¿Es el principio del fin? La inculpación de Donald Trump, la primera de un candidato presidencial estadounidense, sume su campaña para 2024 en la incertidumbre.
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El principal riesgo para Trump es ponerse en contra a los republicanos moderados y a los independientes, que podrían ver la acusación formal por parte de un tribunal de Nueva York como una línea roja.
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A Trump le acusan de haber pagado 130.000 dólares, justo antes de su victoria presidencial en noviembre de 2016, a la actriz de películas porno Stormy Daniels, que afirma haber mantenido relaciones sexuales con el magnate, quien lo niega.
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Influencia
Esta primera acusación podría abrir la puerta a otras: Trump también es objeto de una investigación por la forma en la que gestionó los archivos en la Casa Blanca y por presuntamente haber ejercido presión electoral sobre el estado de Georgia. En este último caso, la fiscal prometió una decisión «inminente».
Pero la inculpación también podría beneficiar al candidato en un momento en el que le falta la dinámica de campaña de hace años.
Julian Zelizer, profesor de la Universidad de Princeton, reconoce que cualquier otro candidato a las presidenciales se sentiría «aterrado» con este tipo de acusaciones, pero «uno de los mayores talentos de Trump es sacar partido de los ataques contra él».
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Trump llegó al poder en noviembre de 2016 en un escenario político sin precedentes que casi nadie había pronosticado y puede sentirse tentado de posicionarse de nuevo como un candidato rebelde.
El multimillonario neoyorquino no pierde una oportunidad para repetir su conocido guion de líder cercano a los estadounidenses -en su mayoría blancos y de cierta edad- que luchan contra la «corrupción masiva» en Washington.
Y ya envió los primeros correos electrónicos de recaudación de fondos, pidiendo a sus seguidores que donen entre 24 y 250 dólares para «apoyar al presidente Trump en este momento crucial».
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«El fiscal de Nueva York hizo más para ayudar a Donald Trump a ser elegido presidente que nadie en Estados Unidos hoy», declaró el sábado el influyente senador republicano Lindsey Graham, quien calificó las acusaciones en Nueva York de «selectivas».
La derecha conservadora le abandonó después del ataque al Congreso estadounidense de enero de 2021 por parte de simpatizantes suyos pero, en pocos meses, el exdirigente consiguió recuperar el control casi total del partido.
Mil veces se anunció que caía, pero ha sobrevivido hasta ahora a todos los escándalos. Como si, a fuerza de acumulación, ya no tuvieran ningún efecto.
‘Atrapados’
La mayoría de las encuestas, que hay que tomar con cautela, todavía dan al expresidente como claro ganador en unas primarias republicanas.
La mayoría de sus rivales por la nominación republicana han evitado criticar a Trump por sus casos judiciales para no provocar la ira del jefe del partido y de su base electoral, a la que necesitan para conquistar la Casa Blanca.
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Ellos «están atrapados», asegura el profesor Zelizer. «Algunos quieren ser más críticos, pero tienen miedo de desafiarlo».
Sin miramientos
Abandonado por gran parte de su equipo después de que sus simpatizantes asaltaran el Congreso estadounidense el 6 de enero de 2021, el multimillonario de 76 años, que encarna un populismo sin complejos, ha recuperado el control sobre el Partido Republicano al que pedirá que lo elija para intentar reconquistar la Casa Blanca.
No se andará con miramientos con quienes le obstaculicen el paso porque Trump sigue fiel a su principio: o están con él o están contra él.
En las redes sociales, sigue poniendo apodos a sus detractores. Al presidente demócrata estadounidense Joe Biden lo llama «Joe adormilado». Y a su gran enemiga republicana Liz Cheney la trata de «loca».
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Cercado por investigaciones, sobre su papel en el asalto al Capitolio, la gestión de los archivos de la Casa Blanca y sus asuntos financieros, Donald Trump se lanzó de lleno en una nueva campaña electoral en la que denunció una «caza de brujas».
¿Repetir la hazaña?
Más de dos años después de haber salido de la Casa Blanca, Trump sigue convenciendo a estadounidenses -en su mayoría blancos y de cierta edad- que se sienten desdeñados por las «élites» de la Costa Este con un discurso centrado en la lucha contra la inmigración y la delincuencia.
¿Le bastará para repetir su hazaña?
En las reuniones de campaña, donde aún abundan las famosas gorras rojas Make America Great Again, ya no se ve a la multitud de antaño.
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Donald Trump parece menos en forma. En su cruzada contra estos supuestos «fraudes» nunca probados de las elecciones de 2020, este gran aficionado a la lucha libre parece ahora amargado y cínico, casi enquistado. Sobre todo, la «ola gigante» republicana prometida por el expresidente en las últimas elecciones legislativas de noviembre pasado, y que pretendía utilizar como plataforma para una nueva candidatura, no se materializó.
Y es que parte de la derecha conservadora recurrió a otro posible contendiente a la Casa Blanca: el gobernador de Florida Ron DeSantis. Sin embargo, puede contar con su base de simpatizantes, que se ha unido en todo el país a grupos que prometen «proteger» las próximas elecciones.
WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO