La ruptura del bipartidismo en España sigue revolviendo las aguas. Después de la aparición de Podemos, de extrema izquierda, tras la crisis económica del 2008, surgió Ciudadanos, de centroderecha, dispuesta a capitalizar el descontento de los votantes del conservador Partido Popular (PP).
Ahora, el turno es para Vox, el partido de extrema derecha que ha sacudido el panorama político de este país. La nueva fuerza obtuvo el año pasado una votación inesperada en las elecciones regionales de Andalucía, que alteró la formación tradicional del gobierno autonómico, y ahora se dispone a realizar una hazaña similar en las elecciones generales de este 28 de abril.
Su campaña política busca atraer a los votantes de la derecha con un programa de extrema derecha. Vox enarbola banderas contra la inmigración, el aborto, la ley de violencia de género, el funcionamiento de la Unión Europea, el islamismo radical y, por supuesto, contra el separatismo catalán. Su líder, Santiago Abascal, nacido en Bilbao en 1976, viene de las entrañas del PP. De hecho, ha sido afín a varias figuras de ese partido, del cual se desvinculó en 2013 tras acusarlo de traición por su postura frente a temas como ETA, el nacionalismo vasco, Cataluña, o los sonados casos de corrupción que lo salpicaron. Abascal incluso ha llamado a Ciudadanos y al PP “derecha cobarde”.
Cataluña: la línea divisoria
Uno de los principales caballos de batalla de Vox es el rechazo frontal al movimiento separatista catalán, postura que comparte con Ciudadanos, aunque de una manera mucho más radical. Según explica a EL TIEMPO el analista político Pablo Simón, “muchos de los votantes que estaban descontentos con el PP optaban por Rivera en su momento, pero también porque no había alternativa. Cuando aparece Vox hay un sector de la sociedad que ya declara abiertamente su preferencia por esa agrupación política”.
“Vox es el resultado de dos fenómenos: la actitud de los partidos tradicionales ante el independentismo catalán, con la acción débil del expresidente Mariano Rajoy, y, por otra parte, la herencia que deja el PP con casos de corrupción que han afectado a altos cargos y líderes”, explica José María Peredo, profesor de la Universidad Europea de Madrid. “Aunque el PP renovó mediante un congreso su liderazgo de manera muy clara y rápida, su imagen quedó debilitada”, añade.
Pablo Casado, el sucesor de Rajoy, enfrenta una coyuntura muy compleja. No logra deshacerse del mal recuerdo del pasado gobierno del PP y, por eso, muchos votantes de su colectividad se fugan hacia Ciudadanos y Vox. Según una encuesta reciente, cerca de un 17 por ciento de sus electores apoyan ahora a Ciudadanos y un 18 por ciento, a Vox.
Vox, pues, jugará un papel importante si en las próximas elecciones obtiene una votación superior al 15 por ciento del electorado total. “Los sondeos indican que pueden oscilar entre el 10 y el 15 por ciento de los votos. Habrá que ver eso cómo se traduce en representación porque nuestro sistema electoral penaliza mucho a los partidos que no superan la barrera del 15 por ciento”, explica Simón. “Puede ser un partido que o bien entre con 20 diputados o bien pueda marcar la gobernabilidad de España. Un eventual futuro gobierno de Pablo Casado o de Albert Rivera dependerá parlamentariamente de su apoyo”, añade.
Vox se comporta como un partido capaz de movilizar a la opinión pública con estrategias políticamente incorrectas. Así como distorsionó la música de una canción de Juanes para un video publicitario, habla sin cortapisas de la “invasión islámica” de Europa en una nación como España, en donde viven dos millones de musulmanes. Y no tiene ningún reparo en mostrarse en contra de la Ley contra la violencia de género.
En sus listas electorales contará con toreros, lo que ha llamado mucho la atención en un país esencialmente taurófilo pero donde también prosperan movimientos animalistas que atacan la fiesta brava, y contradice al Papa en las redes sociales, de las que hace un uso cotidiano y permanente.
Los líderes de Vox “cogen algunos puntos y temas especialmente relevantes, que muevan un poco a la sociedad, como el haberse presentado como acusación particular en el juicio contra los líderes del independentismo”, precisa Peredo. “Son llamadas a la opinión pública para fortalecer su imagen y presencia en el día a día de la política”.
