Un nuevo brote de ébola ha causado cerca de 1.700 muertes y 2.500 infectados desde agosto de 2018 en la República Democrática del Congo (RDC). Por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el estado de “emergencia de salud pública de interés internacional”.
Es la quinta vez que la OMS adopta una medida de este calibre. La primera tuvo lugar en 2009 por la gripa porcina; luego, en 2014, por el virus del polio; posteriormente, entre 2014 y 2016, por el virus del Ébola que atacó África occidental; y en 2016 por el zika.
EL TIEMPO habló en España con José Félix Hoyo, presidente de la ONG Médicos del Mundo.
¿Qué significa la declaración de emergencia de salud pública de la OMS?
Significa que es un evento extraordinario, agudo, que pone en riesgo la salud del mundo.
El ébola otra vez puede ser un problema no solo local (que ya lo es) sino mundial.
Muchas organizaciones veníamos solicitando que se hiciera esa declaración porque supone que la comunidad mundial tiene que realizar una apuesta decidida para acabar con la epidemia, que está llegando a un punto en el cual, si no se imponen las herramientas necesarias, va a ser difícil de controlar.
¿Qué conlleva en términos prácticos?
Algunos gobiernos han prometido fondos para financiar la emergencia. Eso también facilita que las personas puedan ir a trabajar al terreno, que más gente de organismos de Naciones Unidas y de organizaciones no gubernamentales podamos ampliar nuestra intervención.
La declaración ayuda en la tarea más complicada, que es el trabajo comunitario para que las personas de la RDC tengan confianza en la respuesta que se está produciendo con esta epidemia en un lugar donde es muy difícil trabajar porque hay un conflicto armado desde hace mucho tiempo.
¿La población de allí es consciente de lo que ocurre? ¿Cómo recibe esa colaboración internacional?
Llevamos mas de cuarenta años con este virus y la mayoría de las epidemias han ocurrido en la RDC. Si hay un país con conciencia de lo que ocurre con el ébola es este. Otra cosa es qué confianza tenga la sociedad tanto en los actores internacionales que estamos sobre el terreno, como en su propio gobierno.
La RDC es un lugar de África con enormes recursos y muchas compañías internacionales los extraen, lo que genera poca confianza. No hay buena relación de la gente con el gobierno ni con organismos internacionales.
El enlace comunitario es necesario para trabajar en una epidemia y es el que más complicación nos está produciendo, aparte de los problemas de seguridad en los desplazamientos en un lugar en el que hay decenas de grupos armados.
¿Cómo se puede ganar la confianza de los locales?
Lo más importante es trabajar con socios locales; personas que tienen importancia no solo desde el punto de vista gubernamental sino en las propias comunidades: líderes religiosos, comunitarios, organizaciones de mujeres, de la sociedad civil… Hay que convencerlos para que nos acompañen para transmitir que queremos controlar la epidemia y que estamos de su lado, que no constituimos una amenaza.
También trabajamos junto a la propia población ofreciendo sesiones de sensibilización y asistiendo a reuniones comunitarias. Trabajamos con personal local, que es el que mejor conoce cómo entrar a sus conciudadanos para que acepten los mensajes.
Intentamos, además, que mitos, rumores y ciertas prácticas de entierros queden a un lado. Por otra parte, trabajamos con personas que sobreviven al virus para que no tengan estigma, con las familias de personas que han tenido el virus y que no están contagiadas para que no tengan ese estigma y que puedan facilitar la labor multiplicadora. Es una misión muy compleja, pero si no se adelanta, el virus se seguirá propagando.
Trabajamos con personas que sobreviven al virus para que no tengan estigma, con las familias de personas que han tenido el virus y que no están contagiadas para que no tengan ese estigma
¿Qué otras medidas se pueden tomar?
A partir del momento en que los organismos multilaterales donen fondos para la intervención, hay muchos puntos en los que se puede tratar una epidemia.
