Unas manifestaciones gigantescas y la peor violencia política desde la retrocesión. La crisis en Hong Kong tomó desprevenido al Gobierno chino en un año particularmente sensible, hasta el punto de que Pekín podría pedir que se aplace el proyecto de ley que ha dado lugar a la contestación.
El régimen comunista teme más que nada una revuelta popular, que suele tratar de apagar en su territorio con una estrategia que mezcla la intimidación y el compromiso. Pero en Hong Kong, las cosas son distintas. La excolonia británica sigue gozando de unas libertades, que no existen en el continente, 22 años después después de su retrocesión a China.
Allí, la autoridad de Pekín está reemplazada por la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, en virtud del principio «un país, dos sistemas». Esta última habría asumido la responsabilidad de presentar el proyecto de ley para autorizar las extradiciones a China, que se topó con un fuerte rechazo en las calles.
El embajador de China en Reino Unido, Liu Xiaoming, afirmó el jueves en una entrevista con la BBC que Pekín no impulsó el polémico proyecto de ley, descargando la responsabilidad en la jefa del Ejecutivo de Hong Kong. «Fue claramente una señal de que Carrie Lam será el chivo expiatorio», vaticinó el experto en China Willy Lam, de la Universidad China de Hong Kong.
El proyecto de ley está «mal finiquitado, mal preparado, mal comunicado y crea más problemas de los que resuelve», observó Jean-Pierre Cabestan, también experto en China, de la Universidad Bautista de Hong Kong. «Sin decirlo, nos dirigimos hacia la suspensión del proyecto» definitiva, prevé.
Según el Ejecutivo hongkonés, el proyecto de ley permitirá llenar un vacío jurídico para evitar la impunidad de eventuales fugitivos. Pero sus detractores consideran que dejará a la población a merced del sistema judicial de China continental, opaco e influido por la influencia del Partido Comunista.
Para Pekín, temeroso de cualquier imprevisto, la agitación en la excolonia británica llega en mal momento, a solo unos meses de las celebraciones de los 70 años de la fundación de la China comunista, en octubre.
El acontecimiento debería ensalzar el poder del presidente Xi Jinping, cuyo «pensamiento» entró a finales de 2017 en la Constitución china, lo que lo igualó con el fundador de la dinastía comunista, Mao Zedong. Pero la desaceleración de la economía pone nervioso al gobierno chino.
A principios de mes, las autoridades se pusieron en pie de guerra para asfixiar el menor intento de conmemorar el 30º aniversario de la sangrienta represión de la plaza Tiananmen, a través de una estricta censura en internet y de un importante dispositivo de seguridad en Pekín. Xi Jinping, que estaría sufriendo críticas internas por su gestión de la guerra comercial con Estados Unidos, no puede aparecer debilitado, sostienen varios analistas. Pekín «no quiere abrir demasiados frentes al mismo tiempo», apuntó Jean-Pierre Cabestan.
El domingo, se ha convocado una nueva concentración en Hong Kong, susceptible de derivar en nuevas tensiones entre los manifestantes y las autoridades locales, lo que podría fragilizar al presidente chino, según Sinoinsider, un gabinete de estudios de riesgos políticos especializado en China.«La situación en Hong Kong está madura para que los rivales» de Xi Jinping «exploten» la situación y «modifiquen» a su antojo el equilibrio del poder en Pekín, señaló el gabinete en una nota.
En 2014, durante el inmenso «Movimiento de los Paraguas» prodemocracia que paralizó Hong Kong durante dos meses, el presidente chino «fue animado a recurrir a la fuerza» por sus rivales, con el fin de llevar la situación al extremo, explicó a la AFP Hua Po, un politólogo independiente establecido en Pekín. «Pero Xi fue más inteligente», al dejar que el movimiento se acabara pudriendo sin ceder un ápice a la contestación, cuyos líderes fueron sancionados al cabo de un tiempo.
Esta vez, los adversarios de Xi Jinping «podrían intentar exacerbar la situación» en
Hong Kong para que el poder se vea «obligado a llevar a cabo una represión como la de Tiananmen», como en 1989, indicó Sinoinsider. «Xi Jinping debe preocuparse por el impacto de los disturbios actuales en la economía de Hong Kong», declaró Willy Lam. «Pekín desea prosperidad» para el territorio, «sin la cual las regiones vecinas podrían ser duramente golpeadas».
Unas regiones, situadas en el sur de China y que dependen enormemente de la exportación, que ya están padeciendo una desaceleración económica a raíz de la guerra comercial que libran Pekín y Washington.
AFP