Cesar Sayoc, un exrepartidor de pizzas que vivía en un camión que adornó con pegatinas con mensajes a favor de Trump y en contra de los demócratas, rompió en llanto mientras se le dictaba sentencia por 20 años de prisión, en una corte de Nueva York.
El hombre se declaró culpable en marzo de 65 acusaciones relacionadas con 16 paquetes bomba enviados desde una oficina postal de Florida a demócratas y a las oficinas de CNN en Manhattan.
Sin embargo, según argumentó él mismo en su defensa, su infancia no fue para nada fácil, pues al ser abandonado por su padre y abusado sexualmente por años dentro de un internado al que asistió, su constante búsqueda de atención se hizo más y más evidente con el paso de los años.
Con el tiempo, se convirtió en fisicoculturista y por cuarenta años utilizó esteroides, por los cuales generó una adicción. Esto se reforzó con su paso como DJ de un club de estriptis de Aventura, en Florida, donde era bien valorado un cuerpo voluminoso y esculpido.
Él mismo contó que durante mucho tiempo quiso ser diferente y buscó respuestas en libros de autoayuda, pero no las encontró.
En cambio, un fenómeno en Estados Unidos caló perfectamente en el subconsciente de este hombre vacío: el discurso de odio de Donald Trump.
Alejado de su familia y en medio de un desastre financiero, Sayoc descubrió una pasión por Trump cuando la fama del político estaba creciendo. Compartió en las redes sociales imágenes a favor del ahora presidente y publicó artículos de ultraconservadores. En un post se le vio con un sombrero de «Make America Great Again» (Hagamos a Estados Unidos grande otra vez, por si traducción del inglés).
Sayoc se convirtió en seguidor del ahora presidente, al punto de adornar su camioneta con stickers del mandatario y casi que rendirle culto.
Como Sayoc, son cientos los que se han «enamorado ciegamente» del discurso incendiario de Trump y que además justifican actos violentos y terrorismo en las palabras del presidente.
Este fin de semana, por ejemplo, tres tiroteos tuvieron lugar en el país norteamericano, con decenas de muertos y heridos, que muchos aseguran están relacionados con las palabras racistas y discriminatorios de Trump.
La sentencia
El juez, Jed Rakoff, estimó que Sayoc, de 57 años, había extendido «un torrente de miedo» en el país con sus envíos explosivos a los adversarios políticos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el que estaba «profundamente obsesionado».
El hombre, de 57 años, admitió haber fabricado dispositivos caseros de materiales como tubos de plástico, un reloj de alarma digital con cables eléctricos conectados, fuegos artificiales y fragmentos de vidrio.
Eso hizo que Sayoc pusiera en su punto de mira al expresidente Barack Obama, el exvicepresidente Joe Biden, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton o los senadores demócratas Kamala Harris y Cory Booker.
Los tuits de Trump, según la defensa, fueron la chispa que hizo que Sayoc mandara los paquetes explosivos que no detonaron, envíos que también recibieron el magnate George Soros o el actor Robert de Niro.
Tras la sentencia, el fiscal de Manhattan, Geoffrey Berman, señaló en un comunicado que «César Sayoc montó y envió dispositivos explosivos a oficiales de alto rango y a antiguos líderes electos para incitar miedo y aterrorizar a sus víctimas».
A pesar de que nadie resultó herido, insistió Berman, «el terrorismo doméstico de
Sayoc retó nuestra querida tradición de un debate político pacífico», celebrando así sus veinte años de prisión.
La fiscalía había pedido una condena a cadena perpetua, ya que entendía que el confinamiento de por vida «incapacita al acusado y protege al público de futuros crímenes». Sin embargo, la defensa solicitaba la sentencia mínima, de diez años de cárcel, argumentando que Sayoc había vivido «una serie de incidentes traumáticos que le empujaron más y más al margen de la sociedad», como el abandono cuando era niño por parte de su padre o los abusos sexuales que sufrió en un internado católico.
Sayoc envió por correo 16 bombas caseras, donde había mezclado explosivos provenientes de fuegos artificiales, trozos de cristal y productos químicos de piscina, con los que quería maximizar las heridas potenciales y los daños en sus víctimas. En el exterior estos paquetes, Sayoc colocó una fotografía de cada una de las víctimas, con una «X» roja sobre sus caras.
Redacción APP
Con información de AFP y Efe