La región amazónica brasileña está sufriendo los peores incendios forestales de los últimos años, achacados en gran parte a la deforestación. Pero el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sugirió este miércoles que las ONG pueden estar detrás de ese desastre ambiental, una postura que desató críticas sobre sus políticas ambientales y prendió las alarmas sobre el futuro del pulmón del mundo.
La insinuación del mandatario de ultraderecha surgió en momentos en que densas nubes de humo provenientes de la Amazonia se extienden sobre importantes ciudades y hasta llegan a enormes centros urbanos como São Paulo.
Y aunque los datos son confusos, ni siquiera Bolsonaro pone en duda que la Amazonia está en llamas. Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (Inpe), que contabiliza los incendios mediante imágenes de satélite, los focos de fuego en todo el país en lo que va de este año superan en un 83 por ciento a los del mismo período de 2018.En un informe difundido el martes pasado, el Inpe precisó que entre el primero de enero y el 20 de agosto registró 74.155 focos de incendios en el país y que un 52,5 por ciento se sitúan en la región amazónica.
El Ministerio del Medio Ambiente de Brasil atribuyó esa situación a una vasta sequía en las regiones norte y centro oeste del país, pero las organizaciones defensoras de la Amazonia tienen otra opinión.
Muchos grupos ecologistas sostienen que las llamas son producto de la acción del hombre y, en particular, de hacendados alentados por la intención de Bolsonaro –un escéptico del calentamiento global– de avanzar en la explotación de la región amazónica en los flancos de la minería y la agroindustria, que ya le ha causado fricciones con Alemania y Noruega. Ambos países europeos colaboran financieramente desde hace años con la protección de la Amazonia, pero en las últimas semanas han congelado los recursos destinados a esos fines y están en alerta frente a las nuevas políticas del Gobierno brasileño.
Aun cuando se sospecha que los incendios responden a una cada vez más agresiva deforestación, Bolsonaro ha sugerido que ciertas ONG, que no identificó, los podrían estar promoviendo con el objetivo político de arañar la imagen de su Gobierno.
“Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos”, declaró este miércoles Bolsonaro. El mandatario admitió que no hay ninguna investigación en curso y, en una aparente contradicción, dio a entender que sería “difícil” probar que la culpa es de grupos no gubernamentales, aunque sostuvo que esa es su percepción.
“El fuego aparece en lugares estratégicos. Hay imágenes de toda la Amazonia”, dijo Bolsonaro en relación con videos que circulan en internet. “Por lo que todo indica, hubo quien fue para filmar y hacer fuego. Ese es mi sentimiento”, dijo.
Lo cierto es que, según expertos, las consecuencias de los incendios en la Amazonia son devastadoras. Paulo Moutinho, investigador del Ipam, un organismo de investigación amazónico, dijo que “de entrada se pierde diversidad biológica y la función de la selva, la de abastecer a la atmósfera de nubes para producir lluvia. Pero, además, la humareda sobre las ciudades de la Amazonia deja graves consecuencias para la salud, con graves problemas respiratorios. Y eso se traduce en daños económicos”.
Además, afirmó Mouthino, “en la Amazonia, las llamas recorren el suelo de la selva y su acción es suficiente para causar la muerte de árboles muy grandes, hasta dos años después del incendio. Los árboles muertos pierden las hojas y eso hace que haya más sol entrando en la selva, lo que provoca que esa vegetación se vuelva más inflamable”.
Las preocupaciones por el medioambiente y la Amazonia parecen afincarse en la sociedad brasileña. De acuerdo con una encuesta presentada este miércoles por el grupo de acción ciudadana Avaaz, un 90 por ciento de las personas que el año pasado votaron por el líder de ultraderecha respalda una petición presentada al Parlamento en la que se exige la adopción de medidas legislativas para la protección de la Amazonia.
Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona
El presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara Baja, Rodrigo Agostinho, quien recibió el documento, afirmó que “la sociedad no acepta más que se continúe ocupando el territorio de la misma forma en que hace 500 años, derrumbando las selvas”. Según Agostinho, “si hay deforestación, hay más desigualdad, se destruyen los derechos y se contaminan las aguas, y los brasileños quieren un futuro diferente”.
Asimismo, en la red social Twitter, la etiqueta #PrayforAmazonas (reza por la Amazonia) fue la primera tendencia mundial este miércoles. “El Amazonas proporciona un 20 por ciento del oxígeno que respiramos, si no hacemos nada podemos quedarnos sin vida cada uno de los seres vivos, nosotros provocamos esto, y no ayudamos a solucionarlo lo más pronto posible”, escribió una usuaria.
Desde que llegó al poder, el pasado primero de enero, Bolsonaro ha propuesto un giro radical en política medioambiental, que pasa por la defensa de la explotación de la selva tropical, la legalización de la minería en las reservas indígenas y la reducción de la fiscalización en áreas protegidas.
Efe y AFP / Brasilia