La hoja de ruta con la que líderes suramericanos buscan reactivar integración regional

Los presidentes de los países suramericanos acordaron este martes en Brasilia establecer un “grupo de contacto” encabezado por los cancilleres para elaborar una “hoja de ruta” destinada a impulsar la integración de la región.

Once líderes suscribieron el llamado Consenso de Brasilia al final de una reunión de presidentes organizada en la capital brasileña por el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien llamó a sus pares a superar las divisiones “ideológicas” y recomponer el diálogo.

Los mandatarios suramericanos no se reunían en una gran cumbre desde 2014, en Quito, durante el encuentro de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Creada en 2008 por Lula y el venezolano Hugo Chávez para contrarrestar la influencia norteamericana en la región, la Unasur fue criticada durante años por algunos por tener un sesgo izquierdista.

Y, luego de triunfos conservadores en las urnas, inestabilidades políticas internas y las desavenencias por la crisis venezolana, el bloque quedó prácticamente paralizado, sin presupuesto y hasta sin sede.

Así, Lula convocó la reunión del martes en Brasilia defendiendo que los países de la región deben formar “un bloque” para poder “negociar con más poder, más fuerza y más posibilidad de ganar” ante terceros países o bloques comerciales.

A la cita asistieron el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; el argentino, Alberto Fernández; el chileno, Gabriel Boric; el colombiano, Gustavo Petro; el paraguayo, Abdo Benítez; el ecuatoriano, Guillermo Lasso; el boliviano, Luis Arce; el uruguayo, Luis Lacalle Pou, y el surinamés, Chan Santokhi. Perú, por su parte, estuvo representado por el jefe de Gabinete, Alberto Otárola.

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, habla durante la cumbre suramericana en el palacio de Itamaraty.

En la apertura de la cumbre, el mandatario brasileño propuso crear un “grupo de alto nivel” formado por representantes de los presidentes, que preparara en un plazo de 120 días una nueva “hoja de ruta para la integración de Suramérica”. No obstante, el Consenso de Brasilia firmado al final de la cumbre no estableció plazos para el acercamiento regional.

Lo que sí recalcó la declaración, que consta de nueve puntos, es la importancia de la integración regional, que “debe ser parte de las soluciones para afrontar los desafíos compartidos”. El documento incluye además un compromiso con la democracia y los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la justicia social, el Estado de derecho y la estabilidad institucional, la defensa de la soberanía y la no injerencia en asuntos internos.

También propone que los gobernantes de la región vuelvan a reunirse “en fecha y lugar por ser determinados” para dar continuidad al diálogo entre los países suramericanos, que, según reconocieron, “debe de ser regular”.

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Los mandatarios acordaron crear un grupo de trabajo para recuperar los diálogos regionales.

En el área económica, los presidentes se comprometieron a fomentar el comercio y las inversiones entre los países de la región, a superar las asimetrías, eliminar las medidas unilaterales y aumentar la cooperación económica, «teniendo como meta una efectiva área de libre comercio sudamericana».

Entre otras áreas de cooperación, citaron salud, medioambiente, defensa, infraestructura y logística, interconexión energética y energías limpias, transformación digital, seguridad y combate al crimen transnacional organizado.

Una apuesta por la integración regional

Desde que regresó al poder en enero, Lula ha intentado devolver el protagonismo a Brasil en la escena internacional y en esta primera cumbre suramericana pretendía retomar el diálogo y analizar la posibilidad de que la región vuelva a contar con un foro de integración “puramente suramericano” e, incluso, con una nueva versión de la paralizada Unasur.

“Dejamos que las ideologías nos dividieran e interrumpieran esfuerzos de integración, abandonamos canales de diálogo y mecanismos de cooperación, y con eso todos perdimos”, afirmó Lula en su discurso de apertura. Y añadió: “Los elementos que nos unen están por encima de las diferencias ideológicas”.

