Desde que se lanzó como candidato presidencial, Jair Bolsonaro estuvo en el radar de sus competidores políticos y la ciudadanía brasileña por la forma como trata a las personas y los temas de su agenda y que corresponden en gran parte a su estilo formado por 15 años de vida militar.
Convencido de que esa disciplina y su concepción de lo que Brasil necesitaba era mano fuerte, luego de los grandes escándalos de corrupción que se destaparon, desarrolló una plataforma que finalmente lo llevó al primer cargo de la nación, tras ocupar por 27 años un escaño en la Cámara de Diputados de Brasil (Parlamento) y ser concejal de Rio de Janeiro.
Sin embargo, sus duras palabras en campaña no han disminuido como presidente y un ejemplo de eso acaba de suceder con los comentarios irrespetuosos que profirió en redes sociales hacia Brigitte Marie-Claude Macron, la esposa del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la cumbre del G7 que se realizó en Biarritz, Francia y en donde se definió una ayuda de 20 millones de dólares para la atención de los incendios en la Amazonia brasileña.
Ya en otras oportunidades, fiel a un estilo radical de derecha, ha menospreciado, se ha burlado o en el peor de los casos ha propagado noticias falsas (fake news) sobre personas o países como pasó hace algunos días con Noruega, cuando difundió un video sobre la muerte de ballenas pero que no correspondía al país europeo.
Todo, después de que el país nórdico –el mayor aportante para la protección amazónica- suspendió la entrega de recursos ante el incremento de la deforestación durante el mandato de Bolsonaro.
Lo mismo sucedió con Alemania, que ante esta situación frenó la transferencia de ayuda. El presidente brasileño salió con el destemplado comentario de que ‘Brasil no necesita la ayuda alemana’.
Pero sus diatribas también han estado dirigidas en algunas oportunidades contra varias mujeres, los miembros de grupos LGBT y los izquierdistas, colectivos a los que ataca porque piensan diferente a él.
Pero adicionalmente, ofendió hace un par de meses a las víctimas de la última dictadura en Brasil, que se instaló en 1964 y por 21 años tras el derrocamiento del presidente Joao Goulart.
Esto pues ordenó al Ministerio de Defensa celebrar los 55 años del inicio de la dictadura pese a que la Justicia había emitido una norma para evitar festejos.
Así, la molestia se convirtió en la convocatoria a masivas marchas de protesta en varias ciudades.
De acuerdo con la Comisión Nacional de la Verdad, órgano que investigó los crímenes de ese período, al menos 434 personas fueron desaparecidas y hubo más de 30.000 detenciones ilegales y torturas.
Bolsonaro, defiende la idea de que no hubo un golpe sino una “revolución” que impidió el ascenso del comunismo en Brasil.
Y en concordancia con lo anterior, Bolsonaro ha dicho varias veces que considera la tortura como una práctica anticomunista legítima.
La llegada de Bolsonaro también significó el fin del acuerdo de asistencia sanitaria por medio del que hasta 14.000 doctores cubanos trabajaron en Brasil bajo la supervisión del gobierno de La Habana, con el que también tuvo una agria disputa verbal.
Otro de sus ataques, que le granjeó críticas, fue contra el Carnaval de Rio, pues compartió en su cuenta de Twitter un video obsceno grabado en la vía pública para criticar los excesos que afirma que se presentan en el carnaval. “Esto es en lo que se han convertidos muchas fiestas callejeras en el carnaval brasileño. Comenten y dejen sus conclusiones”, dijo el mandatario.
Todos estos gestos han estado dañando la imagen del mandatario brasileño pues el índice de aprobación del gobierno se desplomó a un 29,4 % en agosto desde un 38,9 % en febrero, según una encuesta de CNT/MDA.
La muestra arrojó que el 39,5 % de los encuestados consideró que su gobierno de ocho meses ha sido malo o terrible, en comparación con un 19% en febrero.
La desaprobación de su desempeño personal como presidente aumentó a un 53,7 % desde 28,2 %, y la aprobación cayó a un 41 % de un 57,5 %.
Brasil no necesita la ayuda alemana
Bolsonaro está haciéndolo bien contra la corrupción, mejorando la seguridad y reduciendo el gobierno, según la encuesta, pero ha sido malo para el sector de salud, la educación y el medio ambiente, un área donde ha sido criticado en el país y en el extranjero por minimizar incendios en la selva amazónica.
La encuesta de la MDA encargada por el gremio del transporte CNT encuestó a 2.002 votantes entre el 22 y el 25 de agosto y tiene un margen de error de 2,2 puntos porcentuales.
Redacción Internacional * Con Reuters