Se crean laboratorios avanzados que tengan seguridad para no contagiar a las personas y se aíslan los casos en centros de tratamiento. Luego, además, cada caso que se detecta tiene unos contactos cercanos.
Ya se sabe que el ébola solo se contagia cuando hay síntomas. Desde la aparición de los síntomas (antes de que se haya realizado la prueba) se siguen los contactos de la persona durante tres semanas. Dos veces al día un equipo tiene que visitarlos, ver si tienen síntomas o no, con medidas de precaución.
Luego está la intervención comunitaria de la que hablé antes para combatir que los rumores excedan a la realidad y las personas acudan a los centros de tratamiento cuando tengan síntomas y puedan ser testadas para ver si son positivos o negativas.
El ébola se parece en los primeros estadios a una gripe, una malaria, un dengue o cualquier otra enfermedad.
Por último, realizamos la vacunación en anillo; cuando hay un contacto tenemos un arma muy potente, que es la vacuna. Vacunamos alrededor de ese contacto. La vacuna administrada en los seis primeros días de ese contacto tiene una efectividad cercana al 100%, que baja un poco más (al 90 y poco por ciento) en las primeras tres semanas.
En principio no parece que haya errores ahora que se ha podido utilizar con más personas. En todas las epidemias se actúa igual; la única diferencia es las medidas de protección dependiendo de cuál sea el modo de transmisión del virus.
El del Ébola se pasa con cierta dificultad: hay que tener contacto directo con sangre y fluidos de la persona infectada. Una distancia de dos metros es suficiente para que no se contagie, pero hasta que llega el diagnóstico esas personas que están cerca de un caso pueden ser contagiadas y eso es lo que intentamos prevenir.
Aunque para el año que viene se pueda duplicar la producción de vacunas, ahora no es suficiente para toda la población. Además, todavía no han terminado los ensayos de fase 4, así que necesitaremos más experiencia. De momento está resultando.
¿La escasez es el factor que impide una campaña masiva de vacunación?
La vacuna lleva desde 2015 y no se pueden adelantar estudios amplios si no hay epidemias. A corto plazo se sabe que no hay grandes complicaciones, pero necesita ser testada en una fase más larga. Para la RDC una de las soluciones a largo plazo será una vacunación a gran escala. De momento se utiliza la vacuna en anillo porque ha sido útil para erradicar otras enfermedades, como la viruela.
La producción de vacunas es, en efecto, otro factor limitante: la población es de millones de personas solamente en Nord-Kivu, que es la zona más afectada, la que está cercana a Uganda, y una estrategia de vacunación masiva es muy complicada desde el punto de vista técnico.
Con información, fondos y confianza en las personas expertas, la población en general puede estar tranquila porque creo que podemos controlar el brote
¿Qué puede hacer el resto del mundo, aparte de enviar fondos y equipos técnicos?
Hay mucho mito con respecto al ébola. Daba más miedo en el año 2014 cuando se produjo la epidemia de África occidental. Ahora es una enfermad que se controla y con medidas de precaución el personal sanitario cada vez se contagia menos.
Pero, sobre todo, lo que conlleva es un miedo generalizado en la población. Si las personas que estamos en el terreno hacemos las cosas con tiempo y precaución, lograremos que se controle el brote y no desborde las fronteras.
Es importante la labor de los medios de comunicación: tranquilizar a las personas. Hay un nuevo brote y estamos tratando de controlarlo. Para ello es importante la ayuda de la comunidad internacional.
Cerrar las fronteras es contraproducente para la epidemia: no se trata de aislar un lugar en el que van creciendo los casos porque es como tapar una olla con agua hirviendo: si sigue hirviendo, al final explota. Para evitar los riesgos en el resto del mundo hay que trabajar mucho donde está el brote ahora mismo.
La declaración de emergencia es muy importante porque si no se toman las medidas necesarias, habría riesgo. Pero con información, fondos y confianza en las personas expertas, la población en general puede estar tranquila porque creo que podemos controlarlo.
JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal de EL TIEMPO
Madrid