Los enfrentamientos en el centro de Quito desatados por varias medidas económicas anunciadas por el Gobierno se reanudaron a media tarde de este miércoles con fuertes choques entre jóvenes manifestantes, sindicalistas y de organizaciones de izquierda con las fuerzas de seguridad.
Los principales disturbios se registraron en el parque de El Arbolito, cuando después de una pausa a primera hora de la tarde, los manifestantes comenzaron a arrojar piedras, palos, cohetes artificiales contra cientos de efectivos de seguridad en la Avenida 6 de Diciembre.
Los agentes dispararon más de un centenar de granadas humo, gas pimienta y lacrimógeno, tratando de resistir el embate de los concentrados. Durante una hora ambas partes mantuvieron un duro forcejeo en un juego del gato y el ratón en el cual una fuerza avanzaba haciendo que la otra parte retrocediera, y viceversa.
Mientras tenía lugar el enfrentamiento en calles transversales decenas de personas gritaban «viva el pueblo, viva el pueblo», y también lanzaban de tanto en tanto piedras a las fuerzas de seguridad.
En el casco histórico la situación parecía a media tarde bajo control después de que a primera hora de la tarde tuvieran lugar allí intensos combates entre las dos partes. Ya con las calles vacías, realzaba el daño causado por los enfrentamientos en carreteras, paredes, mobiliario público y otras propiedades, escenario que se asemejaba a una batalla.
Cientos de policías seguían apostados en el cordón de seguridad externo en el casco antiguo, perímetro que abarcaba varias calles desde la sede presidencial. En el círculo interno, el atrincheramiento era masivo con barricadas de bloques de cemento, vallas y alambradas de púas, propias de una guerra.
Los disturbios tienen lugar en la séptima jornada de protestas por la decisión del presidente, Lenín Moreno, de eliminar los subsidios a los combustibles.
Este miércoles los sindicatos y la dirigencia indígena habían convocado una gran movilización nacional, con epicentro en Quito, que por lo general transcurrió de forma pacífica y tuvo brotes violentos en el casco colonial.
EFE