La guerra en Sudán deja más de 700.000 desplazados en un mes

Yasir Zaidan, estudiante sudanés de la Universidad de Washington, se encontraba en su casa cuando los bombardeos y disparos comenzaron el 15 de abril en Jartum, la capital de Sudán. “Mi casa está cerca de una de las bases del grupo paramilitar, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Los combates fueron muy intensos. Nuestra casa estaba bajo fuego, en medio de la lucha”, relata Zaidan en una entrevista con EL TIEMPO. Dos semanas después, le tocó planear su evacuación porque la violencia en esta ciudad no cesaba.

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“Cuando salíamos de Jartum en bus, nos detuvieron en uno de los puestos de control de las FAR en Al Gaily, hacia el norte. Registraron nuestras maletas y nos robaron los teléfonos. Estaba aterrorizado y mi esposa no dejaba de llorar mientras nos preguntaban por las razones por las que estábamos dejando a nuestra amada ciudad”, agrega.

Tras un mes de conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) del general Abdel Fatah al Burhan y las FAR, lideradas por Mohamed Hamdan Daglo, el informe de la organización The Armed Conflict Location & Event Data Project (Acled) afirma que se han reportado más de 750 personas fallecidas por los combates.

El conflicto no solo ha incrementado la escasez de medicamentos en el país: también ha intensificado la crisis humanitaria, que ya deja más de 700.000 desplazados, de los cuales, según Acnur, 150.000 han salido a países de la región como Chad, Etiopía o Egipto. “Nos estamos refugiando en un lugar seguro con mi esposa y abuelos, pero es peligroso. No hay forma de obtener suministros. Dejé todas mis pertenencias en la casa, pero estoy en proceso de abandonar el país porque tememos que los enfrentamientos puedan escalar a una guerra total”, cuenta Zaidan.

Durante el período comprendido entre el 15 de abril y el 3 de mayo de 2023 el promedio semanal de la violencia política reportada en Jartum creció del 14 % a más del 50 % . “La violencia también aumentó en otras áreas como el estado de Kordofán del Norte, que suelen experimentar niveles más bajos de violencia”, explica el informe de Acled.

Sudán se encuentra en una región altamente convulsionada si se analiza lo que es el Cuerno de África.

¿Cómo llegó el conflicto a ese punto?

Tras meses de protestas y levantamientos civiles, el 11 de abril de 2019, Omar al Bashir fue destituido de su cargo por las Fuerzas Armadas Sudanesas. Una vez eso sucedió, distintos grupos sudaneses se empezaron a preguntar por el control político del país: ¿quién estaría a cargo de la transición democrática: los civiles, el ejército o un grupo paramilitar?

Luego del derrocamiento, los militares tomaron el control, pero los civiles continuaban exigiendo procesos democráticos, por lo que llegaron a un acuerdo: los líderes civiles y militares se repartirían el poder con el fin de que Sudán tuviera una transición a un gobierno democrático. Sin embargo, esta medida no funcionó.

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Para Ricardo Benítez, coordinador de investigaciones en el centro de estudios de política internacional de la Universidad de Buenos Aires, en la lucha por la legitimidad a nivel internacional, los civiles eran quienes debían tomar el poder para que fuera un proceso democrático justo; sin embargo, eran los que menos poder tenían. Es por esto que solo quedaron dos actores: el ejército, que quería controlar el Estado y el nuevo régimen, y las FAR, un actor que sabía que o desaparecía con Omar al Bashir, pues era su aliado, o buscaba un nuevo espacio en esa búsqueda de poder.

Antes de que estallaran los combates a mediados de abril, Burhan y Hamdan debían reunirse con mediadores internacionales para hablar de la integración de las FAR al ejército regular, acuerdo clave para la transición democrática, pero esto no fue suficiente. Al día siguiente, los bombardeos a hospitales y el uso de edificios civiles como refugio para los actores armados prendieron las alarmas en Jartum.

Pero ¿qué estaban pidiendo en ese momento las Fuerzas de Apoyo Rápido? “Pedían una transición extensa, exactamente de 10 años. Pedían no ser incorporadas en el ejército y ser reconocidas como actor político. Esto, desde una transición eficiente, es inviable por lo que, al no poder lograr sus objetivos con diálogos, nos encontramos con la última opción: la violencia o la apertura de hostilidades entre las SAF y las FAR”, dijo Benítez. Al final, ninguno cedió el control, sino que decidieron combatir.

Para Benítez, los intereses políticos de las FAR se centran en intentar consolidar su capital político a toda costa; es decir: ganar o morir. “Eventualmente eliminan a cualquiera que represente una amenaza para sus intereses o una potencial transición”, asegura.

Recrudecimiento de la crisis humanitaria

Acnur, la agencia de refugiados para la ONU, estima que más de 800.000 personas pueden llegar a salir de Sudán en caso de que los enfrentamientos continúen, lo cual incrementaría hasta ocho veces la cantidad de refugiados que hay en la región. Además, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha, por sus siglas en inglés) advirtió que las ayudas para Sudán solo están financiadas en un 14 por ciento y aún faltan 1.500 millones de dólares para hacer frente a la crisis humanitaria que se agrava cada día. A esto, sumándole que antes del conflicto casi 16 millones de personas (un tercio de la población de Sudán) ya dependían de alguna asistencia humanitaria.

