Las fuerzas armadas birmanas (el Tatmadaw) bombardearon este martes una ceremonia de inauguración de una oficina administrativa vinculada al Gobierno de Unidad Nacional de Myanmar (NUG, por sus siglas en ingés) en la localidad de Pazigyi, en Sagaing (uno de los principales bastiones rebeldes en el país).
Después, hubo otro ataque en la zona durante las tareas de rescate, según un portavoz del NUG, y murieron decenas de personas, hasta más de cien, según algunas fuentes.
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Se trata de uno de los ataques más sangrientos de los que se tiene registro desde que el Ejército dio un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021, poniendo fin a una década de transición democrática y sumiendo al país en una espiral de violencia y semianarquía, con los militares controlando apenas una cuarta parte de la nación.
El Gobierno emitió un comunicado en el que condenó lo sucedido y señaló que entre las víctimas había 18 niños y mujeres gestantes: «Hacemos una promesa solemne de tomar medidas contra el consejo militar terrorista por su asesinato en masa de ciudadanos inocentes».
The Republic of the Union of Myanmar
National Unity Governmenthttps://t.co/zmJoKHkPLO
11 April 2023
Press Release relating to terrorist military council’s air raid on Pazigyi Village, Malai Ward, Kantbalu Township, Kantbalu in Sagaing Region, Myanmar (Burma) pic.twitter.com/CHSWqFajYw— National Unity Government Myanmar (@NUGMyanmar) April 12, 2023
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El secretario general de la ONU, António Guterres, también se refirió a la muerte de decenas de personas: «Los responsables del ataque deben rendir cuentas», dijo el portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, quien subrayó la importancia de que se permita que los heridos reciban el tratamiento médico que necesitan.
Dujarric insistió en que el secretario general de la ONU «condena todas las formas de violencia y reafirma la primacía del principio de protección de los civiles de conformidad con el derecho internacional humanitario y reitera su llamamiento a los militares para que pongan fin a la campaña de violencia contra la población de Birmania (Myanmar) en todo el país».
Apuntó que los trabajadores humanitarios continúan brindado asistencia en la región a pesar de la situación y subrayó que este ataque aéreo es «el último ejemplo del horrible número de víctimas civiles» en el conflicto birmano.
«Además de todo esto, los precios de los alimentos y de los combustibles están subiendo», concluyó.
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EFE