Buteflika, el presidente ‘fantasma’ que va por un quinto mandato

Los argelinos ya le dicen ‘el cuadro’, porque desde hace seis años cada vez que quiere enviar un mensaje a la nación, lo único que ven de él es una fotografía enmarcada.

«No tenemos presidente, tenemos un cuadro y una foto», gritan los miles de estudiantes que desde hace semanas protestan para evitar que el presidente Abdelaziz Buteflika cumpla su propósito de aspirar a la presidencia por quinta vez, y como ha sucedido en las recientes elecciones, se imponga con el ya esperado 85 por ciento de los votos.

Hundido en una silla de ruedas después del accidente cerebrovascular que lo postró en el 2013, sin hacer apariciones públicas, enviando mensajes a sus ciudadanos a través de cartas leídas por sus más cercanos colaboradores, y viviendo la mitad del tiempo en pabellones médicos cerca a Argel, en Francia o Suiza, Buteflika, a sus 83 años, dista mucho de aquel hombre que al inicio de su largo mandato, hace 20 años, se presentaba como un orador locuaz y un dirigente hiperactivo que recorría su país y el mundo. «Yo soy Argelia entera, soy la encarnación del pueblo argelino», dijo a su llegada al poder.

Era, en aquel momento, 1999, la encarnación de la paz, luego de que logró poner fin a 10 años de guerra civil contra la guerrilla islamista que asoló el país, un conflicto que según cifras oficiales dejó más de 200 mil muertos. Lo hizo al lograr un ‘sí’ masivo en el referendo sobre la ley de ‘concordia civil’ que les dio una amnistía a los islamistas que no cometieron crímenes de guerra ni violaciones y además entregaron sus armas. Esto hizo que miles de islamistas se rindieran y desmovilizaran, y que Buteflika tocara el cielo como estadista.

Protestas en Argelia

Estudiantes argelinos protestan contra la decisión del presidente del país, Abdelaziz Buteflika, de optar a un quinto mandato pese a su enfermedad.

Foto:

Mohamed Messara / EFE

Incluso antes, cuando tenía 26 años, había ya batido un récord: se convirtió en el ministro de Relaciones Exteriores más joven del mundo. Nacido el 2 de marzo de 1937 en Uchda (Marruecos) en el seno de una familia originaria de Tlemcen, en el oeste argelino, Buteflika se adhirió en 1956, con 19 años, al Frente de Liberación Nacional (FLN) que luchaba contra Francia, entonces la potencia colonial.

Con la independencia del país, en 1962, se convirtió con apenas 25 años en ministro de Deportes y Turismo bajo la presidencia de Ahmed Ben Bella, un año antes de heredar la cartera de diplomacia, que mantuvo hasta 1979.

En junio de 1965, apoyó el golpe de Estado de Huari Boumédiène
, entonces ministro de Defensa, quien depuso a Ben Bella y asumió la jefatura del Estado. Buteflika se posicionó como delfín de Boumédiène, pero a su muerte, en 1978, el ejército lo apartó de la sucesión, y después se alejó progresivamente de la escena política.

No tenemos presidente, tenemos un cuadro y una foto

Tras un exilio en Dubái y Ginebra, Buteflika, ahora sí impuesto por el ejército, se presentó como candidato a las elecciones presidenciales de abril de 1999, en las que ganó como único aspirante tras la retirada de sus seis adversarios ante eventuales fraudes. Con Argelia en plena guerra civil contra la guerrilla islamista el nuevo presidente buscó restablecer la paz y su salida fue aquel referendo que lo catapultó.

Pero luego, acusado por sus detractores de no ser más que una marioneta del ejército, Buteflika mostró desde su elección su independencia respecto a esta poderosa institución. Fue reelegido en primera vuelta tanto en 2004 (con 85 por ciento de los votos) como en 2009 (90 por ciento), tras una revisión de la Constitución que eliminaba el límite de dos mandatos presidenciales. En 2011, mientras la ‘Primavera árabe’ acababa con varios dirigentes de la región, Buteflika compró la paz social gracias al maná del petróleo.

«Debería haber dejado sus funciones al término de su segundo mandato, tras haber logrado la reconciliación nacional y conquistado el corazón de gran parte de la población», considera el politólogo Rachid Tlemçani.

Debería haber dejado sus funciones al término de su segundo mandato, tras haber logrado la reconciliación nacional

No lo hizo, y la salud empezó a jugarle malas pasadas, como cuando en el 2005 fue hospitalizado de urgencia en París por una hemorragia gástrica, hasta el accidente cerebrovascular del 2013 que prácticamente le quitó su capacidad de movimiento y lo incapacitó por más de dos meses en los que la oposición pidió al Consejo Constitucional aplicar el procedimiento de destitución.

El Consejo no lo hizo y, sorprendentemente, un Buteflika ya ausente y en retrato, se postuló a las presidenciales y encadenó su cuarto mandato en línea en 2014. Desde entonces, el jefe de Estado, con su habitual traje de tres piezas y corbata, apenas aparece en público, pero cada día refuerza más su poder a través de controvertidas purgas. A inicios de 2016 disolvió el todo poderoso Departamento de Inteligencia y Seguridad y despidió a su jefe, el intocable general Mohamed Médiène.

Pero con lo que no contaba era que los precios del petróleo iban a caer lo que puso en serios aprietos a la economía del país y desnudó, por una parte, la excesiva dependencia de los hidrocarburos, y, por otra, que tras varios periodos en el poder no logró consolidar ni las instituciones, ni la economía ni la democracia.

La guinda del pastel fue la brutal represión de manifestantes en la región de Kabilia en la primavera de 2001 y unos muy sonados casos de corrupción.

Ahora, a sus 82 años, enfrenta a quizás su peor enemigo: las miles de personas que en la calle le exigen que no repita mandato.

INTERNACIONAL
* Con información de AFP
Argelia

Entradas relacionadas

Deja tu comentario