
Retrasar la edad de jubilación a 64 años y cotizar 43 años para cobrar una pensión completa son algunas de las medidas propuestas por el gobierno de Emmanuel Macron en Francia para lograr el «equilibrio» del sistema de pensiones.
Macron, que ya retiró un primer intento de reforma en 2020 por la llegada del covid-19, enfrenta de nuevo el rechazo de sindicatos y de la mayoría de la oposición, que prevén protestas masivas.
Para ello, el Gobierno quiere introducir un “índice senior”, para controlar la proporción de trabajadores mayores en nómina y disuadir a las empresas de despedir a los canosos, como suelen hacer. Para los jóvenes, está ampliando el número de puestos de aprendizaje, que en 2022 alcanzó los 980.000, el nivel más alto jamás registrado.
Paralelamente, el Gobierno ha endurecido las normas sobre las prestaciones por desempleo que se aplican durante los periodos de crecimiento económico y escasez de mano de obra. En la actualidad, muchas empresas francesas afirman tener problemas para cubrir vacantes.
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¿Derecho a la pereza?
Ahora bien, desde que llegó la pandemia las cargas laborales han presentado muchas modificaciones y dentro de la cotidianidad de Francia se analiza cómo la disminución de la carga de trabajo puede ser beneficiosa.
Un texto de Paul Lafargue, pensador socialista, llamado “Le Droit à la Paresse” (“El derecho a la pereza”) publicado en 1880 le apuesta a una jornada laboral de tres horas por lo que la discusión acerca de este tema puede estar rondando en momentos claves donde se analiza la reforma.
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Actualmente, los trabajadores en Francia trabajan dos horas más a la semana, completando 37 horas semanales, mientras que los alemanes trabajan 35 horas.