“Esto es un milagro. Ver así el cráter del volcán Poás es un milagro (…). Es que de 20 veces que vengo al año, solo en cuatro ocasiones lo puedo ver sin que la neblina lo cubra”.
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Con la emoción de quien nunca se cansa de ver una maravilla de la naturaleza, Jorge Ávila Fonseca señala con la mano la inmensidad del Poás, cuyo cráter tiene 1,3 kilómetros de diámetro y una profundidad de 320 metros hasta la parte plana.
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Jorge, un guía turístico que lleva 28 años en el oficio, acompaña ese día a un grupo de diez personas por un recorrido al Parque Nacional Poás, un destino a una hora y media de San José (Costa Rica), y les confiesa que ha venido más de 100 veces al parque y nunca deja de sentir la misma pasión del primer día cuando llega a los pies del inmenso volcán.
“Este es uno de los pocos cráteres en el mundo a los que se puede llegar a su mirador en carro. Estamos a 2.708 metros de altura, y la laguna que ven a lo lejos es una de las más ácidas del mundo, con un pH de entre 1 y 1,5 de acidez”, dice con una sonrisa de emoción este veterano guía desde el lugar donde los visitantes paran para divisar el paisaje.
A lo lejos, en uno de los costados del volcán, se extiende una laguna de color turquesa intenso cuya temperatura oscila entre los 20 y los 50 grados centígrados.
“Este es uno de los cinco volcanes activos de Costa Rica, pero es completamente seguro visitarlo”, aclara Jorge, y explica que este parque nacional es un área protegida por el Gobierno costarricense, uno de los lugares turísticos más populares de Centroamérica y, a su vez, un centro de monitoreo de la actividad volcánica.
El lugar alberga el cono Von Fratzius, otro cráter en forma de herradura, unos 900 metros al norte, y la laguna Botos, un antiguo cráter ocupado por una ‘piscina’ fría de 400 metros de diámetro y 14 metros de profundidad. Este paisaje volcánico está en los bosques de la cordillera Volcánica Central, el nombre de la cadena montañosa que le da vida y erigen a estos colosos.
Para recorrer los alrededores del volcán, el sitio cuenta con una red de senderos envuelta por vegetación y animales. En el camino, Jorge explica que este suele ser un sitio favorito para amantes del avistamiento de aves por las variedades de colibrís, quetzales y tangaras de monte que suelen divisarse. Mientras que en la flora abundan los robles encinos y unas hojas verdes, grandes y ásperas al tacto que crecen en forma de sombrilla.
Este parque está a 50 kilómetros de la capital, y el trayecto en carro toma alrededor de una hora y media. Y aunque esta nación es pequeña (apenas tiene 51.000 kilómetros cuadrados y 5 millones de habitantes), la riqueza de su biodiversidad les permite a los viajeros conocer distintas maravillas de la naturaleza en trayectos relativamente cortos.
De hecho, cerca de San José (rodeada por la cordillera Central Volcánica) están los parques nacionales Braulio Carrillo y Volcán Irazú, lugares predilectos para el avistamiento de especies y vegetación, además de caminatas por senderos verdes para divisar las impresionantes vistas que ofrece el paisaje volcánico. Por eso, la capital es el lugar ideal para iniciar la aventura en Costa Rica.
San José, punto de partida
En el centro de San José hay tres planes ideales para los amantes de la historia y de las curiosidades culturales. Quizás la primera parada en esta ciudad sea un recorrido por el Museo Nacional. La sede está en lo que se conoce como el antiguo Cuartel Bellavista. Su historia está ligada a la abolición del ejército en Costa Rica, toda una particularidad para un país de América Latina.
Son precisamente los pasillos, túneles y corredores de este cuartel, donde hoy el museo está destinado a recordar la memoria costarricense, ya que fue ahí donde el 1.º de diciembre de 1948, el expresidente José Figueres, mediante un acto simbólico, entregó el antiguo cuartel como muestra de abolición del ejército después de un periodo de convulsión social que arrastraba el país. Ya han pasado casi tres cuartos de siglo desde esta fecha y el Museo Nacional es parada obligada para conocer de viva voz la historia de un país sin ejército.