Para algunos sectores, especialmente de izquierda, Vox será un partido fugaz. Pero no está claro que eso vaya a suceder. Según el analista Simón, “si uno mira los países de nuestro entorno, en casi todos han emergido partidos de extrema derecha o de derecha populista que han tenido espacio y se han asentado en los parlamentos”. Aunque hayan sufrido divisiones o derrotas electorales, han continuado con sus proyectos. “Existe una corriente estructural de fondo que liga con el descontento de sectores importantes de la población por diferentes razones”, agrega Simón, y dice que Vox se ubica en esa fila. “Ha venido para quedarse, bien sea con esta forma, bien sea con otra”, sentencia.
Trump y el supremacismo
El surgimiento reciente de la extrema derecha tiene antecedentes importantes en Europa y también en América Latina.
“Una parte es específica española, pero sí tiene una relación, obviamente, con el ascenso del supremacismo y de Trump como un candidato fuera de la estructura del Partido Republicano; tiene que ver con el ascenso de líderes políticos ultraconservadores como en Brasil, con el afianzamiento de la derecha en algunos partidos de Europa, que sin llegar a ser fascistas o enarbolar banderas rupturistas radicales están planteando otras concepciones que son peligrosas y que las elecciones europeas deben clarificar”, señala Peredo.
Desde muchos sectores de España se asocia a Vox con una tendencia fascista. Salen a relucir cuestiones relacionadas con el pasado histórico español, como la dictadura del general Francisco Franco, que gobernó con mano dura por casi cuarenta años. “No creo que sea un partido fascista”, señala el profesor Peredo. “Habrá personas en el partido con ideas más radicales, pero no me parece que las propuestas que están haciendo tengan algo equiparable con la alternativa de partidos de extrema derecha minoritarios de países como Alemania”.
Las elecciones que vienen
El problema catalán será definitivo en la inclinación del voto este 28 de abril. Es uno de los puntos más sensibles para los españoles. De ahí la fuerza preelectoral de Vox y la rápida trayectoria política de Ciudadanos. Según Peredo, Vox es una voz más contra el separatismo, pero no la principal. “La voz esencial es la ley, la Constitución española, los estatutos de autonomía, la coincidencia de los grandes partidos políticos en torno a algunos principios que son irrenunciables, como el hecho de que un territorio no se puede declarar independiente porque eso representaría una colección de conflictos a nivel global”, explica el profesor Peredo.
La derecha española aparecerá fragmentada en las próximas elecciones. Vox en el extremo, el PP en la derecha plena y Ciudadanos en el centroderecha. Esa fragmentación electoral favorecería sobre todo a Vox. Se aprovechará “de la división de todo el campo de la derecha”, pronostica Simón.
Algunos sectores sociales afirman que, en general, España vive un proceso de derechización del voto. “Es complicado hacer esa interpretación”, matiza Peredo. “Hay alternativas y alternancias muy diversas, sobre todo desde que se ha roto el bipartidismo hace cinco o seis años. Lo que se ha abierto es un escenario en el que los jóvenes y la sociedad han decidido que el bipartidismo conduce a la corrupción y a liderazgos basados en un proyecto político único”, agrega. Y explica que la sociedad ahora quiere proyectos políticos más compatibles, más diversos y más concretos.
Ese es el perfil del ciudadano ante el cual se presentan los candidatos de la derecha y el actual presidente, Pedro Sánchez, del Partido Socialistas Obrero Español (PSOE). Según las encuestas actuales y a tres semanas de los comicios, Sánchez ganaría las elecciones, pero no necesariamente continuaría como jefe de gobierno bajo el modelo parlamentario español. Para ello necesitaría obtener la mayoría de los votos del Parlamento, posibilidad que está prácticamente descartada. Tendría que recurrir a otros partidos para forjar alianzas y la derecha, en todo su espectro, podría truncarle el camino mediante alianzas.
El resultado de esa contienda, asimismo, influirá en la que se celebrará el 26 de mayo, cuando los ciudadanos votarán en las elecciones europeas, autonómicas y municipales en España. El voto, pues, tendrá la última palabra.
JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal de EL TIEMPO
Madrid