Pero el mantenimiento de la Unasur genera muchas divisiones. Este martes, por ejemplo, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, pidió utilizar los mecanismos de integración regional que ya existen y dejar de crear nuevas instituciones porque terminan siendo “clubes ideológicos”.

Por su parte, el presidente argentino, Alberto Fernández, defendió mantener viva la Unasur, pero “sin ideologías” y con un funcionamiento “ágil”.

El futuro de Unasur, de hecho, no se mencionó en la declaración firmada por los mandatarios al final de la cumbre del martes.

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El presidente colombiano, Gustavo Petro, a su ingreso a la cumbre de presidentes suramericanos en Brasilia.

Para Jason Marczak, del Atlantic Council en Washington, la cita «es potencialmente un primer intento de Lula para ver qué se puede lograr» en integración suramericana. «Lula está buscando cómo hacer» que su tercera presidencia sirva para «insertar aún más a Brasil como un líder y avanzar una gran variedad de temas globales», afirmó a la AFP.

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Lo cierto es que no obstante la intención de los líderes de sumar fuerzas en pro del desarrollo regional, el trabajo para avanzar en una nueva unidad en América de Sur será difícil. La primera gran reunión de jefes de Estado en los últimos años, por ejemplo, se celebró con muchos mandatarios lastrados por problemas internos que han consumido su atención y eclipsado el ambicioso plan de Lula de impulsar las relaciones.

Hay una tendencia natural a mirar hacia adentro y ocuparse de los problemas propios

Las economías de la región siguen débiles, con especial preocupación por Bolivia y Argentina. Los nuevos líderes, que en un principio fueron recibidos con bombo y platillo en países como Chile y Colombia, se enfrentan ahora a la caída de su popularidad. Otros, como Perú y Ecuador, han sufrido profundas crisis políticas.

«Habría que remontarse casi a las dictaduras militares para pensar en un conjunto de circunstancias más preocupantes en Sudamérica», afirmó Michael Shifter, investigador y expresidente de Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Estados Unidos.

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«Hay una tendencia natural a mirar hacia adentro y ocuparse de los problemas propios en lugar de buscar una mayor cooperación regional», dice Shifter.

En eso coincide Eduardo Mello, internacionalista de la Fundación Getulio Vargas, para quien el encuentro será «meramente simbólico».

«Hay problemas estructurales, la región pasa por crisis políticas y económicas desde hace más de una década, y los principales proyectos de desarrollo económico suramericanos fracasaron. Son factores estructurales que no se resuelven con voluntad, conversando«, afirmó Mello a la AFP.

Tan solo un diálogo básico entre los jefes de Estado es un progreso genuino

El Gobierno brasileño ha reconocido los retos a los que se enfrenta el grupo de líderes, como las diferencias ideológicas en el continente, las perspectivas de cambio político que plantean las elecciones presidenciales de este año en Paraguay y Argentina y la reciente agitación en Perú y Ecuador.

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Pero incluso en este contexto, los funcionarios brasileños afirmaron antes del encuentro que trabajarían para crear un marco más permanente para el diálogo tras el fracaso de los esfuerzos anteriores.

Al difícil momento político que atraviesan los países, y que dificulta el deseo de integración de Lula, se suman también las diferencias que aún persisten en asuntos como la situación en Venezuela.

Este martes, el presidente de Uruguay dejó claro que las divisiones siguen pesando al criticar que su par brasileño defendiera a Nicolás Maduro al asegurar que las denuncias de autoritarismo en esa nación son parte de una “narrativa”. “Lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo”, dijo Lacalle Pou.

En la misma línea, el presidente de Chile, Gabriel Boric, afirmó que la situación venezolana “no es una construcción narrativa” sino “una realidad seria”.

En todo caso, para analistas como Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales en la Fundación Getulio Vargas, el comienzo del diálogo entre los “jefes de Estado es un progreso genuino” para avanzar en la integración regional.

REDACCIÓN INTERNACIONAL
*Con información de agencias

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