“Los problemas que tienen el ejército y las fuerzas de apoyo rápido no incluyen a la crisis humanitaria, pues están peleando por supervivencia política. Sudán se encuentra en una región altamente convulsionada si se analiza lo que es el Cuerno de África. Sus opciones más cercanas –Etiopía, Chad o Egipto– son terribles y las más lejanas también. Esto, teniendo en cuenta que hablamos de millones de personas que se encuentran en gravedad humanitaria no solo en Sudán, sino también en los países cercanos”, asegura Benítez.

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El experto en relaciones internacionales Aymeric Marie Durez agrega que las autoridades tienen muchas preocupaciones por los recursos que tienen los países limítrofes para recibir a estos refugiados, pues muchos de ellos no tienen la capacidad para contener y brindarles asistencia. También explica que es un tema preocupante para la comunidad internacional, la ONU y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) por una posible desestabilización.

Por su parte, Faith Kasina, la portavoz de Acnur en Nairobi, le explicó a EL TIEMPO que han trabajado con los gobiernos en diferentes países con el fin de proveer la asistencia humanitaria necesaria. Años antes, algunos de los refugiados huyeron de Sudán del Sur y se refugiaron en Sudán, pero por el conflicto se vieron obligados a volver nuevamente.

“Una vez las personas logren salir de Sudán, nosotros los asistimos para que se muevan temporalmente a diferentes áreas que quedan en Sudán del Sur”, indicó. Pero esto no significa que brindar la atención necesaria sea fácil. Kasina asegura que las condiciones son terribles.

Para la vocera, lo más desafiante de toda la situación es que las personas se han visto obligadas a huir una vez más de sus hogares por la inseguridad o los combates. Además, afirma que las personas están llegando a países vecinos que en la actualidad tratan con crisis migratorias. “Nuestros recursos se están agotando, pero estamos haciendo todo lo posible para ayudar. Nuestro llamado es para que finalicen los combates y así poder proteger a los civiles, refugiados y desplazados”, afirma Kasina.

A esto se le suma lo que dijo la ministra de Estado para la Cooperación Internacional de los Emiratos Árabes Unidos, Reem Bint Ebrahim Al Hashimy, en un comunicado de prensa de la OMS: “Seguimos trabajando en estrecha colaboración con la Organización Mundial de la Salud para garantizar el despliegue exitoso de las operaciones logísticas críticas para enviar ayuda médica y alimentaria urgente y así ayudar a abordar la crisis actual en Sudán”.

En medio de la violencia por la que pasa Sudán, los comités de resistencia –que se fortalecieron como oposición durante el gobierno de Omar al Bashir en 2013– también han articulado movimientos en contra del conflicto. Además, han ayudado en la repartición de bienes básicos, la coordinación de evacuaciones y de atención médica.

En conversación con EL TIEMPO, Ahmed Ismat, el portavoz del Comité de Coordinación de Jartum del Sur, explicó que, cuando comenzó el conflicto, ellos reabrieron hospitales que no funcionaban hace mucho tiempo. “Llamamos a todos los doctores de los barrios para hacer los hospitales funcionales nuevamente. También trajimos agua y coordinamos la evacuación de personas que se encontraban cerca de las zonas de combate”.

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¿En qué van los diálogos?

Abdel Fatah al Burhan afirmó que si las FAR continúan en las zonas residenciales, estaciones e instituciones como gasolineras u hospitales de Jartum, los diálogos que se han organizado en Yeda (Arabia Saudí) no prosperarán. “La salida de estas bandas de las zonas residenciales es la vía correcta para un alto el fuego (…) aspiramos conseguir esto en Arabia Saudí, y si no se consigue, pues no habrá ningún beneficio en ir a Arabia Saudí o en sentarse a negociar”, dijo Al Burhan en una entrevista con la televisión estatal egipcia Al Qahera News.

“Después se podrán ver otros asuntos, sean sobre la situación (política) permanente o la solución (de la crisis) sudanesa (…) se podrá hablar de todo, pero después de asegurar un alto el fuego permanente que devuelva la vida a la capital sudanesa”, agregó.

De igual forma, Estados Unidos se está preparando para ejercer presión económica dependiendo de cómo vayan los diálogos y el cese al fuego. Según la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, ya tienen sanciones previstas en caso de que no lleguen a un acuerdo las FAR y las SAF. “Nosotros y nuestros socios seguimos dejando claro a las partes enfrentadas y dirigidas por los dos generales que no puede haber solución militar a esta crisis y que las negociaciones son el único camino”, indicó Nuland.

“Los dos actores no van a ceder del todo o, por lo menos, lo harán hasta que les convenga. Es muy difícil generar consensos entre actores que han luchado por tanto tiempo porque su relación es coercitiva y no está basada en el respeto ni en la búsqueda de la democracia”, concluye Ricardo Benítez.

A pesar de esto, Nuland comentó que han centrado las conversaciones en dos puntos claves. El primero, asegurar una posible declaración de principios humanitarios; y el segundo, implementar un cese del fuego lo suficientemente largo para tener la oportunidad de entregar constantemente la ayuda humanitaria que requieren los afectados por el conflicto.

(*) Con información de AFP

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