Eduardo Verástegui, de galán y productor a candidato a la presidencia de México

Cuando Jennifer López vio unas fotos de Eduardo Verástegui dijo: “Lo quiero, lo quiero para mi próximo video”.

Verástegui llegó al campamento donde se rodaba el video con más de 300 extras y 100 técnicos, lo caracterizaron como un príncipe gitano que bailaba, a pecho descubierto, con la princesa cantante.

En ese vuelo a Los Ángeles iba a su lado en la cabina de primera clase un pasajero que le preguntó a su mánager quien era ese personaje que captaba miradas en la cinta de las maletas. Cuando supo que era actor dijo: “Por favor, asegúrese de llamarme”. Era Christian Kaplan, el director de casting de la Twenty Century Fox. Al mes siguiente estaba protagonizando la película Chasing Papi con la naciente megaestrella Sofía Vergara.

En su época en Miami, grabó un álbum para Universal Music dirigido por los productores colombianos Estéfano y Julio Reyes. Cuando recibió el primer anticipo de 300.000 dólares, se fue a cumplir dos promesas: pasar con el CD recién grabado en sus manos por la puerta santa de la basílica de San Pedro, que se abre cada 25 años, y rezar el rosario. Atravesó la puerta de bronce más de 20 veces y rezó el rosario en cuatro basílicas de Roma. A los dos meses ganaba el premio como el mejor nuevo artista en los Premios Lo Nuestro de la cadena Univisión.

En Miami se hizo amigo de Emilio Estefan, Julio Sánchez Cristo, Cristina Saralegui y de muchos políticos, artistas, programadores de radio, músicos y empresarios.

En esa misma época padecía tusa (mutua) por Aracely Arámbula, quien interpretó a la hija de un poderoso narcotraficante en la telenovela Soñadoras, que habían protagonizado en Televisa México, y quien en la vida real fue pareja de Luis Miguel y madre de dos de sus tres hijos.

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Verástegui vivió hasta los 16 años en Xicoténcatl, en Tamaulipas (noreste de México). Xico, como él y los 10.000 habitantes llaman a ese pueblo, vive de la caña de azúcar y allí se mantenía jugando en el río Guayalejo con su perro Cassius. Primero salió de Xico a Mante, donde su abuela, a terminar el bachillerato, después se fue a la Universidad de Ciudad Victoria, la capital del estado. Solamente hizo dos semestres de derecho y decidió coger el bus Tampico-Ciudad de México. No le fue difícil destacarse en la capital como actor y cantante del grupo juvenil Kairo.

Pero México era chiquito para sus sueños y se fue a vivir, sin papeles, a Nueva York. Los ahorros que había ganado como modelo, bartender, cantante y actor le duraron apenas dos meses. La pasó de madre entre los rascacielos. Para comer buscaba donde había grandes fiestas, galerías de arte de Manhattan y museos. Se ponía su vestido Prada azul oscuro, la camisa blanca Gucci bien lavada y planchada por él mismo, una corbata oscura y se colaba en las grandes fiestas, lo dejaban pasar por guapo y devoraba el bufé de caviar, salmón, carnes, canapés y sacaba lo que podía para comer al otro día si no encontraba otra fiesta.

En verano se iba en bus a Los Hamptons, suburbio de millonarios y famosos, aparecía en las mansiones recreando su personaje de vendedor de caballos mexicanos, comía lo que le cabía y al otro día buscaba dónde aparecerse.

Si Verástegui hubiera querido seguir siendo cantante y el atractivo galán de Hollywood, hubiera logrado fácilmente ser más grande que Enrique Iglesias y Antonio Banderas, pero a todas las propuestas decía que no. Una frustración para agentes, productoras de novelas, promotores de conciertos y marcas. Su obsesión era el cine, pero detrás de las cámaras, como creador de películas, productor —labor que hacen muchos actores después de muchos millones de dólares— y dios.

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El mismo que era frecuente en las desordenadas juergas de la discoteca Baby O de Acapulco, el cuate más popular entre las chicas terminó, diez años más tarde, en la puerta de una clínica de abortos en un barrio de Los Ángeles estudiando su personaje para la película Bella, que habla sobre el aborto.

Ahí conoció a Lorena, una joven mexicana que iba decidida a interrumpir su embarazo, la convenció de que tuviera el bebé, que bautizó con el nombre de Eduardo y es su ahijado. Así nació en 2007 su Fundación Manto de Guadalupe, cuyo objetivo es una beligerante campaña provida.

En la pandemia, encerrado en un apartamento en el DF, comenzó a rezar el rosario todos los días en grupos de oración a través de Facebook, Instagram y TikTok. Cada día se conectaban miles y miles personas. Rezaba, entre otras cosas, por conseguir algún estudio que le comprara su película que llevaba siete años engavetada. El covid-19 se llevó a los 72 años a José Jesús, su papá.

