La sorpresiva presencia del canciller iraní en una reunión al margen de la cumbre de los países del G7 en Biarritz (Francia), la guerra comercial entre Washington y Pekín y la presión de Donald Trump para reincorporar a Rusia, expulsada en 2014, no han permitido consensos en la cumbre que finaliza este lunes.
La presencia del ministro de Exteriores y negociador nuclear iraní, Mohamed Yavad Zarif, fue un golpe de efecto del anfitrión, el presidente francés, Emmanuel Macron, por el marco y la forma como se produjo.
Zarif, el mismo al que Estados Unidos desechó como intermediario hace menos de un mes al imponerle sanciones, apareció de manera sorpresiva. A las 2 de la tarde, la web de rastreo de vuelos Flight Radar lanzó una alerta: en el aeropuerto de Biarritz acababa de aterrizar un avión oficial iraní, que resultó ser el que Zarif había usado para viajar el viernes a París a fin de reunirse con Emmanuel Macron.
Fuentes diplomáticas francesas confirmaron el encuentro de Zarif con el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian. Al preguntarle por este asunto, el presidente de EE. UU., Donald Trump, solo dijo: “Sin comentarios”.
Luego, el Palacio del Elíseo afirmó que a EE. UU. se le había informado previamente de la visita, y que Alemania y el Reino Unido fueron “asociados” a la reunión.
Macron se reunió durante media hora con Zarif en la alcaldía de Biarritz, flanqueado por Le Drian, quien en total pasó tres horas con su homólogo iraní junto a consejeros diplomáticos alemanes y británicos.
Macron busca presionar que su país sea el mediador del conflicto, hasta ahora diplomático, entre Irán y EE. UU. para evitar una confrontación militar.
Los responsables de las democracias más desarrolladas (Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido, Canadá, Japón y EE. UU.) coincidieron en que cualquier diálogo debe tener dos objetivos: impedir que el régimen de los ayatolás se haga con el arma nuclear y garantizar la estabilidad en Oriente Próximo.
La última jornada de la convulsa cumbre del G7 en Biarritz, que se celebra este lunes, permitirá medir la reacción de Trump ante la jugada de Macron.
El “sin comentarios” que espetó Trump se presta a todo tipo de interpretaciones: ¿Golpe de mano unilateral de Macron? ¿Estrategia coordinada de ‘poli bueno, poli malo’?
Pero aún más importante será descubrir si este nuevo impulso a las negociaciones con Irán permite resucitar un pacto nuclear en estado de muerte clínica después de que EE. UU. lo abandonó en 2018 y de que el régimen de los ayatolás haya proseguido sus actividades de enriquecimiento de uranio.
Mas han aflorado divisiones sobre varias cuestiones, desde la creciente guerra comercial EE. UU.-China hasta las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte, y la cuestión de si debería ser admitido de nuevo dentro del grupo el presidente ruso, Vladimir Putin –a pedido de Trump–, pues Rusia fue excluida de lo que solía ser el G8 en 2014 luego de que anexionó la región de Crimea, en Ucrania.
El “sin comentarios” que espetó Trump se presta a todo tipo de interpretaciones: ¿Golpe de mano unilateral de Macron? ¿Estrategia coordinada de ‘poli bueno, poli malo’?
Al parecer, Rusia es el tema más complicado que se discutió en una cena el sábado por la noche y en la que afloraron tensiones entre los mandatarios.
* Con Efe y Reuters