Aunque este martes se reanudaron los vuelos desde el aeropuerto de Hong Kong, escenario de las protestas de miles de manifestantes contra un proyecto de ley de extradición a China, la tensión en este territorio, con régimen especial, ha seguido en aumento en los últimos días.
Al mismo tiempo, Pekín aseguró ver “señales de terrorismo” en la “violencia extrema” registrada en las protestas.
Las autoridades de Hong Kong cancelaron este lunes todos sus vuelos desde las 4 de la tarde después de que más de 5.000 manifestantes ocuparon la terminal del aeropuerto internacional de la ciudad por cuarto día consecutivo.
Al menos 130 vuelos de salida y seis de entrada fueron cancelados en las siguientes 4 horas, momento en el cual cientos de personas, tanto pasajeros con manifestantes, comenzaron a abandonar el lugar.
De acuerdo con la prensa local, los manifestantes que se congregaron en el aeropuerto lo hicieron para protestar contra el uso de la fuerza policial el pasado fin de semana, cuando se presentaron graves enfrentamientos como los constatados en una estación de metro donde agentes antidisturbios dispersaron a la multitud con gas lacrimógeno.
Los manifestantes portaron este lunes carteles con mensajes como “Hong Kong no está a salvo de la policía”, además de denunciar que los efectivos policiales dispararon gas y bolas de goma a muy corto alcance, incumpliendo los estándares internacionales.
William Giles, socio de una firma de abogados en Hong Kong que planeaba volar al Reino Unido, comentó que la medida lo sorprendió, y culpó al gobierno hongkonés del caos. “Llevo aquí 29 años. La gente de Hong Kong es la más pacífica y respetuosa con la ley en todo el mundo. El gobierno está totalmente fuera de contacto con los problemas de su gente, culpando a todos menos a sí mismo. No son un gobierno del pueblo, en absoluto”, aseguró.
Hong Kong no está a salvo de la policía
Entrada la tarde, los activistas comenzaron a abandonar el aeropuerto tras desatarse el rumor de que la policía podría llevar a cabo una operación a gran escala en cuanto el último vuelo entrante llegara a las 11.33 de la noche desde Shanghái.
Pekín juzgó los sucesos del pasado fin de semana con más dureza de la habitual al calificar de “violencia extrema” los “ataques” de manifestantes a comisarías y policías, lo que, según las autoridades, constituye “un serio delito penal y una señal de terrorismo”.