‘Sonido de la libertad’

Otro milagro ocurrió. La producción Sonido de la libertad que habían rechazado grandes productoras como Netflix y Disney fue comprada por Ángel Estudios (el nombre puede no haber sido coincidencia) y hoy ya superó los 180 millones de dólares en taquilla solo en las salas de Estados Unidos.

Este 31 de agosto se lanza en Europa y toda Latinoamérica. Una proyección conservadora de recaudo a nivel mundial calcula más de 500 millones de dólares, un milagro para una película independiente que costó 14 millones de dólares, provenientes de muchos inversionistas que creían más en la amistad, fe y entusiasmo de Verástegui que en la misma película.

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Entre ellos están Patricio Slim, John Paul Paul Dejoria (el fundador de Tequila Patrón) y Cecilia Coppel, la socia de tiendas Walmart en México.

|Película Sound of Freedom

Sonido de la libertad es protagonizada por Jim Caviezel, el mismo de la Pasión de Cristo, y que ahora interpreta a Tim Ballard, un agente del FBI que liberó a 127 niños de la trata de personas.

Foto:

Angel Studios

La historia de Sonido de la libertad es real y resume los tres espectaculares rescates de 127 niños que eran vendidos como objetos sexuales o para extraer sus órganos, y que está inspirada en la historia de Tim Ballard, un agente del FBI que se metió en las entrañas de un negocio de degenerados que desaparecían a más de 21.000 niños al año para venderlos por más de 150.000 millones de dólares. Mafias poderosas y peligrosas.

El director de la cinta es Alejandro Monteverde y el protagonista, Jim Caviezel el mismo de la Pasión de Cristo. Verástegui también hizo de Cristo en un viacrucis en las calles de Piura (Perú), donde, vestido con túnica blanca, sangre artificial y corona de espinas, lo azotaron, escupieron y colgaron en una cruz.

Sonido de la libertad se grabó en Cartagena, Barú, Santa Marta y Bogotá. La iluminación es muy oscura como una pintura de Rembrandt en una película de Batman, con halos verdes. La música la escribió Javier Navarrate (Laberinto del fauno) y las voces son del Coro de los Niños de Londres, que repiten muchas veces la única frase de la banda sonora: “Los niños de Dios no están a la venta”. No se entienden las palabras porque están en latín.

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Durante la grabación en Colombia, Verástegui iba a misa todos los días a la iglesia más cercana, acompañado por Kseniya Alexandrova, una espectacular rubia que había sido Miss Rusia 2017, a quien conoció en una iglesia católica en Moscú y se vieron juntos durante el Mundial de Rusia en el partido donde México derrotó a Alemania. Se pensó que la eslava acabaría con su promesa de celibato de hace 20 años.

En la promoción de Sonido de la libertad, Verástegui se ha reunido con cinco presidentes, incluidos Joe Biden, Guillermo Lasso (Ecuador) y Nayib Bukele (El Salvador); el expresidente Donald Trump; 15 de los 32 gobernadores de México y personajes como el papa Francisco, Ron DeSantis, gobernador de la Florida; Javier Milei, candidato presidencial de Argentina; congresistas, obispos y alcaldes. Planea reunirse con Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, y Katalin Novak, presidenta de Hungría. Todos claramente de orientación derechista.

Aspiración

«Mi movimiento Viva México se basa en tres pilares: Dios, patria y familia».

Mientras espera la salida de su vuelo Los Ángeles-Londres para atender la premier de la película en la capital del Reino Unido, Verástegui habla de su aspiración a la presidencia de México en el 2024: “No soy político porque no sé robar. Mi movimiento Viva México se basa en tres pilares: Dios, patria y familia. El 7 de septiembre inscribiré mi candidatura, el 6 de enero del 2024 debo presentar un millón de firmas que apoyen mi candidatura y el 2 junio creo que sacaré por lo menos 15 millones de votos de los 45 millones de mexicanos que votan. Espero también conseguir votos de mexicanos en Estados Unidos”.

Con su plataforma político-religiosa de extrema derecha, en el segundo país con más católicos en el mundo (111 millones), competirá para suceder a Andrés Manuel López Obrador. En unas elecciones de una sola vuelta con los candidatos de los siete partidos tradicionales, en el que la más visible es Claudia Sheinbaum, izquierdista extrema del movimiento Morena, el productor les lleva una ventaja, pues tendrá cinco veces más vallas que las permitidas a cada aspirante gracias a las vallas de su película que lleva su nombre e imagen y están siendo distribuidas en todo el país.

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Para sus contrincantes les será difícil competirle a quien le ganó a Tom Cruise y Harrison Ford en las taquillas el 4 de julio, en Estados Unidos, la fecha más competida en la taquilla de ese país.

Confía que su causa, sus rosarios —ahora en privado— y la Virgen de Guadalupe le hagan otro milagro.

FERNÁN MARTÍNEZ MAHECHA (*)
PARA EL TIEMPO

(*) El autor fue el primer mánager de Eduardo Verástegui en los años 2000 y 2001.

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