos, en 2011 los médicos descartaron toda posibilidad de mejora y en 2014 fue declarado en estado «vegetativo». «Con el tiempo le hemos visto deteriorarse, sus músculos atrofiados deforman su cuerpo, a menudo mueve la boca, a veces grita», dijo ese año una de sus hermana.
Ya en 2013 el hospital de Reims, con el permiso de su esposa, puso en marcha el protocolo de fin de vida con sustento en la ley «Claeys-Leonetti» que regula el no encarnecimiento terapeútico y contempla el fin de todo tratamiento artificial para mantener la vida. Sin embargo, Vincent no estaba en fase terminal de ninguna enfermedad grave por lo que no lograron completar el procedimiento.
La batalla familiar
Desde entonces, la familia se dividió en torno a la vida y la muerte de Vincent.
Por un lado, Rachel (su tutora legar) junto a seis hermanos y un sobrino, fueron defensores de la «muerte digna» del paciente y solicitaron interrumpir la alimentación e hidratación que lo mantenían con vida.
Por otro lado, los conservadores padres de Vincent y los otros dos hermanos emprendieron una batalla legal, alegando que retirarle el tratamiento paliativo era «un asesinato con premeditación». Argumentaban también que el hombre respiraba por sí mismo y no recibía tratamiento médico alguno.
Pasaron seis años de recursos y fallos legales disputados entre los dos bandos acaparando la atención de la opinión pública, hasta que, el 2 de julio, el jefe de la unidad de cuidados paliativos del hospital de Reims, Vincent Sanchez, ordenó la suspensión del tratamiento que se hizo efectiva al día siguiente por la noche, en virtud de un fallo de la Corte de Casación (principal órgano en Francia).
Concretamente, los médicos detuvieron las sondas que lo alimentaban e hidrataban y le administraron una sedación profunda y continua.
El procedimiento de detención del tratamiento ya se había puesto en marcha el 20 de mayo, pero se interrumpió al día siguiente por petición del Tribunal de Apelaciones de París. Posteriormente la Corte de Casación reabrió el proceso. «No hay más vías de recurso posibles», aseguró entonces el abogado de la esposa.
Vincent ha muerto, asesinado por razón de Estado y por un médico que ha renunciado a su juramento hipocrático
Así, los padres de Vincent perdieron la batalla pese a sus múltiples intentos de interrumpir el proceso, incluso con un discurso ante la ONU en Ginebra para pedir «socorro» y un último recurso, rechazado por un tribunal. Ellos consideraban a su hijo como discapacitado y no en estado vegetativo y pedían su traslado a un establecimiento especializado.
Este jueves culminó por completo su lucha con la muerte de Vincent, muerte que declararon como «crimen de Estado».
«Vincent ha muerto, asesinado por razón de Estado y por un médico que ha renunciado a su juramento hipocrático», indicaron en un comunicado difundido por dos de sus abogados, Jean Paillot y Jérôme Triomphe. En la nota, recalcaron que su hijo fue «condenado por estar discapacitado».
Por mucho que digamos que
Vincent no sufre, es problemático ver su cuerpo decaer
En cambio, su esposa Rachel reiteró el «ensañamiento terapeútico» de los padres, pues, según ella y los familiares que la apoyaban, Vincent había dicho que prefería morir a vivir en estado vegetativo, aunque nunca lo puso por escrito.
Asimimismo, su sobrino François Lambert declaró que: «por mucho que digamos que
Vincent no sufre, es problemático ver su cuerpo decaer, se sofoca, está muy blanco (…) Se va a ir, siento como un alivio».
Al contrario de otros países europeos como Holanda, Bélgica o Suiza, la eutanasia activa o el suicidio activo están prohibidos en Francia. No obstante, la ley Léonetti, adoptada en 2005, prevé la posibilidad de detener un tratamiento si se trata de una «obstinación irrazonable».
El caso de Lambert recuerda a otros, como por ejemplo el de Terri Schiavo en Estados Unidos, «desconectada» en 2005 pese a la oposición de sus padres a pedido de su marido o el del bebé Alfie Evans en Inglaterra, cuyo tratamiento fue retirado en 2018 tras una larga batalla judicial.
AFP