Las otras dos paradas son la visita guiada al Teatro Nacional, símbolo y joya de la arquitectura de la capital costarricense, y el Mercado Central de San José. Este último, fundado en 1880, fue declarado patrimonio cultural del país. El recorrido incluye conocer las variedades de productos, frutas, verduras, artesanías y alimentos propios de la cultura.
Parte de la historia que allí se cuenta tiene que ver con el llamado ‘grano de oro’, como los costarricenses le dicen al café. Hasta antes de la década de los 90, su cultivo –y la agricultura en general– era uno de los bastiones claves de la economía de Costa Rica. Y aunque ahora el turismo es una de las industrias que más impulsan el país, el orgullo cafetero es uno de los atractivos que tiene para ofrecer.
Los suelos volcánicos hacen que las tierras sean fértiles e ideales para cosechar y darle sabor al grano. Los gobiernos durante los últimos años han invertido en desarrollo e investigación del café para cosechar un producto especial de exportación. Cerca de San José, de hecho, se ofrece un recorrido guiado en el que lo explican.
A una hora de recorrido en carro, en las mismas laderas del volcán Poás, la compañía Starbucks abrió al público en 2018 un Tour del Café, en su hacienda Alsacia. Se trata de la única finca en el mundo donde esta compañía produce y cultiva el ‘grano de oro’. Es un terreno de unas 240 hectáreas donde 170 están sembradas con cafetales, y el recorrido precisamente consiste en conocer la receta detrás del café costarricense y qué lo hace tan especial.
Pero además de las historias y caminatas que encierran las cadenas montañosas volcánicas que circundan el centro del país, en tan solo una hora y media de viaje en carro desde San José también se puede llegar al océano Pacífico para disfrutar del mar y otros planes de aventuras.
En la localidad costera Herradura hay un complejo residencial llamado Los Sueños que alberga hoteles, restaurantes, playas y lugares para practicar deportes, montar bicicleta y otras actividades. Y cerca de esta zona del Pacífico está ubicado el Parque Nacional Manuel Antonio, el más visitado de Costa Rica por albergar la playa más famosa de Costa Rica y muy apetecida para practicar esnórquel y ver animales marinos.
Porque pese a ser un país muy pequeño, esta nación centroamericana alberga en su área geográfica 30 parques nacionales y 149 áreas silvestres protegidas, repartidas por todo el territorio nacional. Este país es, además, uno de los 25 más megadiversos del mundo y uno de los 20 con más número de diversidades de especies por descubrir.
Sitios ideales para dormir…
Marriott Hacienda Belén. El hotel ideal para iniciar su aventura en Costa Rica, dada su ubicación conveniente, a solo 5 kilómetros del principal aeropuerto del país y de atracciones locales. Está, además, en la localidad de Heredia, muy cerca de San José y es ideal para llegar hasta el volcán Poás. Este Marriott remonta a sus huéspedes a las haciendas cafetaleras del país. El café se hace presente en las actividades, restaurantes y en el spa, donde se puede disfrutar de una exfoliación con el grano, entre muchos otros tratamientos.
Los Sueños Marriott. Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort, queda cerca de la costa pacífica, a una hora y media de San José, este hotel es ideal para los planes costeros en esta zona del país. Se trata de un resort de arquitectura colonial ubicado en el complejo de Los Sueños, una exclusiva zona donde hay un campo de golf de 18 hoyos, restaurantes y áreas para practicar deportes. El hotel, además, es ideal para quienes disfrutan conectando con la flora y la fauna, mientras disfrutan del sol y la arena.
CARLOS JOSÉ REYES GARCÍA
ENVIADO ESPECIAL DE VIAJAR
*Con invitación de hoteles Marriott